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Violencia obstétrica: una práctica oculta en la atención médica

Miguel A. Torres redaccion@larepublica.net | Martes 24 mayo, 2022

Dr. Miguel A. Torres

Me cuenta mi madre, que cuando ella hacía labor de parto, que unos seis médicos, algunos de ellos practicantes, entraron a su cubículo a revisarla, tocando el vientre e introduciendo sus dedos en la vagina sin su consentimiento, haciendo más doloroso este proceso natural y exponiéndola a la vergüenza. Tenía 19 años. Yo, su primer hijo. Décadas más tarde supo que ella fue víctima, al igual que centenares de mujeres, de violencia obstétrica.

La violencia obstétrica se refiere a las prácticas y conductas realizadas por profesionales de la salud a las mujeres durante el embarazo, el parto y el puerperio, en el ámbito público o privado, que por acción u omisión son violentas o pueden ser percibidas como violentas.

Incluye actos no apropiados o no consensuados, como episiotomías sin consentimiento, intervenciones dolorosas sin anestésicos, obligar a parir en una determinada posición o proveer una medicalización excesiva, innecesaria o iatrogénica que podría generar complicaciones graves.

Esta violencia también puede ser psicológica, como por ejemplo dar a la usuaria un trato infantil, paternalista, autoritario, despectivo, humillante, con insultos verbales, despersonalizado o con vejaciones.

En Costa Rica, el 57,7% de las mujeres que tuvieron un parto entre 2016 y 2018 afirman haber experimentado al menos una de las categorías de violencia obstétrica, tanto en partos vaginales como por cesárea, según informe de El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Encuesta de Mujeres, Niñez y Adolescencia 2018 (EMNA), del programa mundial de Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados (MICS, por sus siglas en inglés) del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés), elaborada en conjunto con el Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). En los partos vaginales es de 28,1%. Se encontró que, a mayor nivel de riqueza, mayor es la declaración de violencia obstétrica. Además, si se amplía su medición, todas las mujeres durante el parto y antes del egreso del centro de salud enfrentaron al menos un tipo de violencia obstétrica.

La violencia obstétrica constituye una discriminación de género y representa una violación de los derechos humanos desde un enfoque de los derechos de la salud y de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, entendidos como derechos inalienables e indivisibles de los derechos humanos.

Estas prácticas deshumanizantes constituyen un verdadero problema de Estado y de salud pública en diversos países del mundo, incluido Costa Rica. Las transgresiones durante el parto generan altos costos, económicos y sociales. De todas formas, más allá de los costos, existe un imperativo ético y moral que tiene que ver con lograr sociedades más justas y equitativas, libres de todo tipo de violencias.

Lo que se supone debería ser una bonita experiencia, de traer una vida al mundo, termina convirtiéndose en pesadilla para muchas, por causa de abusos cometidos por profesionales del área.

Esta forma de violencia ejercida por médicos y personal de enfermería hacia las embarazadas, mujeres en labor de parto y el puerperio, constituye una violación a los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres. Además, la norma referida, especifica que la violencia obstétrica no sólo implica violencia física, sino también violencia psíquica.

De acuerdo con la Ley General de Salud Articulo 12 numero 5395 para Proteger a la mujer embarazada, antes, durante y después del parto, que promueve el parto humanizado y defiende los derechos de la madre y su bebé durante el proceso del nacimiento, la violencia obstétrica afecta a la mujer y a su bebé durante el embarazo, el parto e incluso, el postparto. La violencia obstétrica, es considerada como un tipo de violencia en la que incurren no sólo los profesionales que intervienen durante el momento del parto, sino también a todo el personal que forma parte de un servicio y que tiene trato con la mujer gestante.

Referente a estadísticas mundiales, según la OMS y la UNFPA, se trata de un mal ejercicio que ocurría muy a menudo antes, cuando la mujer sentía que no tenía derecho a exigir un buen trato. Aunque ahora hay más acceso a la información, el porcentaje actual de víctimas sique siendo alarmante. Las cifras oscilan, según los estudios, entre 18.3 % y 75.1 % en todo el mundo.

Los gobiernos deben asumir responsabilidades serias a través de políticas públicas mediante la elaboración o cambio de programas que afecten a la salud de las mujeres, incorporando a éstos la perspectiva de género, los derechos humanos y leyes de autonomía del paciente, persiguiendo enérgicamente cualquier tipo de violencia contra la mujer, en este caso obstétrica, a fin de garantizarla mejor atención antes, durante y después del parto.






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