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Viernes, 26 de abril de 2024



EDITORIAL


Vergonzosa herencia

| Viernes 28 diciembre, 2012




Confiamos en que al menos este sea un caso de ineficiencia y no de corrupción, como ha sucedido en otras grandes obras


Vergonzosa herencia

Tres años y medio han transcurrido desde que se concibió el inicio de un proyecto para dotar de mayores oportunidades de empleo, recreación y bienestar social a los limonenses, y hasta la fecha poco ha pasado.
Limón Ciudad Puerto. O “Limón Ciudad Muerto” como lo hemos llamado en ocasiones anteriores en LA REPÚBLICA, es el vivo ejemplo de la ineficiencia gubernamental, de las promesas incumplidas, de como no se deben hacer las cosas.
La rendición de cuentas de los responsables de la obra hace algunos días no evidencia más que un momento vergonzoso que debiera servir más bien de autocrítica y reflexión, más que una supuesta rendición de cuentas.
Rendición de cuentas de qué, nos preguntamos. De $80 millones disponibles, solo se han invertido $5 millones. En tres años y medio de supuesto trabajo, la mayoría de las obras ni siquiera tienen un diseño y los estudios apenas están en su etapa básica. ¿Qué han estado haciendo entonces hasta ahora los responsables del proyecto?
Esta lentitud hará necesario que el país deba pedir una prórroga al Banco Mundial, entidad que dio los recursos para remozar la provincia, pues la plata no se ha podido usar.
Confiamos en que al menos este sea un caso de ineficiencia y no de corrupción, como ha sucedido en otras grandes obras. Es que a estas alturas, cualquier fondo de dinero no utilizado se convierte en imán de tentaciones, y Limón no merece una suerte de este tipo.
Limón sigue esperando... espera por su alcantarillado sanitario, espera por las obras de contención en los muelles, espera por su centro de cultura en los patios del ferrocarril, espera por una ciudad más bonita, espera por las fuentes de empleo y la inyección de recursos prometidas en cada campaña electoral.
El Gobierno está ahora contra el tiempo. Ni siquiera quienes están a cargo de las obras saben ponerse de acuerdo en una fecha para concluirlas. Lo más seguro es que el plan se convierta en una herencia para el gobierno que venga... de nuevo, una vergonzosa herencia.


 







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