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Miércoles, 24 de abril de 2024



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Venezuela y su crisis de vecinos

Bloomberg | Viernes 21 agosto, 2015


Los vecinos de Venezuela tienen un interés especial en arreglar la economía de Venezuela. Hoy tiene enormes filas en los supermercados por el desabastecimiento. Bloomberg/La República


Venezuela y su crisis de vecinos

 Venezuela va deslizándose hacia una crisis humanitaria. Las informaciones sobre su último bajón económico o el capricho político más reciente del presidente Nicolás Maduro tienden a eclipsar este desastre en cámara lenta. Sin embargo, el peligro de una implosión venezolana crece. Venezuela tiene la tasa de inflación más alta del mundo, una moneda que se derrumba y todas las perspectivas de no honrar sus deudas el año próximo. Pero hay algunas cosas más de las que nadie habla. En el país con las reservas petrolíferas más grandes del mundo, los pacientes de trasplante han recurrido a medicamentos veterinarios para seguir con vida.
Los coagulantes para tratar la hemofilia sólo se consiguen para urgencias. Cada vez es más difícil encontrar medicamentos fuera de las ciudades. La malaria y el dengue avanzan; como ocurre con la desnutrición, sólo que el gobierno frenó la publicación semanal de boletines epidemiológicos en noviembre pasado y niega que miles de médicos están renunciando y emigrando.
Todos los días, los venezolanos forman colas en tiendas que están casi desabastecidas. El 31 de junio, un hombre fue asesinado y varias docenas de personas arrestadas en la ciudad de San Félix cuando compradores furiosos saquearon almacenes y atacaron vehículos estatales.
El potencial de alteraciones más frecuentes y fatales del orden público es patente, especialmente ahora que Maduro intensificó las redadas militares sobre los “acaparadores” que acumulan bienes de “contrabando”.
Los venezolanos que tienen puestas sus esperanzas en las elecciones parlamentarias de diciembre probablemente se verán decepcionados. Los principales líderes de la oposición han sido encarcelados o inhabilitados para ser candidatos.
Maduro ha prometido excluir a los veedores electorales de la Unión Europea o de la Organización de Estados Americanos. Ha dicho que se negará a aceptar la derrota del partido gobernante.
La oposición cuenta con ventaja en las encuestas, pero está dividida. Arreglar la economía de Venezuela exigirá medidas –poner fin a los subsidios y los controles de precios, liberar los tipos de cambio, recortar el gasto público- que resultarán dolorosas por haber sido postergadas durante largo tiempo.
Un plan de ese tipo requiere cooperación política, no la creciente represión a la que recurre Maduro.
Los vecinos de Venezuela tienen un interés especial en evitar este desastre. Brasil y Colombia están distraídos con sus propios problemas, pero no pueden permitirse ignorar la agitación en sus fronteras –sobre todo porque Maduro utiliza las disputas territoriales para encender el fervor nacionalista.
Desde el exterior de la región, China ha costeado el despilfarro de Venezuela con más de $50 mil millones en préstamos que bloquean suministros de petróleo y acuerdos preferenciales; también le convendría que su deudor no cayera en el abismo.
Lo que pueden hacer los de afuera tiene un límite. Pero los grandes vecinos y acreedores tienen influencia y deberían comenzar a ejercerla. El mes pasado, Naciones Unidas convocó a Venezuela para que explique su uso de la detención preventiva, los abusos en materia de derechos humanos, la censura y la venganza contra quienes llevan denuncias a la ONU.
Por su parte, los Estados Unidos deberían intentar una diplomacia creativa. La administración Obama puede servirse de su apertura con Cuba, y su próxima reunión con el presidente chino, Xi Jinping, para presionar a ambos países de manera que impulsen un mejor comportamiento venezolano.
También deberían intensificar sus propuestas recientes a Maduro. Es cierto que éste ha dado pocos motivos a los Estados Unidos para levantar las sanciones y las prohibiciones de viajar que fueron impuestas justamente a un puñado de funcionarios venezolanos.
Al mismo tiempo, deberían ofrecer asistencia humanitaria –provisiones de medicamentos indispensables, leche en polvo y otros alimentos básicos- al pueblo venezolano. Su pelea es con los gobernantes de Venezuela, no con sus víctimas.

Bloomberg


 







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