Urgen ingenieros especializados
| Martes 08 marzo, 2011
Urgen ingenieros especializados
En las empresas transnacionales es un secreto a voces que Costa Rica enfrenta un reto y una oportunidad que requiere atención urgente. La reciente apertura de Centro de Desarrollo e Ingeniería de Intel, el establecimiento del Centro de Investigación de Hewlett Packard, el crecimiento del sector de manufactura avanzada y dispositivos biomédicos, así como la atracción de capital extranjero de alta tecnología, investigación y desarrollo ha cambiado el panorama de la ingeniería en el país.
Según información recopilada por CINDE, actualmente el país cuenta con 59 empresas transnacionales instaladas en el sector de manufactura avanzada y 38 en el sector biomédico.
La permanencia y la atracción de estas empresas y la evolución de sus actividades se basan en la disponibilidad de ingenieros con grado de maestría. Hablamos de ingenieros que sean verdaderos especialistas en alta tecnología, más allá de la titulitis crónica que afecta nuestro país.
Dado que los procesos productivos ya se establecieron y consolidaron, la demanda de másters está principalmente en campos diferentes de la ingeniería industrial. Esto es vital para Costa Rica, pues la mano de obra a nivel de técnicos tiene un alto costo en nuestro país en comparación con los países asiáticos.
En el mediano plazo, la subsistencia de estas empresas depende de la especialización para desplazarse a actividades de mayor valor agregado, como el desarrollo y la investigación.
Podríamos formar recurso humano enviando estudiantes de posgrado al extranjero, pero esto no responde a la velocidad de demanda del sector productivo, sino al modelo de formación de recurso humano para las universidades.
La cantidad de estudiantes de posgrado que podemos becar en el exterior con los recursos disponibles es ínfima, y muy pocos tendrían compromisos contractuales que nos garanticen el retorno de la inversión, pues desarraigamos a nuestros ingenieros durante al menos dos años con un alto riesgo de que sean tentados por la vida en el extranjero. Además del costo económico en becas, renunciamos a la generación de riqueza que habrían producido si se hubieran mantenido activos en el país.
Los entrenamientos en el extranjero no concluyen con la obtención de un título, son altamente costosos para las empresas y para el país que en algunos casos los ha subsidiado y no contribuyen a mejorar nuestros bajísimos indicadores de recurso humano especializado.
Debemos formar nuestros especialistas en el país, con programas de maestría de pertinencia y calidad. Para ello es urgente la alianza universidad-industria-MICIT, para la creación de un plan de becas realmente atractivas, considerando los costos de operación de los programas de maestría, el mantenimiento total o parcial de los becarios y tiempos de trabajo parcial en las industrias que faciliten la rápida graduación.
Las universidades deben responder con horarios flexibles, planes de estudios actualizados, de calidad, tiempos de graduación razonables y con posibilidades de incorporación rápida de las necesidades de las empresas, sin perder de vista el enfoque de conceptos para el largo plazo más que en los productos de moda.
No hay tiempo que perder. Nuestro país está perdiendo ingresos por falta de una estrategia de verdadero desarrollo que invierta en llevar nuestro recurso humano al siguiente nivel de capacitación para hacer realidad la visión de una Costa Rica de primer mundo y con una economía basada en el conocimiento.
Paola Vega Castillo
Doctora en ingeniería con énfasis en microelectrónica
Profesora, Escuela de Ingeniería Electrónica
Instituto Tecnológico de Costa Rica
En las empresas transnacionales es un secreto a voces que Costa Rica enfrenta un reto y una oportunidad que requiere atención urgente. La reciente apertura de Centro de Desarrollo e Ingeniería de Intel, el establecimiento del Centro de Investigación de Hewlett Packard, el crecimiento del sector de manufactura avanzada y dispositivos biomédicos, así como la atracción de capital extranjero de alta tecnología, investigación y desarrollo ha cambiado el panorama de la ingeniería en el país.
Según información recopilada por CINDE, actualmente el país cuenta con 59 empresas transnacionales instaladas en el sector de manufactura avanzada y 38 en el sector biomédico.
La permanencia y la atracción de estas empresas y la evolución de sus actividades se basan en la disponibilidad de ingenieros con grado de maestría. Hablamos de ingenieros que sean verdaderos especialistas en alta tecnología, más allá de la titulitis crónica que afecta nuestro país.
Dado que los procesos productivos ya se establecieron y consolidaron, la demanda de másters está principalmente en campos diferentes de la ingeniería industrial. Esto es vital para Costa Rica, pues la mano de obra a nivel de técnicos tiene un alto costo en nuestro país en comparación con los países asiáticos.
En el mediano plazo, la subsistencia de estas empresas depende de la especialización para desplazarse a actividades de mayor valor agregado, como el desarrollo y la investigación.
Podríamos formar recurso humano enviando estudiantes de posgrado al extranjero, pero esto no responde a la velocidad de demanda del sector productivo, sino al modelo de formación de recurso humano para las universidades.
La cantidad de estudiantes de posgrado que podemos becar en el exterior con los recursos disponibles es ínfima, y muy pocos tendrían compromisos contractuales que nos garanticen el retorno de la inversión, pues desarraigamos a nuestros ingenieros durante al menos dos años con un alto riesgo de que sean tentados por la vida en el extranjero. Además del costo económico en becas, renunciamos a la generación de riqueza que habrían producido si se hubieran mantenido activos en el país.
Los entrenamientos en el extranjero no concluyen con la obtención de un título, son altamente costosos para las empresas y para el país que en algunos casos los ha subsidiado y no contribuyen a mejorar nuestros bajísimos indicadores de recurso humano especializado.
Debemos formar nuestros especialistas en el país, con programas de maestría de pertinencia y calidad. Para ello es urgente la alianza universidad-industria-MICIT, para la creación de un plan de becas realmente atractivas, considerando los costos de operación de los programas de maestría, el mantenimiento total o parcial de los becarios y tiempos de trabajo parcial en las industrias que faciliten la rápida graduación.
Las universidades deben responder con horarios flexibles, planes de estudios actualizados, de calidad, tiempos de graduación razonables y con posibilidades de incorporación rápida de las necesidades de las empresas, sin perder de vista el enfoque de conceptos para el largo plazo más que en los productos de moda.
No hay tiempo que perder. Nuestro país está perdiendo ingresos por falta de una estrategia de verdadero desarrollo que invierta en llevar nuestro recurso humano al siguiente nivel de capacitación para hacer realidad la visión de una Costa Rica de primer mundo y con una economía basada en el conocimiento.
Paola Vega Castillo
Doctora en ingeniería con énfasis en microelectrónica
Profesora, Escuela de Ingeniería Electrónica
Instituto Tecnológico de Costa Rica