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COLUMNISTAS


Urge politizar la vida política nacional

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 29 mayo, 2019


Pizarrón


Las elecciones municipales, a cinco meses de iniciarse, no calientan aún el ambiente político nacional ni electoral.

Tres situaciones son las que destacan en este momento alrededor de este proceso electoral en los 82 cantones.

La primera, la discusión y presión que hay sobre el Tribunal Supremo de Elecciones para que obligue a una situación de paridad horizontal de candidaturas en todos los cantones, es decir que obligue a que los partidos de carácter provincial y nacional, a la fuerza, tengan que alternar en el primer lugar de candidatos con mujeres encabezando las listas de alcaldes, regidores y síndicos, como de intendentes.

Me parece que no es fácil esta determinación por parte del Tribunal Supremo de Elecciones. Cada cantón es como una pequeña República independiente en su accionar, con su propio presupuesto, con su propia reglamentación administrativa, con sus propios planes municipales, con sus propias y típicas características de liderazgos políticos regionales, con sus propios límites político geográficos y administrativos.

No todos los partidos actúan en las elecciones municipales, en todos los cantones, con candidatos propios. Hay cantones en que no participan. Esto es duro y difícil de conseguir incluso para los partidos tradicionalmente grandes, y hasta para los partidos que han ejercido el Gobierno de la República, o que han ganado procesos electorales nacionales, como es el caso del Partido Acción Ciudadana, que habiendo ganado los procesos electorales del 2014 y 2018 no tiene más que 9 alcaldías bajo su control. La Unidad Social Cristiana llegó a tener 49 y Liberación Nacional llegó a tener 69 y ahora tiene 49. Y solo la Unidad Social Cristiana y Liberación Nacional han llegado a postular candidatos en todos los cantones.

El problema de las candidaturas cantonales tiene que ver con las estructuras partidarias, con la organización partidaria, de cada partido político, a nivel nacional, provincial y cantonal, lo que no tienen ni existe en la realidad.

Los partidos políticos existen, en la mayoría de los casos, solo para efectos electorales, para cada elección nacional, o regional. Son partidos políticos ad hoc, para la ocasión. Solo cuatro partidos políticos tienen locales reconocidos en San José, Liberación Nacional, la Unidad Social Cristiana, Acción Ciudadana y el Frente Amplio. Los demás literalmente no existen más allá de las oficinas de trabajo de sus principales dirigentes políticos, cuando así funcionan. Otros existen en la Asamblea Legislativa, desde las oficinas de sus fracciones de diputados, cuando logran elegir diputados.

Los Comités Políticos, o los Directorios Políticos Nacionales, de los Partidos políticos son como cabezas sin cuerpos, son como cerebros sin neuronas, sin un sistema nervioso que les permita procesar, transmitir la información debida, para que como cuerpo político, tengan la capacidad de analizar la información recibida, y actuar, reaccionar como cuerpo celular hacia sus propias bases de militantes, hacia sus dendritas políticas.

La mayoría de los partidos políticos, casi la totalidad, para ser más exactos, no dan a conocer públicamente los miembros de sus Comité Políticos o Directorios Políticos Nacionales, es decir el núcleo de su neurona principal. Si se desconocen los miembros de estos órganos, con más razón se desconocen los miembros de los organismos partidarios provinciales, cantonales o distritales, es decir se desconocen sus dirigentes. Aquí, en los partidos políticos, se llega a actuar más que por organismos debidamente estructurados y conectados al Partido, con personas vinculadas a los partidos o con líderes locales cuando estos los tienen, quienes desarrollan una actividad propia que les distingue y les reconoce en esa condición de liderazgo.

Así, los partidos políticos en Costa Rica, hoy son organizaciones sin neuronas políticas y sin redes neuronales. En el reino animal los animales tienen distinta cantidad de neuronas, desde pocas hasta millones, como en los seres humanos. En el reino de los animales políticos nacionales, los partidos políticos, en sus directorios políticas nacionales no llegan a dos decenas. Y así como hay animales que tampoco tienen neuronas, en el mundo político nacional pareciera que hay partidos políticos que carecen también de neuronas, que les permitan actuar y reaccionar.

Así las cosas, las elecciones reflejan esta realidad. Tiene razón Guillermo Constenla, principal neurona del Partido Liberación Nacional, en su condición de Presidente de esta agrupación, cuando dice, con toda franqueza, que como partido, pero es válido para todos los partidos, históricamente no se han preocupado por desarrollar los liderazgos femeninos regionales y que esa es una dificultad que afrontan para las próximas elecciones en consideración a la igualdad paritaria horizontal cantonal.

Por las leyes de la igualdad vertical que se han impuesto, que ayudan en esta dirección, hoy tenemos que el 72% de los alcaldes son hombres y que el 72% de los vicealcaldes son mujeres. ¿Se puede forzar algo más en esta dirección? Esto sigue siendo un dilema. Es sobre todo un problema de la realidad de cada región.

Por ahora no veo cómo se puede obligar a la paridad horizontal en todos los cantones. La paridad horizontal, en cualquier caso, solo podría alcanzar a los partidos que en una misma provincia tengan candidaturas en diversos cantones de esa provincia, pero ello chocaría en la realidad con las condiciones propias y particulares de cada cantón, de sus regionalismos, de sus propias identidades.

La paridad horizontal a nivel provincial que se ha impuesto a los partidos políticos deviene del carácter nacional que tienen los diputados electos. Los diputados son electos por la Nación y pueden ser electos por cualquier provincia aún cuando no pertenezcan ni vivan en ellas. Pero a nivel cantonal, para ser candidato se requiere, se exige, es condición obligada, vivir en el cantón con un determinado tiempo de residencia en el mismo. Esta es la diferencia. Por ello los liderazgos cantonales, de hombres o de mujeres, tienen que ser respetados en su realidad.

A nivel vertical en cada papeleta cantonal ya se tiene que considerar la igualdad de género, sea que encabece un hombre o una mujer y así alternen en el resto de la papeleta. Pero a nivel horizontal, en un mismo cantón, es difícil igualar esta situación aún cuando un mismo partido actúa en dos o más cantones en una misma provincia. Por otro lado, los partidos que participan solos, en cada cantón, no se les obliga a que encabecen sus papeletas con mujeres, lo que podría crear una desigualdad constitucional con los otros partidos cantonales, a los que sí les obligarían a encabezar con mujeres en un mismo cantón.

La segunda situación es la falta de capacitación y desarrollo de liderazgos femeninos en el interior de los partidos políticos. Que hayan diputadas y que se hagan sentir no es suficiente.

Se necesitan mujeres políticamente activas en el interior de los partidos desde las bases hasta las alturas, desde los distritos y cantones, hasta las provincias y a nivel nacional. En mi cantón, La Unión, Tres Ríos, de Cartago, la verdad es que yo no veo nada, absolutamente nada de labor partidaria, de ningún partido político, que los hay para cada elección. En mi Distrito, San Ramón, menos se percibe actividad partidaria alguna, y menos se sienten mujeres políticamente activas, de calle, de comunidad. Ni las regidoras ni síndicas. Hace 35 años cuando empecé a vivir en este Distrito, en este Cantón, se sentían con cierta fuerza los síndicos de la Unidad Social Cristiana y de Liberación Nacional y actuaban con los vecinos del barrio, fueran o no de sus tiendas políticas. Ya ni ellos se perciben.

El Ministerio de la Mujer y el Instituto de la Mujer, INAMU, debería tener entre sus altas prioridades esta capacitación política, estas orientaciones nacionales para, conjuntamente, con los partidos políticos, y el Instituto de Formación en Democracia, IFED, del Tribunal Supremo de elecciones, tengan actividades permanentes de capacitación y formación de liderazgos femeninos en todo el país, especialmente a estos niveles regionales. ¿De qué sirven políticamente las 300 organizaciones de mujeres que existen y que tienen registro público? Probablemente no están en la acción política, y eso sería natural. Están en los objetivos de luchas de sus respectivas organizaciones. Pero ello no las catapulta para su liderazgo político en el interior de los distintos partidos políticos, porque las organizaciones femeninas agrupan mujeres de distintos partidos políticos. Antes de 1990, especialmente, los partidos políticos tenían sus propias organizaciones femeninas.

La tercera situación es la propia debilidad de los partidos políticos a niveles distritales, cantonales y provinciales. El carácter presidencial de las campañas electorales no ayuda a impulsar y fortalecer los liderazgos regionales, a pesar de que hoy no hay liderazgos políticos nacionales fuertes, destacados, de líderes que por sí mismos generen noticia, provoquen debates, estimulen su seguimiento político. Los partidos políticos hoy no tienen pensadores políticos y la mayoría de los partidos políticos carecen de un referente doctrinario político, no se vinculan a ninguna teoría política, o doctrina política, o ideología política. Y cuando lo hacen lo realizan casi vergonzantemente. Y algunos militantes de estos partidos carecen de un buen conocimiento de sus teorías o doctrinas políticas y partidarias. En los últimos procesos electorales ningún partido ha planteado un modelo alternativo al modelo republicano, que tenemos, a su modelo de desarrollo institucional, económico, de estructura política ni de mejor funcionamiento de su democracia política, económica y social. Los programas electorales casi nada tienen que ver con esto, ni siquiera los partidos ubicados en el espectro político a la izquierda tienen una oferta alterna.

Los programas electorales provinciales no existen, porque las provincias ya no tiene la estructura de Gobernaciones que hasta 1998 tuvieron. Los programas electorales cantonales los hay en dos direcciones, el que agita cada candidato a alcalde y el que agitan los partidos para integrar el Concejo Municipal. A nivel distrital no se agitan programas. Y la realidad municipal y de las alcaldías hace que estos programas se neutralicen, a veces en grave conflicto entre el Concejo y el Alcalde respectivo.

Si no les damos poder a los Concejos Municipales, a los Regidores y a los Alcaldes, no fortaleceremos la idea del Gobierno Local, de la República cantonal en la que cada uno de nosotros vive.

Esto conduce en estos días a que algunos partidos tengan acercamientos para valorar posibilidades de coaliciones políticas para la próxima elección del primer domingo de febrero próximo. Pero, las elecciones empiezan públicamente en noviembre.

Creo que hay que avanzar en esta cultura política de coaliciones y de acuerdos políticos partidarios. Es buena para la gobernanza regional y nacional. Ojalá se logre algo en este sentido.

El riesgo de este proceso electoral municipal que se viene en cinco meses, para todos los partidos políticos, es la presencia de los grupos pentecostales con casi 4000 centros religiosos distribuidos en todo el país, con su propia agenda religiosa, con su militancia religiosa fiel, que se reúne semanalmente, que aportan económicamente a sus congregaciones, que reciben de estas congregaciones apoyos emocionales y materiales, que los partidos políticos nacionales no les procuran, y que las secciones de los partidos, a nivel provincial o cantonal, tampoco les cubren ni atienden.

Por ello urge politizar la vida política nacional. Esto es discutir políticamente los problemas nacionales y regionales, es organizar y fortalecer los partidos políticos como expresión, medio e instrumento ciudadano de participación política, de participación popular organizada, de conciencia social organizada, ojalá alrededor de los grandes problemas nacionales, como regionales. Es desarrollar líderes políticos más que líderes religiosos.

Los problemas nacionales no se resuelven con fórmulas religiosas, ni con cantos religiosos, ni con oraciones y rezos. Se resuelven con acciones políticas.


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