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Unidad ante la crisis y el peligro

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 07 septiembre, 2018


Sinceramente

Unidad ante la crisis y el peligro

Discusiones sin fin, huelgas insensatas que no agravan sino que profundizan los problemas y polarizan al país, presiones de grupos de interés, prensa resguardando sus intereses económicos, industriales, comerciantes y agricultores buscando un ladito, políticos tratando de llevar agua electoral a sus molinos, no son ni debieran ser los elementos de la receta para rescatar a Costa Rica de sus presentes graves y apremiantes problemas.

Doña Rocío Aguilar en toda su capacidad y su experiencia sabe muy bien la ruta a la catástrofe y el camino alterno para evitarlo. Don Rodolfo Piza con su sentido común y consabido patriotismo tiene claro que un sacrificio pequeño de todos puede llevarnos a grandes soluciones para todos. Don Carlos Alvarado intuye en su juventud que ser el presidente de una catástrofe económica y monetaria similar a la de los años ochenta no harían más que sepultar al menos a una generación y destruirían su legado político.

Todos están claros que se requiere reducción del gasto,  una mejor administración de los pluses, anualidades  e incentivos, una reducción dramática de las pensiones de hacienda, una supresión de la duplicación de competencias entre instituciones creadas con desatino en el pasado. A todos resulta claro que es menester reducir la planilla del sector público y de los poderes del estado pero también de las instituciones autónomas y de las municipalidades del país. Hay que darles el beneficio de nuestras dudas a doña Rocío, don Rodolfo y a don Carlos, hay que darles el apoyo de nuestras opiniones y el respaldo moral de nuestro sacrificio personal.

Es fácil criticarlo todo y escabullir la responsabilidad de lo que se venga. Eso no es responsable, ni es patriótico. Eso es no querer a Costa Rica y usar la catástrofe en ciernes para tener ganancias electorales.

Una gran devaluación acabará con las oportunidades de una generación y con las posibilidades de tornarnos en un país desarrollado en el futuro previsible.

Una gran devaluación acabaría con el equilibrio social, como la devaluación de los 80s destruyó los objetivos y posibilidades de muchos que no estudiaron, que no consiguieron trabajo, que pasaron más hambre de la que ya sufrían.

Una inflación y una devaluación golpeará de manera durísima a los que menos tienen, a los que carentes de estudio, destrezas para producir y ganar mejor se verán condenados a sufrir y sufrir sin límites.

No le hagamos eso a Costa Rica, no nos infrinjamos heridas a nosotros mismos. Dejemos atrás los tiros vivos de tonto que buscan provecho electoral sobre las cenizas de nuestra patria y de nuestro pueblo.

El país espera de manera impaciente, la patria está afectada por sus graves problemas, y algunos prolongan las decisiones legislativas y los argumentos retóricos en redes y medios para lograr exposición política, sacar pecho y expresar opiniones de lugares comunes.

Ya es el momento de dejar todo eso y hacernos cargo del costo de la fiesta que hemos vivido en estos últimos años.

No lloremos después nuestras malas decisiones cuando hoy podemos enmendar los yerros y salvar la economía y al país que es nuestro hogar común.

Este es el momento de la seriedad y del compromiso, del valor y del pago por los errores del pasado. De pie costarricenses, a defender nuestro país y el futuro de las futuras generaciones.

ebruce@larepublica.net

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