Una ilusión hecha realidad
| Miércoles 03 febrero, 2010
Una ilusión hecha realidad
Han tenido que pasar más de los 32 años que reportan los medios de comunicación para que se haya hecho realidad la ilusión de muchos por ver construida y en funcionamiento la nueva carretera que conecta San José con la costa del Pacífico.
Lo digo con propiedad porque en 1978 me correspondió el privilegio de servir como Ministro de Obras Públicas y Transportes y si bien es cierto que gran parte de los diseños del tramo entre Ciudad Colón y Orotina se realizaron en aquella administración, así como también es cierto que en ese periodo se hicieron las primeras gestiones de crédito para su construcción ante el Banco Centroamericano de Integración Económica, debo reconocer que los planes para esa gran obra venían de atrás, no puedo precisar cuánto atrás.
La crisis fiscal que se originó precisamente en esos años y que todavía persiste, es la causante de que el gobierno nunca tuviera los recursos públicos suficientes para lanzarse con seriedad a ejecutar semejante obra.
Así lo entendimos al inicio de la administración Rodríguez Echeverría, en 1998, cuando nos encontramos ante la decisión de las autoridades que nos precedieron de abandonar sus intentos por construir ese tramo de vía. El problema que enfrentaron en los trámites judiciales para la expropiación de los derechos de vía fue la razón que se adujo para tan concluyente resolución, pero lo cierto es que tampoco estaban disponibles los dineros públicos para licitar toda la construcción. Habían contratado la construcción de cinco puentes mayores, pero suspendieron las obras antes de su inicio.
Para garantizar la posibilidad de poder hacer realidad lo que se mantenía como una simple ilusión fue que, al arranque no más de la nueva administración, se adoptaron las decisiones que ahora permiten celebrar, finalmente, la puesta en operación de una moderna vía entre San José y Caldera.
Con la valiosísima participación de la Procuraduría General de la República se logró solucionar el problema en el trámite de las expropiaciones y paralelamente se optó por realizar el proyecto bajo el esquema de concesión de obra pública.
Aun así, fue necesario salvar un escollo financiero, pues los primeros estudios determinaron que la construcción, bajo ese modelo, exclusivamente del tramo entre Ciudad Colón y Orotina, no era viable por lo elevado del costo de la obra que obligaba al pago de una tarifa socialmente inaceptable. Esa fue la razón que llevó a extender la longitud del proyecto, para que se originara en San José y concluyera en Caldera. Desde luego que esa alternativa significó hacer nuevos diseños para satisfacer las demandas de mayores volúmenes de tránsito, especialmente en las zonas urbanas, para modernizar las intersecciones y para mejorar las estructuras de pavimentos y de puentes.
Pero además se hizo necesario inyectarle al proyecto recursos públicos, para lo cual se decidió reactivar la construcción de los puentes mayores. Por cierto que para eso fue indispensable realizar nuevos diseños, porque los que se habían licitado eran demasiado antiguos y la actualización de los estudios geológicos recomendó hacer cambios sustanciales en los apoyos de fundación.
Todo se consiguió hacer, diseños, estudios de viabilidad técnica y financiera, licitación, adjudicación y contratación, en un corto periodo de tres años. El monto del contrato, que se firmó en 2001, fue por $143 millones.
Nueve años después, estamos celebrando la finalización de la etapa de construcción de aquel contrato. Los costos se elevaron al punto que alcanzan los $360 millones. La magnitud de ese incremento hace posible que el Gobierno tenga que hacer una revisión del monto de las tarifas actuales. La verdad es que toda la tramitomanía, que ha tomado nueve años, deja un sabor agridulce pues a la vez que hay mucho que celebrar, existen circunstancias que exponen la ineficiencia de las instituciones públicas en el manejo de este tipo de licitaciones por concesión de obra pública.
Por encima de todo, para muchos, y para mí en particular, significa una ilusión hecha realidad.
Rodolfo Méndez Mata
Exministro de Obras Públicas y Transportes
Han tenido que pasar más de los 32 años que reportan los medios de comunicación para que se haya hecho realidad la ilusión de muchos por ver construida y en funcionamiento la nueva carretera que conecta San José con la costa del Pacífico.
Lo digo con propiedad porque en 1978 me correspondió el privilegio de servir como Ministro de Obras Públicas y Transportes y si bien es cierto que gran parte de los diseños del tramo entre Ciudad Colón y Orotina se realizaron en aquella administración, así como también es cierto que en ese periodo se hicieron las primeras gestiones de crédito para su construcción ante el Banco Centroamericano de Integración Económica, debo reconocer que los planes para esa gran obra venían de atrás, no puedo precisar cuánto atrás.
La crisis fiscal que se originó precisamente en esos años y que todavía persiste, es la causante de que el gobierno nunca tuviera los recursos públicos suficientes para lanzarse con seriedad a ejecutar semejante obra.
Así lo entendimos al inicio de la administración Rodríguez Echeverría, en 1998, cuando nos encontramos ante la decisión de las autoridades que nos precedieron de abandonar sus intentos por construir ese tramo de vía. El problema que enfrentaron en los trámites judiciales para la expropiación de los derechos de vía fue la razón que se adujo para tan concluyente resolución, pero lo cierto es que tampoco estaban disponibles los dineros públicos para licitar toda la construcción. Habían contratado la construcción de cinco puentes mayores, pero suspendieron las obras antes de su inicio.
Para garantizar la posibilidad de poder hacer realidad lo que se mantenía como una simple ilusión fue que, al arranque no más de la nueva administración, se adoptaron las decisiones que ahora permiten celebrar, finalmente, la puesta en operación de una moderna vía entre San José y Caldera.
Con la valiosísima participación de la Procuraduría General de la República se logró solucionar el problema en el trámite de las expropiaciones y paralelamente se optó por realizar el proyecto bajo el esquema de concesión de obra pública.
Aun así, fue necesario salvar un escollo financiero, pues los primeros estudios determinaron que la construcción, bajo ese modelo, exclusivamente del tramo entre Ciudad Colón y Orotina, no era viable por lo elevado del costo de la obra que obligaba al pago de una tarifa socialmente inaceptable. Esa fue la razón que llevó a extender la longitud del proyecto, para que se originara en San José y concluyera en Caldera. Desde luego que esa alternativa significó hacer nuevos diseños para satisfacer las demandas de mayores volúmenes de tránsito, especialmente en las zonas urbanas, para modernizar las intersecciones y para mejorar las estructuras de pavimentos y de puentes.
Pero además se hizo necesario inyectarle al proyecto recursos públicos, para lo cual se decidió reactivar la construcción de los puentes mayores. Por cierto que para eso fue indispensable realizar nuevos diseños, porque los que se habían licitado eran demasiado antiguos y la actualización de los estudios geológicos recomendó hacer cambios sustanciales en los apoyos de fundación.
Todo se consiguió hacer, diseños, estudios de viabilidad técnica y financiera, licitación, adjudicación y contratación, en un corto periodo de tres años. El monto del contrato, que se firmó en 2001, fue por $143 millones.
Nueve años después, estamos celebrando la finalización de la etapa de construcción de aquel contrato. Los costos se elevaron al punto que alcanzan los $360 millones. La magnitud de ese incremento hace posible que el Gobierno tenga que hacer una revisión del monto de las tarifas actuales. La verdad es que toda la tramitomanía, que ha tomado nueve años, deja un sabor agridulce pues a la vez que hay mucho que celebrar, existen circunstancias que exponen la ineficiencia de las instituciones públicas en el manejo de este tipo de licitaciones por concesión de obra pública.
Por encima de todo, para muchos, y para mí en particular, significa una ilusión hecha realidad.
Rodolfo Méndez Mata
Exministro de Obras Públicas y Transportes