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Una fiesta inolvidable

Dinia Vargas dvargas@larepublica.net | Miércoles 09 julio, 2014


El avión aterrizó con Ruiz y Navas saludando por las ventanas.Marco Monge y AFP/La República


Una fiesta inolvidable

La Selección Nacional vivió su gran día en un homenaje que se extendió por horas

La Selección Nacional llegó al país y fue recibida por todo lo alto. Aplausos, gritos, cánticos, pancartas y un sinfín de gestos más, la afición elogió a sus jugadores.
Calles teñidas completamente de rojo fue lo que se encontraron los seleccionados a su llegada al Aeropuerto Juan Santamaría.
Una celebración espectacular, inolvidable, que comenzó desde que la Tricolor aterrizó en el Aeropuerto Juan Santamaría a las 2.30 p.m. y se extendió por horas, en un recorrido por la pista General Cañas para terminar en la tarima ubicaba la estatua de León Cortés.

Los aficionados se acercaron a la carroza y pudieron conseguir sus autógrafos.AFP/La República

Llegada al aeropuerto

El vuelo donde venía la Sele, que se atrasó un par de horas, terminó aterrizando en suelo costarricense a 2.30 p.m. luego de sobrevolar unos 15 minutos el país.
Ya sobre la pista los bomberos les rindieron homenaje creando un arco de agua para que el avión pasara, en el cual se observaba a Bryan Ruiz y Keylor Navas sacar sus cabezas por las ventanas principales y saludar a la afición que ya estaba congregada alrededor del aeropuerto.
Navas ondeaba una bandera tricolor y Ruiz tenía en su mano una de las camisas utilizadas en el Mundial.

Luego comenzó el desfile por la rampa del avión, federativos y personal administrativo bajaron primero donde los esperaba el presidente de la República, Luis Guillermo Solís.
Después apareció un emocionado Jorge Luis Pinto, que saludó con la mano y hasta algunas lágrimas rodaban por sus ojos. Paulo César Wanchope…
Hasta que por fin aparecieron los jugadores, el primero fue el defensor Giancarlo González, seguido de Michael Umaña… Apareció Joel Campbell… Y de penúltimo lo hizo Keylor Navas, él más aplaudido y quien en su mano tenía uno de los premios que le dieron como mejor jugador del partido.
Mientras que el último en bajar fue Ruiz.
Tras entonar el Himno Nacional, Pinto dio las primeras palabras. “¡Que viva Costa Rica! Gracias, Costa Rica, por su apoyo. Me siento orgulloso y todavía (estos jugadores) van a dar más. El cuerpo técnico, los jugadores, los directivos les agradecemos su apoyo”.
Seguidamente tocó el turno del capitán Ruiz, quien agradeció el apoyo y luego continuó recordando que “nosotros nos fuimos como cenicientas, pero regresamos como triunfadores, gracias al apoyo de la afición y de todo Costa Rica”.
“Soñemos todos, porque desde ya nosotros estamos soñando con Rusia 2018”, dijo hablando sobre el futuro.
Por último el presidente Solís dedicó unas palabras a los seleccionados.
“Ustedes son los héroes de Costa Rica, gracias por cada partido, cada minuto, por dejar el corazón por Costa Rica.
Gracias por los goles que metieron, que pararon y sobre todo, por llevar los colores Tricolor a lo más alto”.
Fueron unas cortas palabras para después revelar la placa en homenaje.
Así llegó el momento de montarse en la carroza.

Un viaje interminable

Ya todos en la carroza llegó el momento de desfilar por unas calles ticas, teñidas de rojo total.
La carroza permitía el contacto con los aficionados, que entonaron todo tipo de cánticos en apoyo de la Tricolor y aplaudieron a sus jugadores.
El “oé oé oé oé ticos” fue el que más sonó.
El trayecto del aeropuerto a la tarima ubicada en la estatua de León Cortés se hizo interminable por la cantidad de personas que estaban sobre la pista General Cañas.
Los alrededores del aeropuerto estaban colmados de aficionados, lo que casi impedía que la carroza pudiera avanzar. Sectores como donde se encuentra Firestone, el Real Cariari, el puente Juan Pablo II también estaban cargados de aficionados.
La Tricolor, que salió pasadas las 3 p.m. del Juan Santamaría terminó llegando después de las 7 p.m. a la Sabana donde estaba programada la fiesta.
Se pudo observar como los aficionados también corrían cerca del coche que transportaba a los seleccionados, para pedirles autógrafos o dedicarles unas palabras más de cerca.
El técnico de la Tricolor, Jorge Luis Pinto, también fue de los más ovacionados por la afición, que corearon su nombre y le pedían que se quedara.

La tarima
La personas comenzaron a llegar al que sería el lugar principal desde tempranas horas del día, para agarrar un buen espacio y poder compartir de cerca con los seleccionados.
Sin embargo, la espera fue eterna. El trayecto desde el aeropuerto hacia la estatua de León Cortés se hizo muy largo y las horas pasaron.
Aun así la afición se llenó de paciencia y esperó hasta que por fin la caravana con sus héroes apareció.
Era una multitud interminable, que cantó y ondeó banderas a más no poder.
Mientras los jugadores subieron a la tarima para recibir más halagos. Ahí a pesar de las horas de vuelo y de celebración, disfrutaron cada momento, cantaron, aplaudieron, saludaron, tiraron besos hasta avanzada la noche.
Fue un momento que marcará la historia del país y que deja un presente, con un mensaje, si desean vivir una fiesta similar ya saben lo que la gente quiere para Rusia 2018. El reto será otra vez mayúsculo, pero ellos demostraron que sí se puede.

 

Dinia Vargas
dvargas@larepublica.net
@dvargasLR

 







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