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Jueves, 28 de marzo de 2024



EDITORIAL


Una apertura sin planificación correcta

Se deben buscar alternativas para un agro en graves problemas por falta de un plan oportuno que pusiera a caminar al país sin aumentar la pobreza

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 14 noviembre, 2011


Editorial


El futuro de muchos agricultores luce complicado, dice una nota de este medio hoy. En efecto, aun si la reforma fiscal fracasara, el bajo nivel productivo de la mayoría de los alimentos amenaza con la quiebra a muchos en ese sector, a corto o mediano plazo.

El libre mercado ahora permite la importación sin barreras de los productos de otros países, lo cual genera ganancias a quienes hacen el negocio y podría reducir los costos para el consumidor, pero significa un grave problema para los agricultores que ya no podrán alimentar a sus familias con la única actividad que saben realizar: cultivar la tierra.

A la baja productividad hay que sumar que el costo de cultivar alimentos frescos en este país es bastante más alto que en otros porque además de que hay mayor justicia en el pago de la mano de obra, los combustibles y los agroquímicos son mucho más caros aquí.

A lo anterior hay que agregar que se están revalorando las fincas encareciendo el valor de esas tierras hasta en un 1.400% por lo que ahora los campesinos que cultivan una pequeña parcela, a veces apenas para subsistencia, tendrán que pagar impuestos como si se dedicaran a cualquier otra actividad mucho más lucrativa. Esto también los conducirá a perder su única fuente de trabajo.

Todo un panorama sumamente negativo para el país que debió ser previsto, como lo hemos manifestado en otras oportunidades, cuando se estaban haciendo los esfuerzos para lograr que se diera la necesaria apertura comercial. Pero no se hizo.

Es evidente que no se trazó oportunamente un proyecto país que marcara el camino de las medidas y tareas que se habrían de realizar para capacitar a varios sectores a fin de que fueran competitivos cuando se diera la apertura.

Hacerlo habría evitado los graves problemas que hoy enfrentan no solo el agro sino la mayoría de las pequeñas empresas que tampoco fueron preparadas a tiempo. Habría sido poner a caminar a Costa Rica pero sin aumentarle pobreza y desigualdad, con sus lamentables consecuencias.

Ahora, ante los resultados de la falta de planificación adecuada y oportuna, se deben buscar alternativas para evitar que un movimiento de campesinos hacia las ciudades en busca de subsistencia los lleve a engrosar círculos de pobreza donde penetran con facilidad la droga, la delincuencia y en general los generadores de violencia social.

La desocupación es el mejor caldo de cultivo para ello y a este campesinado que se dejó en el olvido, no se le está dejando a la vista más perspectiva que el desempleo.










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