Un Sherlock Holmes violento y trastornado
| Lunes 28 diciembre, 2009
Un Sherlock Holmes violento y trastornado
La nueva película del detective se estrena este viernes en el país
Londres
EFE
Además de misógino y sagaz, Sherlock Holmes aparece en la última película dedicada al detective creado por Arthur Conan Doyle como un personaje de carácter violento y trastornado, un perfil más complejo y no tan conocido.
Con barba de pocos días pero cuidadosamente recortada, amplios conocimientos de las artes marciales y una necesidad de desfogarse que le lleva a participar en las peleas que se organizan en un pub irlandés de mala muerte, Holmes se convierte en un atípico hombre de acción en el filme dirigido por Guy Ritchie.
Encarnado por el actor estadounidense Robert Downey Junior, la imagen del detective mantiene, al menos en parte, el porte de caballero inglés tradicional —incluida su sempiterna pipa en la boca—, aunque la combina con otras características menos conocidas, como lo caótico de su vida privada.
Si bien sigue utilizando el intelecto para ir avanzando en sus investigaciones, el detective británico no rehúye la confrontación.
Sherlock sigue acompañado de su fiel escudero, el doctor Watson, interpretado por un Jude Law que solo recuerda en el bigote al original, un tipo más bien bajito y regordete.
Juntos se enfrentan a la amenaza que supone Lord Blackwood (Mark Strong), un amante de las ciencias ocultas culpable de una serie de asesinatos a quien detienen y deben volver a encontrar después de que parece haber resucitado de entre los muertos.
El film también hace mención a la tortuosa atracción que siente Sherlock por Irene Adler (Rachel McAdams), no menos guapa que la pareja del doctor Watson, Mary (Kelly Reilly).
La película lo muestra como una persona sarcástica, sobre todo con los agentes de policía, incapaces de estar a su altura, y que además guarda un profundo interés por la ciencia que le lleva a realizar experimentos en su propia residencia.
Ritchie afronta con este filme su primera experiencia en el mundo de las grandes producciones, un reto que podría relanzar su por el momento discreta carrera, en la que solo destaca “Snatch” (2000).
La nueva película del detective se estrena este viernes en el país
Londres
EFE
Además de misógino y sagaz, Sherlock Holmes aparece en la última película dedicada al detective creado por Arthur Conan Doyle como un personaje de carácter violento y trastornado, un perfil más complejo y no tan conocido.
Con barba de pocos días pero cuidadosamente recortada, amplios conocimientos de las artes marciales y una necesidad de desfogarse que le lleva a participar en las peleas que se organizan en un pub irlandés de mala muerte, Holmes se convierte en un atípico hombre de acción en el filme dirigido por Guy Ritchie.
Encarnado por el actor estadounidense Robert Downey Junior, la imagen del detective mantiene, al menos en parte, el porte de caballero inglés tradicional —incluida su sempiterna pipa en la boca—, aunque la combina con otras características menos conocidas, como lo caótico de su vida privada.
Si bien sigue utilizando el intelecto para ir avanzando en sus investigaciones, el detective británico no rehúye la confrontación.
Sherlock sigue acompañado de su fiel escudero, el doctor Watson, interpretado por un Jude Law que solo recuerda en el bigote al original, un tipo más bien bajito y regordete.
Juntos se enfrentan a la amenaza que supone Lord Blackwood (Mark Strong), un amante de las ciencias ocultas culpable de una serie de asesinatos a quien detienen y deben volver a encontrar después de que parece haber resucitado de entre los muertos.
El film también hace mención a la tortuosa atracción que siente Sherlock por Irene Adler (Rachel McAdams), no menos guapa que la pareja del doctor Watson, Mary (Kelly Reilly).
La película lo muestra como una persona sarcástica, sobre todo con los agentes de policía, incapaces de estar a su altura, y que además guarda un profundo interés por la ciencia que le lleva a realizar experimentos en su propia residencia.
Ritchie afronta con este filme su primera experiencia en el mundo de las grandes producciones, un reto que podría relanzar su por el momento discreta carrera, en la que solo destaca “Snatch” (2000).