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ACCIÓN


Un empate de hormonas

Cristian Williams cwilliams@larepublica.net | Sábado 19 junio, 2010




Un empate de hormonas
Estados Unidos jugó para ganar, pero sufrió para empatar

Qué difícil es jugar mucho mejor que el rival, dominar por completo, merecer ganar y al final de los 90 minutos tener que conformarse con un empate. Así le sucedió a Estados Unidos, que igualó 2-2 ante Eslovenia.
En uno de los partidos más emotivos que se han realizado en el mundial de Sudáfrica, los estadounidenses, pese a ser superiores al rival, debieron venir de atrás, con un 2-0 que se hizo grande y casi no lo logran.
Valter Birsa, volante del Auxerre de Francia, dio la primera sorpresa al sacar un remate desde fuera del área, con potencia medida pero impecable dirección, que ayudado por los movimientos de la polémica “Jabulani” se incrustó en el marco de Tim Howard.
A partir de ese instante las acciones se desarrollaron en los 16,50 metros del área de los europeos, en un dominio asfixiante de Estados Unidos, que luchó con todo en busca del empate.
Bob Bradley había decidido darle la batuta de su equipo a José Francisco Torres, un error que corrigió en el descanso tras comprobar que el reto le quedaba grande.
Cuando el empate parecía inminente, ante el dominio intenso, se dio todo lo contrario y fue Eslovenia la que aumentó el marcador, aprovechando los espacios dejados por la retaguardia americana.
Ljubijankic, tras una gran asistencia de Novakovic, se fue solo ante Howard y con una frialdad acorde con la que se vivía en el estadio, logró rematar cruzado para el 2-0.
Llegó el descanso y tras la reanudación ingresaron Edú y Feilhaber en Estados Unidos, convencidos de que se le podía dar vuelta al marcador.
La primera señal se dio a los tres minutos tras una gran corrida de Donovan por la derecha, se internó al área, buscó la línea de fondo y cuando se esperaba un centro, fusiló a Handanovic y acortó distancias con el 1-2.
El empate y la victoria ya parecían más cercanos, se veía el desplome de los europeos, pero nada de eso sucedió. Los minutos transcurrían y el marcador no cambiaba.
Se sucedieron las aproximaciones en ambas áreas. Cuando parecía que el anhelado empate no iba a llegar, surgió de nuevo el hijo del entrenador para salvar la cabeza de su padre y poner el 2-2.
Fue un gol tras un contraataque, con Bradley entrando por el medio al más puro estilo “center”, como en el baloncesto, para recibir una asistencia y hacer el empate.

Cristian Williams y EFE
cwilliams@larepublica.net






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