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Un consenso, ¿para qué?

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 31 agosto, 2016


Un plan nuevo que permitiera multiplicar el ingreso per cápita posibilitaría continuar financiando los servicios del sector público y hasta ampliarlos sin necesidad de estar pidiendo prestado internamente o en el exterior

Un consenso, ¿para qué?

Más de un líder político actual habla sobre la necesidad de formar un “gobierno de consenso” en 2018; argumentan que el fraccionamiento de los partidos ha llevado al estancamiento y al “pataleteo”. Cada uno de los que hacen un llamado a esta “unidad” también visualiza que “él” sería el ideal para encabezar y liderar una administración que incorpore a todas las corrientes políticas.

Estos “aspirantes al poder” y sus allegados, como ha sido la norma en la mayoría de los asuntos políticos en años recientes, cometen el error de hacer énfasis en la forma y no en el fondo de lo que pudiera ser la solución al gran reto que confronta al pueblo costarricense. La verdad es que lo que hace falta es un plan para las próximas dos décadas y luego se podría contratar a un líder unificador que lo ejecute. Sería un error grave contratar al líder primero y que este luego comenzara a hacer los planes; actuar así es casi asegurar la continuación del gobierno predatorio que cada vez más se revela en el país.
Cuando quedó Costa Rica en crisis en la década de 1980, se formó una institución para desarrollar un plan para rescatarlo. Un conjunto de los profesionales más talentosos se agruparon en CINDE y estos, con el apoyo de la administración presidencial de Luis Alberto Monge, diseñaron una estrategia para transformar un país que fundamentalmente se dedicaba al cultivo de café, banano, azúcar y carne para la exportación en un dínamo productivo. Los tres ejes —promoción de turismo, diversificación de agricultura, y la introducción de un plantel industrial de liviano impacto— transformaron la economía y causaron la multiplicación del ingreso per cápita por un factor de cinco.
¿Podría CINDE repetir el esfuerzo de hace casi 40 años y formular un modelo nuevo de desarrollo para la nación? Su presidente, Luis Gamboa Arguedas, es un hombre visionario; ¿podrá encontrar un grupo capaz de formular ese plan? Hasta pudieran permitir participar algún político siempre y cuando este no intentara dominar el proceso con su “sapiencia”. Los que participan en este proceso, igual que en los años 80, tendrían que ser pagados y no podrían ser muchos.
¿Y el sector público? La crisis de los 80 se produjo cuando se edificó una estructura estatal demasiado grande que tuvo que ser financiada vendiendo tres o cuatro productos agrícolas en el exterior. Aunque se redujo ese sector un poco, lo que se buscó con el plan de CINDE fue crear un sector productivo que pudiera mantener al público que construía obras públicas, educaba, protegía, y apoyaba a los más necesitados.
Un plan nuevo que permitiera multiplicar el ingreso per cápita posibilitaría continuar financiando los servicios del sector público y hasta ampliarlos sin necesidad de estar pidiendo prestado internamente o en el exterior.
Se tendría que preparar pronto este plan para después ver entre los oferentes para ocupar la presidencia en 2018 cuál es el más capaz de ejecutar lo que se necesita.

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