Un vacío sensible
| Miércoles 02 julio, 2008
Un vacío sensible
Costa Rica desconoce cuántos de sus niños son obligados a trabajar y sorprendentemente este vacío estadístico lleva siete años. La última encuesta de trabajo infantil se realizó en este país en 2001.
Tal y como lo informa hoy LA REPUBLICA, desde entonces ni el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), ni el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), ni el Patronato Nacional de la Infancia ni ninguna otra institución se han dado a la tarea de compilar oportunamente estas cifras, que sin duda repercutirán en el futuro de nuestra sociedad.
Estas omisiones no solo pueden estar perjudicando a toda una generación que queda a la deriva, sino que someten al país a una cadena de errores al no poder desarrollar proyectos puntuales para impactar de forma directa a la población afectada y conseguir un cambio para los menores que sufren esta situación.
Las autoridades no pueden ni deben pasar por alto el costo y las consecuencias de que en plena etapa de crecimiento y desarrollo integral exista una población menor que está viendo frustrado ese proceso en razón de que es obligada a la realización de actividades económicas.
La falta de fondos, que argumentan el INEC y el MTSS, no es una justificación válida cuando median derechos humanos de menores.
No podemos ser insensibles e indiferentes al abuso de pequeños inocentes que justo cuando deberían estar formándose y construyendo las herramientas para convertirse en ciudadanos de bien, se estén perdiendo una etapa necesaria para su desarrollo.
Existen países más pobres que el nuestro que sí han logrado tener los registros al día, lo cual les permite tener una idea del número, la situación económica y la ubicación geográfica de los niños obligados a trabajar y de esta manera atacar el problema.
“La ausencia de datos hace que hablemos de conjeturas. Costa Rica es el único país de Centroamérica que no cuenta con indicadores aptos para conocer el estado del trabajo infantil”, las palabras de Guillermo Dema, coordinador subregional del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil, nos descubren una triste realidad. Ahora que la conocemos es hora de actuar.
Costa Rica desconoce cuántos de sus niños son obligados a trabajar y sorprendentemente este vacío estadístico lleva siete años. La última encuesta de trabajo infantil se realizó en este país en 2001.
Tal y como lo informa hoy LA REPUBLICA, desde entonces ni el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), ni el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), ni el Patronato Nacional de la Infancia ni ninguna otra institución se han dado a la tarea de compilar oportunamente estas cifras, que sin duda repercutirán en el futuro de nuestra sociedad.
Estas omisiones no solo pueden estar perjudicando a toda una generación que queda a la deriva, sino que someten al país a una cadena de errores al no poder desarrollar proyectos puntuales para impactar de forma directa a la población afectada y conseguir un cambio para los menores que sufren esta situación.
Las autoridades no pueden ni deben pasar por alto el costo y las consecuencias de que en plena etapa de crecimiento y desarrollo integral exista una población menor que está viendo frustrado ese proceso en razón de que es obligada a la realización de actividades económicas.
La falta de fondos, que argumentan el INEC y el MTSS, no es una justificación válida cuando median derechos humanos de menores.
No podemos ser insensibles e indiferentes al abuso de pequeños inocentes que justo cuando deberían estar formándose y construyendo las herramientas para convertirse en ciudadanos de bien, se estén perdiendo una etapa necesaria para su desarrollo.
Existen países más pobres que el nuestro que sí han logrado tener los registros al día, lo cual les permite tener una idea del número, la situación económica y la ubicación geográfica de los niños obligados a trabajar y de esta manera atacar el problema.
“La ausencia de datos hace que hablemos de conjeturas. Costa Rica es el único país de Centroamérica que no cuenta con indicadores aptos para conocer el estado del trabajo infantil”, las palabras de Guillermo Dema, coordinador subregional del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil, nos descubren una triste realidad. Ahora que la conocemos es hora de actuar.