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Un talento sin igual

| Jueves 06 marzo, 2008




Un talento sin igual

• Con una interpretación inmejorable, Marion Cotillard enaltece la biografía de la cantante Edith Piaf

La vida en rosa
(La Mome)

Dirección: Olivier Dahan.
Reparto: Marion Cotillard, Sylvie Testud, Emmanuelle Seigner, Gérard Depardieu.
Duración: 2.20.
Origen: Francia-Inglaterra-República Checa 2007.
Calificación: 8.

Gracias a su voz privilegiada y su talento sin iguales, la cantante Edith Piaf (1915-1963) se convirtió en un símbolo imperecedero de la cultura francesa. Casi medio siglo después de su muerte, su extraordinaria popularidad no ha mermado. Era de esperar que alguien llevara al cine su trayectoria, desde la miseria hasta el estrellato, pues se trata de una típica historia de esfuerzo y superación, de aquellas que agradan al público masivo.
Aunque su planteamiento es bastante convencional, siguiendo el esquema tradicional de las películas de corte biográfico, “La vida en rosa” cuenta con dos grandes atractivos, que la convierten en una experiencia irresistible: una arrolladora banda sonora y una sublime labor histriónica de Marion Cotillard, merecedora del premio Oscar como mejor actriz principal.
Coescrita y dirigida por Olivier Dahan, la cinta cubre todas las facetas principales de Edith Giovanna Gassion, empezando por su infancia desdichada. Abandonada por su madre, fue criada en un sórdido burdel parisiense, hasta que su padre, un humilde artista de circo, llegó a reclamarla. Mientras lo acompañaba, ella tuvo la oportunidad de estrenar su voz cristalina. Terminó cantando a cambio de limosna, hasta que fue descubierta por el empresario Louis Leplée. Este le puso como apodo “Piaf” (gorrión), le consiguió un maestro de música y lanzó su carrera. Otros aspectos relevantes de su existencia, incluyen su romance con el campeón de boxeo Marcel Cerdan; y su adicción al alcohol y a la morfina, lo cual debilitó su salud y la llevó a una muerte prematura.
Los eventos son relatados en forma no cronológica, mediante continuos saltos a través del tiempo. Al principio, esta estructura fragmentaria sirve para enganchar el interés del espectador y obligarlo a poner atención a todo lo que acontece en pantalla. Sin embargo, pronto queda claro que ninguna razón justifica semejantes malabarismos. Algunas transiciones resultan totalmente gratuitas, y quedan muchos cabo sueltos. Cuesta entender por qué se dejó para el final una revelación importante, que habría ayudado a comprender mejor la fragilidad emocional de la protagonista.
A pesar de este desorden narrativo, y de una dirección tan funcional como poco inspirada, “La vida en rosa” cobra intensidad, debido al estupendo trabajo de Marion Cotillard. Aun cuando se limita a mover sus labios, mientras en el fondo suena la voz original de Edith Piaf, Cotillard se compenetra a la perfección con su personaje, concretando una interpretación realmente inmejorable.






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