Un gobierno nacional o un gobierno de oportunistas y de clientelistas
Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 25 abril, 2018
Pizarrón
Un gobierno nacional o un gobierno de oportunistas y de clientelistas
El esfuerzo que hace el presidente electo Carlos Alvarado de integrar un gobierno nacional, como lo ha llamado, de cara a la celebración del Bicentenario de la Independencia del país, y de lo que ello puede significar como proyecto histórico a partir de 2021, no está resultando fácil de realizar. Por ello también su imposibilidad, hasta hoy, de anunciar la integración de gabinete con relativa distancia de la toma de posesión, a 12 días de asumir la conducción del país, para que los nuevos ministros realicen los contactos del caso para la sucesión ministerial respectiva, lo que siempre se acostumbra.
Estoy de acuerdo con el esfuerzo que hace el presidente electo. Es la primera vez que se impulsa un proyecto de este tipo para iniciar un gobierno. Es cambiar el estilo de como se ha venido gobernando el país. Es asumir un reto ante la inmediatez de asumir gobierno, pero es mayor el desafío ante el país por lo que se espera de este resultado.
La esencia de la propuesta del presidente electo es llamar a gobierno, es decir a formar parte de él, en su Consejo de Ministros, a los partidos que eligieron diputados el pasado 4 de febrero, en el entendido de que esa integración se hará con base a un mínimo de acuerdos, especialmente legislativos, que deben impulsarse. Los partidos que así lo asuman tienen posibilidad de nombrar ministros proporcionalmente a su tamaño parlamentario, u otros miembros de sus partidos en instituciones públicas, del Estado, en sus juntas directivas. Igualmente, los partidos que se integren mantienen su independencia política frente al gobierno y su partido, y su control político parlamentario, en todo aquello que no esté en el Pacto Legislativo. Del mismo modo, si uno de los partidos rompe el Pacto Legislativo pierde su campo en el Consejo de Ministros. Esta es la esencia de la propuesta del presidente electo que ha lanzado como puente a los partidos que eligieron diputados.
De todos ellos solo dos, abiertamente han dicho públicamente que aceptan la propuesta, el Frente Amplio, que tiene un único diputado, y el Partido Integración Nacional, que eligió cuatro diputados, de los cuales uno de ellos ya se independizó de la fracción, por lo que actuará como diputado independiente.
En el caso del Partido Integración Nacional la discusión con el nuevo gobierno no es ir a Consejo de Ministros, sino que se le hagan nombramientos en juntas directivas, cuyo plazo de nombramiento es por ocho años y no por los cuatro que puede durar un ministro. Evidencia así, claramente, un interés clientelista, oportunista, de rapiña de las instituciones del Estado.
Situación similar enfrenta el Partido Unidad Social Cristiana en sus huestes electas parlamentariamente, y algunos de sus dirigentes regionales, que únicamente están pensando, desde ahora, en sus particulares intereses personales y familiares, buscando negociar, diputado por diputado, con el Gobierno entrante qué pueden sacar de esta oferta del presidente electo, en nombramiento de puestos, también en juntas directivas. Este es el peor escenario para un Partido que se presentaba ante la opinión pública como renovado. Lo que evidencia, igual que lo hacen los de Integración Nacional, es nada más la cuadrilla de aspirantes de puestos públicos, que pueden haber sido nombrados. Por otro lado, al interior de esta fracción se han evidenciado fricciones con quien ha levantado ese partido en las últimas dos campañas electorales, Rodolfo Piza Rocafort, en términos de no aceptar su posición de colaborar con el gobierno entrante en esta propuesta de gobierno de unidad nacional, y de socavar los méritos de Rodolfo en ese sentido, al interior del partido, con ánimo de desplazarlo de cualquier presencia o influencia partidaria que pueda seguir manteniendo. La fracción de diputados socialcristiana está dividida en ese sentido, además de que están obligados a realizar una Asamblea Nacional, que ha sido convocada para el domingo 29 de abril, para autorizar, cambiando el Estatuto, o por acuerdo de la misma Asamblea, a quienes se integren al gobierno como parte de esta idea de gobierno de unidad nacional, debido a que estatutariamente quienes así lo hagan pueden verse perjudicados con sanciones partidarias, incluso la expulsión.
En la práctica está quedando al desnudo la poca madurez de los partidos políticos, la poca capacidad política para entender el momento que está viviendo el país, y la poca visión de iniciar un proceso que es totalmente nuevo para la institucionalidad nacional, y que abre perspectivas de pensar en la posibilidad de avanzar hacia un régimen parlamentario o semiparlamentario, más que presidencialista.
Al momento de escribir este artículo no hay claridad pública de cómo resultará la oferta del presidente electo. Si solo avanza con dos partidos es una situación muy frágil, débil, sobre todo porque estos, Frente Amplio e Integración nacional, en su conjunto suman cuatro diputados reales. Si a ellos se agrega el Partido Unidad Social Cristiana, con sus nueve diputados, le daría más cuerpo. Está claro que los partidos Liberación Nacional y Restauración Nacional, con sus 17 y 14 diputados, participaron en las reuniones con el presidente electo para oír su oferta de unidad nacional, que el primero rechazó totalmente, y el segundo asistió por cortesía como convidado de piedra.
Que Liberación Nacional haya rechazado su participación es claro. Así lo plantearon desde el inicio de que se dio a conocer la propuesta del presidente Alvarado bastantes dirigentes de peso dentro de Liberación Nacional, y los órganos directivos finalmente también se orientaron por esa posición, señalando que al Partido Acción Ciudadana le corresponde gobernar.
En el caso de Restauración Nacional ese fue un encuentro forzado por las circunstancias, pero nadie sensato políticamente puede imaginar a miembros de este partido en el seno de un gobierno de Acción Ciudadana, donde en el proceso electoral se esbozaron planteamientos opuestos y contradictorios en sí mismos. Llevar ministros de Restauración Nacional, con sus posiciones fundamentalistas, al seno del próximo gobierno es como echar las anclas en el momento de la partida.
El Partido Republicano Social Cristiano, con dos diputados, manifestó que no estaría en el gabinete, por lo que no aceptó la oferta del presidente Alvarado.
Así, las cosas, entre los posibles que aceptan, que le dan una unidad muy débil al próximo gobierno, entre ellos hay verdaderamente una pugna por ver qué mejor tajada sacan personal o familiarmente en la posibilidad de nombrar en gabinete o en las instituciones del Estado, lo que se evidencia es un alacranerío que no es jugando y que lo vamos a tener en el seno de la propia Asamblea Legislativa. Si por este comportamiento se aprecia la luz del día que viene habrá trabajo para la Procuraduría de la Ética y para la Fiscalía General de la República, que ya pueden ir limpiando sus dientes, porque lo que pueden llegar a ciertos puestos son verdaderos aspirantes de los mismos, interesados en ver qué pueden sacar de ello, tal como se vislumbra por la lucha que hay alrededor de esta discusión.
Por su lado, la prensa, y los periodistas, que son parte de estas correas de trasmisión de corrientes internas de los partidos, al estar anunciando nombres de los posibles miembros del futuro gabinete ministerial, pareciera que lo que están es más en el juego de quemar candidatos con su anuncio. Pero, esto es parte de la vida política.
Al presidente Carlos Alvarado le hubiera sido quizá más fácil integrar su gobierno de unidad nacional, como lo ha llamado, convocando para este a personalidades de esos mismos partidos parlamentarios, si ese era el único escenario funcional para su propósito gubernativo, o fuera de ellos, que estuvieran dispuestos a colaborar en la gestión del nuevo gobierno, antes que forzarlos al Pacto Legislativo, como está pretendiendo. Pero este no fue el camino que escogió.
Sinceramente, deseo que el esfuerzo del presidente electo logre su objetivo y pueda integrar ese gabinete ministerial con las mejores personas que pueda nombrar, por el bien del país. Sinceramente, deseo que se desarrolle esta experiencia de gobierno, con posibilidad de que se produzcan las condiciones para avanzar institucionalmente a nuevos niveles de la conducción política del gobierno, del Estado y de la institucionalidad nacional democrática. Estaremos atentos a los anuncios que en pocos días se harán.
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