Un drama ya insostenible
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 05 marzo, 2009
El mismo banco que suspendió el financiamiento a la firma Alterra a mitad de la construcción, accedió ahora a prestar recursos al potencial nuevo operador del Juan Santamaría. Como parte del arreglo, la empresa Houston Airport System Development Corporation prometió aportar $40 millones de recursos propios para invertir en los trabajos y comprarle las acciones a Alterra en mayo. Pero además, se deben cancelar las multas por los retrasos en las obras.
Este es el más reciente capítulo, publicado por LA REPUBLICA el martes, de la telenovela en que se ha convertido la realización de las labores que faltan en el aeropuerto para que este tenga las condiciones que se requieren.
Es evidente que el país no acertó en esta decisión de gestión interesada, que funciona igual que una concesión. Se sumaron factores como incapacidad de elaborar adecuadamente el contrato, el exceso de burocracia e incapacidad de Alterra para obtener el financiamiento, entre otros.
La realidad hoy es que no ha variado en nada la vergonzosa situación relacionada con el Santamaría ya que solo se ven gestiones, viajes y mucha pérdida de recursos y tiempo, pero el aeropuerto sigue igual. La inacción en las obras es lo único que ahí se observa.
Ahora corresponde a la Contraloría General de la República protagonizar el siguiente capítulo de la telenovela, ya que se hace necesario un nuevo pronunciamiento de esta institución para lo cual el Gobierno se comprometió a enviarle un nuevo addendum al contrato que incluya la ampliación del plazo por cinco años, el nuevo cronograma de obras, la sustitución de la casa matriz, el traslado de Coopesa y Recope del aeropuerto y la definición del factor de eficiencia para la fijación de tarifas.
Mientras tanto, los dueños del contrato siguen embolsándose el dinero que produce la administración del aeropuerto y en sus alrededores, por efecto de la intemperie se herrumbran y deterioran materiales que deberían haber sido utilizado en las obras.
Si una nueva cadena de problemas se desata pareciera que la alternativa sería que, de una buena vez, el país asuma la conclusión de obras y administración del Santamaría. Algo que no es imposible, ya se hizo en el pasado y lo hacen países vecinos.
Los turistas que a diario ingresan por el inadecuado aeropuerto, el sector productivo y en general los costarricenses, merecen mayor seriedad, capacidad y responsabilidad que lleven a tener, al fin, una terminal aérea competitiva.
Costa Rica, no solo en el lamentable drama del Santamaría sino en cualquier futuro intento de concesión de obra pública, debe exhibir funcionarios capaces y voluntad de hacer las cosas bien.