Tropiezos en la misma piedra
A las experiencias anteriores se suma ahora la concesión de la vía a San Ramón, en que la empresa no consiguió los fondos para la obra
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Sábado 27 junio, 2009
Costa Rica, por alguna extraña razón, no ha aprendido a negociar, elaborar contratos ni a supervisar concesiones de obra pública. Una falla de efectos lamentables. Como consecuencia de eso se ha visto afectada la economía, la población ha sentido el freno en el desarrollo y los turistas la incomodidad. Se han perdido importantes recursos económicos públicos por causa de esto y se ha desperdiciado tiempo laboral de cantidad de funcionarios intentando dirimir los problemas. Como si esto fuera poco, hay que agregar que no se ve por ningún lado que las cosas cambien. Por el contrario, cada día el país se entera de nuevos problemas como consecuencia de intentar realizar, por la vía de la concesión, la construcción de obra pública de urgente necesidad sin lograr los buenos resultados esperados. A las nefastas experiencias vividas con el aeropuerto Juan Santamaría y la carretera a Caldera, entre otras, se suma ahora la noticia de que la empresa concesionaria no logró conseguir los fondos que necesita para la ampliación de la vía a San Ramón. Y se repite aquí el conocido vía crucis que en este caso suma ya cuatro años de rezago por factores múltiples como atrasos en las expropiaciones, incremento en los costos, nuevos estudios y aprobaciones y falta de los recursos económicos necesarios. Cosa Rica no tiene más caminos para avanzar en sus urgentes necesidades de obra pública que adjudicarlas a concesionarios con solvencia garantizada o asumir como Estado su construcción. No obstante, si es la primera opción la que se utiliza, deberá ser a empresas muy solventes, mediar un contrato adecuado que elimine sorpresas posteriores por mala elaboración, y condiciones idóneas de supervisión y control para que se cumplan la calidad y el plazo de entrega de las obras. Todo lo anterior se ha tornado repetitivo, porque repetitiva e insólita se ha vuelto la falta de resultados aceptables en cada obra que Costa Rica ha entregado en concesión en las últimas décadas. Una situación muy lamentable por su peso negativo en la ruta del desarrollo nacional.