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Tributo al espíritu humano

| Jueves 19 febrero, 2009




Tributo al espíritu humano

• Producción francesa genera emociones profundas, relatando una conmovedora historia verídica

“La escafandra y la mariposa”
(Le scaphandre et le papillon)
Dirección: Julian Schnabel. Reparto: Mathieu Amalric, Emmanuelle Seigner, Marie-Josée Croze, Max von Sydow. Duración: 1.52. Origen: Francia-Estados Unidos. 2007. Calificación: 9.

En 1995, el periodista francés Jean-Dominique Bauby, editor de la conocida revista de modas Elle, sufrió un infarto masivo y cayó en estado de coma. Tenía 42 años de edad. Cuando se despertó, después de tres semanas, descubrió estar completamente paralizado, con la excepción de su ojo izquierdo.
Prisionero de su propio cuerpo, como un buzo en una escafandra, Bauby al principio sintió el deseo de morir, mas encontró el valor para seguir adelante, gracias al apoyo de doctores y familiares. Su ojo, en grado de ver y parpadear, se convirtió en un instrumento para comunicarse con el mundo exterior. Mediante un ingenioso sistema de alfabeto, Bauby logró incluso dictar un libro autobiográfico, el cual fue publicado pocos días antes de su muerte.
Ese texto es la base de una de las películas más originales, emotivas y enriquecedoras en la historia reciente del sétimo arte. Contando con el aporte invaluable del director de fotografía Janusz Kaminski, el realizador neoyorquino Julian Schnabel plasma en imágenes esta conmovedora historia verídica, manteniendo una actitud honesta y evitando el patetismo y la sensiblería.
La primera parte del filme es extraordinaria. Se inicia cuando el protagonista sale del coma y va tomando conciencia de su grave situación. Una cámara rigurosamente subjetiva, envuelve al espectador y lo hace participar de una experiencia estremecedora. El impedimento físico del personaje se convierte en un reto para los realizadores, quienes emplean toda clase de recursos de iluminación, montaje y sonido, estrechando al máximo la gama expresiva del lenguaje fílmico. La libertad audiovisual aumenta aún más cuando Schnabel, además de visualizar la realidad desde el limitado punto de vista de Bauby, incorpora los frutos de su mente: recuerdos, sueños y vuelos de fantasía.
De manera brusca y no del todo justificada, la obra abandona la mirada subjetiva y comienza a desarrollarse en tercera persona. Posiblemente, de continuar así, habría resultado inaguantable para el público masivo. Sea como sea, el cambio es notorio: a partir de allí, la narración pierde gran parte de su impacto visceral, sin por ello degenerar ni mucho menos. Simplemente, deja a un lado las invenciones vanguardistas, para asumir un tono más convencional.
Sin duda, “La escafandra y la mariposa” genera emociones profundas. Rinde tributo al espíritu inquebrantable del ser humano, y su capacidad de hacer frente a las circunstancias más arduas, sin renunciar jamás a la esperanza.






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