Treinta años sin Charles Chaplin
| Martes 25 diciembre, 2007
Treinta años sin Charles Chaplin
Madrid
EFE
“La vida es una tragedia si la ves de cerca, pero una comedia si la miras con distancia”, decía Charles Chaplin y, 30 años después de su fallecimiento, todavía no hay lejanía suficiente para explicar la trayectoria de uno de los mayores genios del humor.
“Este es un momento muy emocionante par mí y las palabras parecen tan enclenques... Solo puedo decir gracias”, expresó entre lágrimas cuando Hollywood le rindió homenaje en 1972 con un Oscar honorífico.
Ni un reproche dedicó Chaplin (Londres, 1889) al mundo que le había vetado políticamente durante la Caza de Brujas. Era su regreso después de 20 años de exilio en Europa, y solo agradeció el reconocimiento y el afecto, aunque volvió a despreciar a la palabra, cuya llegada al cine nunca encajó con deportividad.
El pequeño Chaplin había decidido ser cómico cuando, durante una enfermedad que lo mantuvo en cama durante semanas, su madre le representaba las escenas que sucedían en la calle para entretenerle.
Procedente de una familia paupérrima, lo que hizo a Chaplin maestro de la comedia fue, probablemente, su profundo conocimiento del drama.
En 1912 se instaló en Estados Unidos, en 1918 fundó su propio estudio y su creciente popularidad —fue el primer actor en ser portada de la revista Time en 1925— le hizo el mayor icono del cine mudo.
Pero su genio atormentado y su compleja personalidad pronto encontraron detractores: Los británicos, por considerarle traidor, y la crítica, sobre todo años más tarde, por eclipsar a otros fenómenos cómicos de la época como Harold Lloyd o Buster Keaton.
Sus inclinaciones políticas chocaron contra el Comité de Actividades Antiamericanas —que vieron en “Modern Times” y “The Great Dictator” (1940) contenidos comunistas—, y sus matrimonios, siempre con mujeres notablemente menores que él —con su cuarta y última mujer, Oona O'Neill, se casó con 54 años cuando ella tenía 18—, le hicieron persona non grata para la moral de la época.
Con 88 años, Chaplin murió de manera tranquila en la madrugada del 25 de diciembre de 1977, mientras dormía en la localidad suiza de Vevey, pero su cuerpo aún sufrió un último revés tragicómico: el 3 de marzo de 1978 fue robado del cementerio local y no fue encontrado por la policía hasta el 18 de mayo.
Madrid
EFE
“La vida es una tragedia si la ves de cerca, pero una comedia si la miras con distancia”, decía Charles Chaplin y, 30 años después de su fallecimiento, todavía no hay lejanía suficiente para explicar la trayectoria de uno de los mayores genios del humor.
“Este es un momento muy emocionante par mí y las palabras parecen tan enclenques... Solo puedo decir gracias”, expresó entre lágrimas cuando Hollywood le rindió homenaje en 1972 con un Oscar honorífico.
Ni un reproche dedicó Chaplin (Londres, 1889) al mundo que le había vetado políticamente durante la Caza de Brujas. Era su regreso después de 20 años de exilio en Europa, y solo agradeció el reconocimiento y el afecto, aunque volvió a despreciar a la palabra, cuya llegada al cine nunca encajó con deportividad.
El pequeño Chaplin había decidido ser cómico cuando, durante una enfermedad que lo mantuvo en cama durante semanas, su madre le representaba las escenas que sucedían en la calle para entretenerle.
Procedente de una familia paupérrima, lo que hizo a Chaplin maestro de la comedia fue, probablemente, su profundo conocimiento del drama.
En 1912 se instaló en Estados Unidos, en 1918 fundó su propio estudio y su creciente popularidad —fue el primer actor en ser portada de la revista Time en 1925— le hizo el mayor icono del cine mudo.
Pero su genio atormentado y su compleja personalidad pronto encontraron detractores: Los británicos, por considerarle traidor, y la crítica, sobre todo años más tarde, por eclipsar a otros fenómenos cómicos de la época como Harold Lloyd o Buster Keaton.
Sus inclinaciones políticas chocaron contra el Comité de Actividades Antiamericanas —que vieron en “Modern Times” y “The Great Dictator” (1940) contenidos comunistas—, y sus matrimonios, siempre con mujeres notablemente menores que él —con su cuarta y última mujer, Oona O'Neill, se casó con 54 años cuando ella tenía 18—, le hicieron persona non grata para la moral de la época.
Con 88 años, Chaplin murió de manera tranquila en la madrugada del 25 de diciembre de 1977, mientras dormía en la localidad suiza de Vevey, pero su cuerpo aún sufrió un último revés tragicómico: el 3 de marzo de 1978 fue robado del cementerio local y no fue encontrado por la policía hasta el 18 de mayo.