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Tras el humo del tabaco, París ataca las colillas

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 16 enero, 2012




Tras el humo del tabaco, París ataca las colillas
Por el momento, la “ciudad de la luz” cuenta con unos 2 mil ceniceros en sus calles, un número insuficiente

Liberada de humos en sus espacios públicos cerrados, debido a la ley que impide fumar en su interior desde 2008, París ha descubierto que los fumadores generan otro problema, la contaminación que provocan las colillas en las calles de la ciudad, que se ha propuesto combatir con información y con multas.
Hasta 35 euros de sanción prevé la ley francesa para quien arroje una colilla a la acera, una multa que el Ayuntamiento de París no aplica por ahora, a la espera de equiparse de suficientes ceniceros callejeros para que los fumadores no encuentren excusas.
Por el momento, la “ciudad de la luz” cuenta con unos 2 mil ceniceros en sus calles, un número insuficiente, según relata a Efe el concejal de Limpieza, François Dagnaud.
Los entornos de los bares, restaurantes y oficinas, donde los fumadores acuden a aliviar su vicio, aparecen llenos de colillas, que los servicios de limpieza empujan en ocasiones a la red de alcantarillado, provocando problemas de toxicidad.
La municipalidad cuenta con multiplicar por 15 el número de ceniceros en los próximos dos años, para alcanzar una cifra de 30 mil en 2014.
“Para entonces, podremos decir que habrá un cenicero a menos de 50 metros en cualquier punto de la ciudad y los fumadores no podrán escudarse en nada para arrojar sus colillas al suelo”, señala el edil.
La estrategia municipal es situar un cenicero en cada papelera de la ciudad.
El problema es que los modelos con los que trabajan ahora son de acero, lo que provoca que, dado el elevado precio de ese metal, se multipliquen los robos.
Según sus cálculos, cada año se generan unas 315 toneladas de colillas en París, cargadas de material tóxico, como el alquitrán, que pueden tardar más de cinco años en ser asimiladas por el medio ambiente.
Las que llegan al sistema de alcantarillado suelen crear tapones que bloquean la fluidez de la red, con los consiguientes problemas para los servicios de limpieza.

París / EFE








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