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Trabajar, trabajar y trabajar

Carlos Camacho ccamacho@grupocamacho.com | Martes 15 mayo, 2018


Trabajar, trabajar y trabajar

Con estas palabras cerró el presidente Alvarado Quesada, su inauguración como nuevo presidente de Costa Rica. Coincido con el señor Presidente en el sentido de que la acción ha llegado a término, no hay más adjetivos que aplicar, es tiempo de actuar, con inteligencia, con tesón y con estrategia.

Si queremos que la Costa Rica del bicentenario de independencia sea una distinta a la que estamos viviendo hoy, hay que actuar en diversos ámbitos de la realidad nacional.

En primera instancia, debemos tener unas condiciones legales de calidad, para poder motivar de nuevo las condiciones de seguridad jurídica que fomenten la inversión, las relaciones intersectoriales entre quienes generamos riqueza en el sector privado, tanto como quienes tienen la grave responsabilidad de administrar como depositarios, las normas que el sistema legal les pone a su disposición para servir a la colectividad y no para servirse a sí mismos.

La seguridad legal debe a la vez cumplir el mandato constitucional de la justicia pronta y cumplida, debe ser garante de la muerte de la impunidad, debe a la vez evitar los obstáculos diversos que enfrenta la condición de creación de riqueza, debe erradicar la condición de perversidad con que se mira la iniciativa privada por parte de amplios sectores de la administración pública. Debe a la vez abolir la corrupción en todas sus versiones, desde las mas “inocentes” como los favoritismos que atienden las condiciones de partido, amistad y otros guiños de orden preferencial, tanto como los más cancerígenos de los actos de tráfico de influencias, donde se dan condiciones para el acto gravísimo de quien corrompe y quien lo disfruta.

Debemos asegurarles a todos los partícipes del accionar cotidiano, que hay elementos efectivos de control y que los mismos son eficaces en su aplicación, no es de recibo, que se tengan bibliotecas de dictámenes y diagnósticos de problemas tales como la infraestructura, el fomento de la productividad, la competitividad, la educación, las finanzas públicas a pesar de lo cual, las acciones para resolver las diversas caras conocidas de los problemas siguen postergándose.

Hemos sido secuestrados por los problemas y padecemos del síndrome de Estocolmo con ellos, resolver es una acción que requiere trabajo con determinación, para quitar los obstáculos, especialmente aquellos que residen en el colectivo del entendimiento social, eliminando la gran barrera del subdesarrollo mental que caracteriza al costarricense derrotista, que sigue creyendo que nada puede cambiar, compatriotas de esta mentalidad son marinos que reman en sentido contrario al llamado a la acción, son rémora al progreso y deben tomar la decisión de actuar o buscar vida allende las fronteras, con actitudes así solo aportan a acariciar el problema y no a sus soluciones.

La seguridad jurídica es la piedra angular en la que se basa la conformación de la gestión de las conductas tanto de quienes trabajamos en el sector productivo privado como quienes de forma honesta lo hacen desde la función pública. En esta gama de elementos debemos de manera activa, dirigida, constructiva y propositiva trabajar.

Requerimos dar elementos de crecimiento económico, trabajando opciones no tradicionales, ya que estas se encuentran agotadas pues han topado con sus límites naturales, el deber de crear condiciones para que la inversión interna y externa no tengan que competir con las falencias financieras del Estado, es un trabajo urgente que no se puede remitir, pero no debe dejar de lado, la mera reforma tributaria que ya se hace añeja en el congreso a pesar de tener plazos pactados, que han sido irrespetados y viciados con todas las consecuencias que esto puede conllevar en el riesgo del abismo fiscal.

Debemos trabajar en titularizar obras, intercambiar deuda externa e interna por concesiones inteligentes financiadas por la conversión de deuda en patrimonio infraestructural que genere las obras en infraestructura de carreteras, puertos, aeropuertos, medios eficientes y limpios de transporte público de personas tanto en las áreas urbanas, como en los recorridos interurbanos. Se deben crear las condiciones para que estas obras sean las que mediante la gestión de parte interesada, en el marco normativo de obra pública por concesión, sea el vehículo de aumento de las condiciones de competitividad al que se trasladen de manera ordenada pero pronta recursos humanos del Estado, a la gestión privada de interés público; hemos superado hace décadas la vigencia del modelo del Estado empleador, inversor, gestor y debemos mediante rutas alternas de evacuación del gasto que superen hacer lo mismo con otro nombre, las barreras de orden mental que impiden que salgamos del círculo vicioso, es en la ruptura de los paradigmas en lo que debe concentrarse esta segunda gran área de trabajo; será si logramos este cambio en la gestión, sin mucha filosofía, sin dejar la palabra en un mero sustantivo y dándole la convincente connotación del verbo trabajar, que podremos ver los hálitos de esperanza en lo que a generación de riqueza se refiere.

El saque inicial del partido ya se ha dado, los cuatro años de esta administración han iniciado, hay que gestionar los golpes del timón esperados en los siguientes 93 días ya que de los 100 ya se nos han ido siete, no podemos ver indolentes el paso inmisericorde del tiempo, el que solo sopla en contra de las esperanzas, los legítimos anhelos y decolora los verbos hasta degenerar en meros adjetivos. Este es un lujo para el que Costa Rica, no tiene a su favor las condiciones ni internas ni externas para seguir cruzada de brazos, deshojando la margarita a ver si hacemos o no hacemos, debemos perder el miedo al error, este síndrome nos tiene como sociedad en condiciones de inacción de características petrificantes, que no permiten vernos fuera del problema como quien se enamora de su propio mausoleo.

Y finalmente debemos reparar el pacto social para definir la clase, calidad y tamaño del Estado que queremos y requerimos para lograr estos objetivos. El Estado cumple una función que a todas luces requiere  ser definida por los actores políticos, con la pluralidad y diversidad de representaciones legislativas hay que agendar, priorizar y convocar a un periodo extraordinario de trabajo de cuatro años en los que todo instrumento legal requerido a los efectos de entrar en una nueva era funcional del Estado, permita a las iniciativas privadas, generar las condiciones de riqueza que combatan los grandes retos de lo social, el desempleo abierto, el subempleo, la desigualdad de oportunidades, que desembocan en delincuencia, desobediencia civil y la ya endémica condición de ingobernabilidad como consecuencia de un Estado cuyo modelo ha quedado rezagado respecto de las respuestas que en lo social corresponde dar a las demandas de las nuevas aspiraciones y sueños de nuestros compatriotas, en particular los que han sufrido la mayor parte de las veces la condición de desfavorecidos, que generan un costo que como sociedad solidaria no podemos seguir tolerando, propiciando ni siendo indiferentes. Como sociedad no podemos caer en el imperdonable genocidio de los sueños, las aspiraciones legítimas y las acciones de la gente buena, eso ha sido la base con la que fundamos en origen un país que era diferenciado, que hoy es apenas un recuerdo nostálgico de lo que fuimos y ya no somos.

Me emocionó oír el llamado al trabajo, pues creo en el verbo, ahora espero que todos atendamos el llamado y nos pongamos en marcha, cada quien en lo suyo, aportando, cumpliendo sin quedarnos en la cómoda butaca de la espera, a ver qué ocurre, sino actuando todos y cada uno en el puesto que le corresponde con excelencia y compromiso.

ccamacho@grupocamacho.com

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