Todo cambia
Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 14 febrero, 2014
Hoy estamos frente a un nuevo capítulo en la historia, que manifiesta una gran urgencia de virar el timón
Entre cielo y tierra
Todo cambia
Lo que más me ha sorprendido de las elecciones pasadas ha sido la convicción del pueblo costarricense de hacer sentir su deseo por un cambio.
La madurez con que la ciudadanía asumió la voluntad de la mayoría manifestada en las urnas fue ejemplar.
El discurso de los candidatos perdedores fue honesto y democrático al reconocer con celeridad los resultados electorales.
Al día siguiente, la sociedad civil continuó con sus deberes y responsabilidad, sin exabruptos, como si se tratase de un día normal de cualquier semana del año.
Todos estos elementos que he mencionado son de admirar, el comportamiento cívico y democrático del pueblo costarricense, a la vez ha sentenciado contra todo pronóstico “estadístico” su deseo por buscar nuevos rumbos.
Ante la ausencia de afinados instrumentos de medición, me atrevo a decir que el anhelo por limpiar la función pública del flagelo de la corrupción es el mensaje que ha calado más profundamente en el ánimo popular.
En este sentido, se debe reconocer que el Partido Acción Ciudadana ha sido insistente durante los últimos comicios en señalar esta lucha como uno de sus objetivos políticos. Esperemos que no solo sea retórica.
Ahora le tocará demostrar tener la cohesión interna para emprender una de las cruzadas históricas más importantes para limpiar a la democracia costarricense de un mal que carcome de adentro hacia afuera la credibilidad sobre la clase política.
Nuestro sistema de poder, desde la revolución del 48 quedó anclado en una dinámica de contrapesos con el fin de fiscalizar el ejercicio de la función pública a partir del juego del oficialismo y la oposición.
Debido a las fusiones ideológicas entre partidos y tras el golpe todavía en condiciones no tan claras que casi extingue a una de las fuerzas del tradicional bipartidismo, Costa Rica quedó casi sin contrapesos.
Ese vacío lo fueron llenando poco a poco algunos partidos “minoritarios”, que gracias a las concesiones otorgadas mediante reformas al reglamento legislativo por parte de los tradicionales, lograron ganar poco a poco mayor poder de decisión.
Hoy estamos frente a la posibilidad más clara de que una de estas agrupaciones, que en su momento fue minoritaria, llegue a gobernar Costa Rica. Hoy estamos frente a un nuevo capítulo en la historia, que manifiesta una gran urgencia de virar el timón.
Esperemos, que si esta es la voluntad popular, este partido pueda estar a la altura de los acontecimientos, pero más importante, que pueda cumplir con esa tarea que viene pregonando desde hace décadas y hoy resulta ineludible para nuestra nación, devolver a la función pública el sentido de servicio y al bien común.
Luis Alberto Muñoz Madriz
@luisalberto_cr
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