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NOTA DE TANO


Sus excesos, jamás borrarán su obra

Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Viernes 27 noviembre, 2020

Diego Maradona, habrá encontrado paz y felicidad

“44 millones de argentinos lo erigieron Dios, él se lo creyó y como tal, dedicó su vida a juzgar a la humanidad”, palabras de Jorge Valdano, el filósofo del fútbol, para describir a Diego Armando Maradona, muchos años antes de su muerte.

“Hablé con él hace pocos meses; me dijo que sentía envidia por mi vida privada, qué dichoso y feliz yo, que vivo con mi esposa, tengo hijos y nietos y una familia unida.

Yo, Diego Maradona, el más grande, el que todo lo puede, no tengo a nadie y vivo alejado de mis seres queridos”, palabras de Daniel “El Ruso” Brailovsky, en el programa “La Ultima Palabra”, comentando el fallecimiento del astro argentino.

Complemento: El hombre es el arquitecto de su propio destino.

Siembra vientos y cosecharás tempestades.

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Diego Armando Maradona nunca pudo controlar la personalidad de Diego Armando Maradona, se autodestruyó en una vida desordenada y repleta de excesos hasta que su maltrecho corazón estalló.

¡Lo aplastó la fama!

¡Nunca pudo con ella!

Con su zurda prodigiosa y una pelota como pincel, dibujó obras de arte en los rectángulos de todo el mundo y esa creación mágica, jamás podrá ser borrada por lo que lamentablemente construyó alejado del zacate.

No quiero caer en ese error de vida que Valdano le señaló a Diego, de creerse Dios y juzgar a la humanidad. Mejor, como lo hicieron el miércoles miles y miles de periodistas deportivos en todo el mundo, detengámonos en las cosas maravillosas que “El Pelusa”, hizo con el balón y no entremos a juzgar detalles de su tormentosa vida privada, que, luego de su impactante final, nada agrega.

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Cuál trágico drama, los millones de millones de argentinos que lo idolatraron, por tantas alegrías y triunfos que Diego les regaló desde la cancha, incluyendo el Mundial de México 86, que prácticamente lo ganó “solito”, fueron también los principales cómplices del derrumbe del astro en su vida privada.

Lo ascendieron a podios ingobernables y le ofrecieron una pleitesía enfermiza que Maradona no pudo controlar. La falta de humildad del futbolista, lo hizo rechazar el consejo de sus verdaderos amigos y todo lo contrario, se abrazó e hizo yunta con personajes tenebrosos que se le acercaron para exprimirlo, saquearlo, estafarlo y empujarlo al abismo en el que se hundió sumergido en una soledad espantosa, incontrolable, inmanejable, para un hombre que lo tuvo todo, pero que la muerte lo atrapó sin nada.

gpandolfo@larepublica.net

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