Steelers al rojo vivo
Luis Fernado Rojas lrojas@larepublica.net | Lunes 27 diciembre, 2010
Steelers al rojo vivo
Roethlisberger es el artista y Harrison el demoledor
El nombre de Steelers (Acereros) no podría calzarle mejor al equipo de Pittsburgh, una fusión inoxidable de elementos fuertes por sí solos, pero no tanto como conjuntados.
Rudos y técnicos fundidos en acero
Es un plantel que combina la precisión casi artística del mariscal de campo Ben Roethlisberger, cuyas pinceladas aéreas parecen hechas por computadora, con el trabajo “sucio” de peones que están allí para limpiarle el camino de escombros (rivales). Entre ellos ha sobresalido el “chico malo” James Harrison, apoyador.
Ambas facetas son igualmente importantes y tienen a los Steelers donde están: Clasificados a la postemporada de la NFL.
Lo que falta por definir es en qué posición.
Esto porque el pasado jueves Roethlisberger, una vez más, hizo alarde de su capacidad para los pases profundos.
Con su victoria por paliza, 27 a 3 sobre las Panteras de Carolina, los Steelers subieron una grada más hacia el título divisional y el descanso en la primera ronda de los playoffs al vapulear.
Roethlisberger completó con Mike Wallace una jugada de anotación de 43 yardas y lanzó a Emmanuel Sanders un pase de 35 que preparó una corrida de “touchdown” de una yarda de Rashard Mendenhall.
Esas acciones le proporcionaron a los Steelers una ventaja de 20-0… ¡Al medio tiempo!
Además de ellos, Patriots de Nueva Inglaterra, Bears de Chicago y Falcons de Atlanta también tienen desde ya sus respectivos boletos a la “fiesta grande”.
Sin pensar en el resultado de los Cuervos de Baltimore este domingo, aún así Pittsburgh (11-4) dependería de sí mismo para la última fecha, puesto que se adjudicaría el banderín de la División Norte de la Conferencia Americana, y el descanso en primera ronda, si doblase a los Cafés Cleveland el próximo 2 de enero.
La contraparte del popular Roethlisberger es el “chico malo”, James Harrison.
El apoyador de Pittsburgh, James Harrison, ha sido objeto de multas y más multas por su juego agresivo.
La última sanción fue a comienzos de diciembre, cuando fue castigado con $25 mil por haber golpeado ilegalmente al mariscal de campo Ryan Fitzpatrick.
Solo días después de que la liga informó que rechazó las apelaciones de Harrison, por dos castigos anteriores, el jugador tuvo otra sanción económica.
En el triunfo de los Steelers en tiempo extra, 19 a 16 sobre los Bills de Buffalo, Harrison fue sancionado porque los árbitros determinaron que trató de participar en una jugada y de querer golpear con la parte superior de la cabeza.
El jugador dijo después del partido que no esperaba recibir una multa por dicho golpe dada su similitud con uno dado al mariscal de los Raiders de Oakland, Jason Campbell, en la undécima semana.
Aquella vez la acción le costó un castigo, pero no una multa.
“Fue exactamente el mismo golpe que hice la semana pasada. Lo golpeé de la misma forma que al mariscal de campo de los Raiders y me dieron el mismo castigo, una amonestación, pero no hubo multa”, manifestó Harrison.
El apoyador se está jugando un “temporadón”, con 75 tackleadas, diez capturas, seis balones sueltos forzados y dos interceptaciones, pero su estilo de juego violento va en contra de las nuevas políticas de la NFL.
Estas medidas han generado polémica, porque muchos jugadores consideran que no hay regularidad en las decisiones de los árbitros, y no entienden el proceso disciplinario para emitir las multas.
Luis Rojas
lrojas@larepublica.net
Roethlisberger es el artista y Harrison el demoledor
El nombre de Steelers (Acereros) no podría calzarle mejor al equipo de Pittsburgh, una fusión inoxidable de elementos fuertes por sí solos, pero no tanto como conjuntados.
Rudos y técnicos fundidos en acero
Es un plantel que combina la precisión casi artística del mariscal de campo Ben Roethlisberger, cuyas pinceladas aéreas parecen hechas por computadora, con el trabajo “sucio” de peones que están allí para limpiarle el camino de escombros (rivales). Entre ellos ha sobresalido el “chico malo” James Harrison, apoyador.
Ambas facetas son igualmente importantes y tienen a los Steelers donde están: Clasificados a la postemporada de la NFL.
Lo que falta por definir es en qué posición.
Esto porque el pasado jueves Roethlisberger, una vez más, hizo alarde de su capacidad para los pases profundos.
Con su victoria por paliza, 27 a 3 sobre las Panteras de Carolina, los Steelers subieron una grada más hacia el título divisional y el descanso en la primera ronda de los playoffs al vapulear.
Roethlisberger completó con Mike Wallace una jugada de anotación de 43 yardas y lanzó a Emmanuel Sanders un pase de 35 que preparó una corrida de “touchdown” de una yarda de Rashard Mendenhall.
Esas acciones le proporcionaron a los Steelers una ventaja de 20-0… ¡Al medio tiempo!
Además de ellos, Patriots de Nueva Inglaterra, Bears de Chicago y Falcons de Atlanta también tienen desde ya sus respectivos boletos a la “fiesta grande”.
Sin pensar en el resultado de los Cuervos de Baltimore este domingo, aún así Pittsburgh (11-4) dependería de sí mismo para la última fecha, puesto que se adjudicaría el banderín de la División Norte de la Conferencia Americana, y el descanso en primera ronda, si doblase a los Cafés Cleveland el próximo 2 de enero.
La contraparte del popular Roethlisberger es el “chico malo”, James Harrison.
El apoyador de Pittsburgh, James Harrison, ha sido objeto de multas y más multas por su juego agresivo.
La última sanción fue a comienzos de diciembre, cuando fue castigado con $25 mil por haber golpeado ilegalmente al mariscal de campo Ryan Fitzpatrick.
Solo días después de que la liga informó que rechazó las apelaciones de Harrison, por dos castigos anteriores, el jugador tuvo otra sanción económica.
En el triunfo de los Steelers en tiempo extra, 19 a 16 sobre los Bills de Buffalo, Harrison fue sancionado porque los árbitros determinaron que trató de participar en una jugada y de querer golpear con la parte superior de la cabeza.
El jugador dijo después del partido que no esperaba recibir una multa por dicho golpe dada su similitud con uno dado al mariscal de los Raiders de Oakland, Jason Campbell, en la undécima semana.
Aquella vez la acción le costó un castigo, pero no una multa.
“Fue exactamente el mismo golpe que hice la semana pasada. Lo golpeé de la misma forma que al mariscal de campo de los Raiders y me dieron el mismo castigo, una amonestación, pero no hubo multa”, manifestó Harrison.
El apoyador se está jugando un “temporadón”, con 75 tackleadas, diez capturas, seis balones sueltos forzados y dos interceptaciones, pero su estilo de juego violento va en contra de las nuevas políticas de la NFL.
Estas medidas han generado polémica, porque muchos jugadores consideran que no hay regularidad en las decisiones de los árbitros, y no entienden el proceso disciplinario para emitir las multas.
Luis Rojas
lrojas@larepublica.net