Soy de la U, pero hoy no voy con la U.
| Martes 20 julio, 2010
El aumento presupuestario que exigimos los universitarios debe dirigirse a la educación primaria y secundaria y entonces el Estado apoyaría a las familias cuando más necesitan su apoyo; precisamente cuando papá y mamá ganan menos
Soy de la U, pero hoy no voy con la U.
Me formé en la UCR y soy profesor ahí desde 1997. No lo hago por la retribución, sino por amor al Alma Mater y por mi convicción de estar devolviendo al conglomerado, la educación superior que me financió.
Dicho esto y reconociendo el aporte innegable que las universidades públicas le han dado a este país, a su gente, creo que los costarricenses tenemos una convicción casi ciega en la importancia de estudiar.
Tengo estudiantes de más de 50 años que nunca faltan a clase, otros que estudian varias carreras a la vez. Los seminarios que organizamos en la empresa siempre están llenos, la oferta de maestrías y programas de educación continua es cada vez mayor y cada vez más muchachos acceden a becas en el exterior.
He visto llorar a personas humildes al ver a sus hijos salir de una ceremonia con un título universitario. Recuerdo la felicidad dibujada en la cara de mi padre el día de la réplica de mi tesis, misma que la misma felicidad dibujó el día en que mi pequeñín se graduó del kínder.
Lo que pasa es que cada vez hay más gente, ahora no solo de bajos recursos, que no puede enviar a sus chicos a una escuela que facilite las herramientas básicas de aprendizaje. Si por ejemplo, una pareja de jóvenes padres debe enviar a sus dos hijos a una escuela privada modesta, a un costo total promedio de US$ 750 al mes, al final de 12 años de educación y cuando estén listos para la U, van a haber invertido mas de $100 mil. Si esos 750 los hubiesen puesto en un fondo, tendrían seguro lo suficiente para pagar una universidad en el exterior. Es probable que papá y mamá jóvenes, no tengan esos 750, por lo que los chicos van a una escuela pública, que a pesar de los esfuerzos de los cronopios, no lograría darle a sus hijos un segundo idioma. A la hora de llegar a la U y luego al mercado laboral, la diferencia entre sus hijos y los de quienes sí pudieron pagar la escuela privada, son abismales. Y entonces, se acrecientan las diferencias sociales y la pobreza.
Esto me lleva a pensar que el aumento presupuestario que exigimos los universitarios debe dirigirse a la educación primaria y secundaria y entonces el Estado apoyaría a las familias cuando más necesitan su apoyo. De tal manera, nadie tiene que invertir más en los comienzos de la familia precisamente cuando papá y mamá ganan menos y permitiría a las familias ahorrar para enviar a sus hijos a universidades privadas o públicas que se autofinancien con costos de matrícula que les permitan, ahora sí, tener la autonomía que se merecen.
Los fondos para educación deben decididamente invertirse en la primaria y secundaria y no en las universidades, que debemos entrar en un proceso de eficiencia operativa y de autofinanciamiento. ¿Por qué, por ejemplo, están llenos de carros los parqueos de las universidades y los estudiantes que tienen auto, no pagan parqueo? ¿Por qué los muchachos no pagan al menos lo mismo que pagaban en un colegio privado cuando entran a la U?
Francisco Villalobos
fvillalobos@icsconsultores.com