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“Soñé con un lugar para aprender a bailar”

| Sábado 18 enero, 2014


Desde 1991, Lilliana Valle, abrió las puertas de la Academia Merecumbé, por donde han pasado cientos de personas que lograron conocer el lenguaje del baile. Fotografías: Gerson Vargas/La República



Lilliana Valle, directora de Merecumbé

“Soñé con un lugar para aprender a bailar”

“El lenguaje del baile es inclusivo y eso es lo que más me apasiona”

Luego de haberse presentado en diferentes escenarios como bailarina contemporánea, su carrera dio un giro de 180° y tomó la decisión más importante de su vida, dejar las luces de los tablados para encender la llama de la enseñanza e investigación del baile popular en nuestro país.
Lilliana Valle es directora de la academia de baile popular Merecumbé, franquicia que actualmente cuenta con 17 sedes alrededor del país.
Desde su posición ha logrado consolidar y darle forma a un modelo de trabajo que apoya la cultura popular, por medio de una opción totalmente inclusiva, como lo es el “baile de salón”.

¿Quién es Lilliana Valle como persona y ser humano?

Lo que más define mi gestión es sentirme absolutamente costarricense. Soy una persona que evidencia una sensibilidad hacia lo que les pasa a otros seres humanos y la vida.
Al entrar en el mundo del arte pude utilizar esa sensibilidad para crear y compartir con personas, que también convergen con uno en ese deseo de cuidar tesoros como la cultura.

¿Siente que a la cultura se le ha dado la importancia que requiere?
No, Costa Rica, al igual que muchos países de América Latina, tiene un problema serio de no valoración. La producción costarricense siempre tiene que recurrir a un esfuerzo mayor para que sea valorada, pese a esto el caudal de la información, del conocimiento y de sensibilidad humana es enorme y tiene una producción muy rica.

¿Qué la llevó a estudiar danza y luego a formar la academia de baile popular?
En el seno familiar me despertaron esa apreciación por el baile popular y en mi carrera artística trabajé con coreógrafos, como Rogelio López, que evidenciaron una pasión importante por este tipo de ritmos, y pese a que no era la disciplina que practicábamos, me abrió nuevas puertas para darme cuenta de que tenía más interés en eso del que creía.

¿En qué momento decidió poner la academia?
Cuando regresé de México trabajé el baile popular desde la investigación y ahí empecé a ver una demanda importante de estudiantes.
Ahí tuve que decidir, porque avanzaba fuerte en mi carrera artística, pero ya no podía llevar ambas cosas juntas, y decidí dedicarme a este campo y hacer los proyectos de investigación, trabajo cotidiano y sacar los elementos que me permiten hacer arte, de lo que se baila en los salones.

¿Siente que tomó la mejor decisión?
Sí, me siento tremendamente realizada. Veo todos los rangos de acción que tenemos: el trabajo que se ha hecho para crear programas para niños, lo que contribuye a la vida de los adolescentes, lo que hace con tantas personas de todas las edades.
Con el trabajo artístico me gustaría más apoyo para crear obras y poder presentarnos en diferentes partes del país.
No es tener las cosas gratis, sino que todos contribuyamos en pro de la cultura.

¿Ha cumplido los objetivos planteados?
Sí, Merecumbé trabaja en muchos radios de acción, entramos en la vida de cada uno de los que vienen a recibir clases, trabajamos en la investigación, teorizamos, tenemos documentos de caracterización y sistematización de lo que se ve en las clases.
En la parte artística hemos desarrollado obras que tocan al público costarricense y latinoamericano, intervenimos en el salón de baile, contribuimos a que el público vaya y disfrute bailar, apoyamos las orquestas y los compositores nacionales.

¿Cuál cree que haya sido el motivo del cierre de la mayoría de salones de baile?

La poca reflexión de la conducción de la cultura oficial y el valor del terreno, por eso los salones, por su gran espacio, se fueron convirtiendo en centros comerciales.
En lugar de apoyar los salones y el baile e intervenirlo desde la parte del turismo, por ejemplo, donde se invite al turista a conocer el baile, la música, la tradición, la opción de poder salir de noche, en lugar de volverlo una bandera tan fuerte como la de las playas, más bien lo descuidaron.

¿Cuál ha sido su mayor logro personal?
Mi logro es haber podido sacar los elementos de la cultura, estudiarlos a profundidad y darles un formato pedagógico que permitiera transmitir ese conocimiento.
Mi aporte es como artista, como investigadora, como docente.
Yo soñé con que hubiese un lugar donde la gente viniera a aprender a bailar y hacer ver que el baile es inclusivo, que todos tienen posibilidad de disfrutar este lenguaje.

¿Cuál ha sido el reto más difícil que ha enfrentado?
La no valoración de este arte, tener que estar constantemente tratando de convencer a muchos sectores de que la cultura del baile, y de este tipo de baile, que es una cultura enorme, rica y tiene muchos aportes para nosotros y para el resto del mundo, porque nos caracteriza y tiene valor estético, histórico y cultural.

¿Le ha gustado lo que le ha tocado vivir, o le cambiaría algo?
Me ha encantado, me siento muy contenta de sentir que la mayor parte de las veces trato de aprender de las personas con las que me encuentro en el camino. Les agradezco a todos, que de una u otra forma, me permitieron y me siguen permitiendo buscar caminos y respuestas.

¿Qué esperar de Lilliana Valle?
Seguir trabajando muy duro, investigar, crear y seguir compartiendo los conocimientos, porque una de las cosas de las que más orgullosa me siento es de tantísima gente que ha pasado por Merecumbé, no solo en las aulas, sino para instruirse como profesores y que han hecho carrera a partir de ahí.

¿Qué significa el baile para usted?
Es la práctica artística más democrática, más llena de pasión y de creación colectiva que hay.
Desde la perspectiva del arte popular hasta el arte más elaborado, les permite a las personas reencontrarse con la esencia misma de su ser, de sus posibilidades creativas, de compartir con otras personas, de sentir el cuerpo; es una práctica tan intensa, se recupera a uno mismo como ser humano, realmente amo ese lenguaje.

Tatiana Fernández B.
tfernandez@larepublica.net
@tfernandezLR







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