Solución inadecuada
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 26 agosto, 2008
La solución empleada por las autoridades del equipo de fútbol Liberia Mía, el sábado anterior, para marcar la cancha con harina, no es más que una salida impropia a un problema que a todas luces demuestra el tercermundismo en el cual aún está sumido el país.
La decisión de utilizar harina, lo que literalmente podría ser el pan de muchos, espolvoreándolo a lo largo de un enzacatado, para que luego dos grupos de hombres se dediquen a pisotearlo y vilipendiarlo, representa la incapacidad de algunos de prever y planificar adecuadamente.
El problema tiene dos claros ejes. El primero, desde el punto de vista social y humanitario del hecho en sí, al utilizar un alimento para un fin que no es el suyo.
En una provincia donde, pese al crecimiento económico, muchos de sus pobladores aún están sumidos en la pobreza, es una vergüenza que una organización se dé el lujo de tirar alimentos a vista y paciencia de miles de costarricenses.
La región Chorotega cuenta con cerca de 85 mil hogares, de los cuales cerca de un 19% debe sobrevivir con apenas ¢3 mil diarios, de acuerdo con las cifras de Estadística y Censos al año anterior; es decir, mucho menos que el valor de los 11 kilos de harina tirados al zacate el sábado pasado.
El otro eje es el trasfondo sociocultural del hecho.
No se vale culpar a la lluvia de la imposibilidad de que la pintura se adhiriera adecuadamente a la gramilla y por ello utilizar harina.
El error se inicia desde el momento en que se programó un partido en horas de la noche, a sabiendas de que estamos en época lluviosa y de que es común que prácticamente todas las tardes y noches llueva.
El adecuado planeamiento, el orden y la seriedad con las cuales se toman las cosas forman parte de los secretos utilizados por otras sociedades para alcanzar el desarrollo.
China, por ejemplo, acaba de culminar con unas olimpiadas prácticamente perfectas, y su secreto fue más de seis años de planificar hasta el más mínimo detalle.
En Costa Rica no podemos pensar por ejemplo en una liga de fútbol profesional —y mucho menos en un desarrollo— cuando ni siquiera a una semana de comenzar el campeonato se conocen adecuadamente las fechas y los rivales de cada equipo, se eligen entrenadores de un día para otro, o se toman decisiones típicas de mejengas de barrio, en la que se supone es la máxima categoría.