Sindicatos de Estados Unidos amenazan con parálisis
Bloomberg | Lunes 23 febrero, 2015
Sindicatos de Estados Unidos amenazan con parálisis
Tras años de evitar enfrentamientos, el movimiento sindical estadounidense se está reafirmando.
Desde los puertos de Los Ángeles a las plantas automotrices de Detroit, los sindicatos exigen una retribución por los sacrificios que, según dicen, contribuyeron a reactivar la economía.
Los trabajadores petroleros abandonaron sus puestos de trabajo en demanda de aumentos salariales y mejores condiciones de trabajo.
Los empleados portuarios paralizaron los puertos de la Costa Oeste. El personal de las terminales petroleras del Puerto de Long Beach, California, amenazan con ir a la huelga.
En Detroit, los dirigentes sindicales que se preparan para mantener negociaciones contractuales este año reclamarán el primer aumento que recibirán los trabajadores veteranos del sector automotor en una década.
Los dirigentes sindicales han decidido sacar partido de un mercado laboral cada vez más ajustado y de un clima político favorable.
En tanto los salarios de la clase media se estancan y los ricos se vuelven cada vez más ricos, la desigualdad de ingresos se ha convertido en el grito de guerra de los demócratas y los republicanos por igual.
El recuperar las oportunidades para todos es algo con lo que se identifican los estadounidenses que se sienten excluidos en momentos en que el crecimiento repunta y el mercado registra máximos récord.
“Los empleadores parecen pensar que pueden empujar a los sindicatos, la base de la clase trabajadora estadounidense, al precipicio”, dijo Dave Campbell, cuyo sindicato local representa a los trabajadores de la terminal petrolera del Puerto de Long Beach.
“Pues bien, esas empresas han cometido un grueso error de cálculo al evaluar nuestra capacidad de lucha. Hay muchos conflictos sindicales en estos momentos, y podrían tener en las manos un enfrentamiento importante” agregó Campbell.
El discurso combativo de Campbell recuerda una época en la que los gremios tenían suficiente poder para lograr mejoras significativas en las condiciones de vida de sus miembros. Al agitar la amenaza de huelgas y trabajo a desgano, el movimiento obrero organizado ayudó a generaciones de estadounidenses a incorporarse a la clase media y permanecer en ella.
Pero en los últimos años, la globalización y la debilidad del crecimiento económico han reducido el poder de los sindicatos. En 1979, 21 millones de trabajadores estadounidenses estaban afiliados a un sindicato.
El año pasado, sólo había 14,6 millones de afiliados. En los años 80, las huelgas promediaban 75 anuales, según la Oficina de Estadísticas Laborales, mientras que el año pasado hubo 11.
Desde hace mucho el poder sindical se ha debilitado y el abandono de los lugares de trabajo podría ser una especie en peligro de extinción, observa Harley Shaiken, profesor de estudios laborales de la Universidad de California en Berkeley.
El principal catalizador es la desigualdad, considerada el desafío económico definitorio de esta era por todos, desde el presidente Barack Obama hasta el aspirante a presidente republicano Jeb Bush, comentó Shiken.
Wal-Mart Stores Inc., el mayor empleador privado de los EE.UU., dijo el jueves que aumentaría las jornadas a $9 la hora, muy por arriba del salario mínimo federal de $7,25. La medida –tomada por un minorista que ha coartado a los sindicatos que trataban de organizar a los trabajadores de sus locales- intenta refutar a los críticos que sostenían que la empresa paga muy mal a sus empleados.
Un estudio de 2011 relacionó la disminución de la cantidad de afiliados a los gremios desde 1973 con el crecimiento de la disparidad salarial. Esas tendencias continuaron, dijo Bruce Western, profesor de sociología de la Universidad de Harvard que fue coautor del trabajo.
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