Si me exiges, crezco
| Martes 16 marzo, 2010
Si me exiges, crezco
Cusco, Perú. Recorrer esta histórica ciudad es como leer un libro que empezó a ser escrito desde que fue la capital de la cultura inca. De ese pasado se rescatan enseñanzas para comprender el presente. Sin embargo, hay una situación actual con una lección hacia el futuro: el no acceso temporal a Machu Picchu invita a pensar en los riesgos de la dependencia de un recurso, persona o paradigma mental.
El tren que traslada turistas a Machu Pichu no está operando debido a derrumbes que destruyeron secciones de su vía. Esto ha provocado la reducción de un 80% de visitantes a la ciudad. ¿Para qué ir a Cusco si no puedo visitar Machu Pichu?, se preguntan miles de turistas. En consecuencia, la industria turística se desactivó, obligando a los 180 mil cusqueños que dependen de ella a reaccionar con nuevas ideas para diversificarse y generar recursos.
¿No es eso mismo lo que ocurre cuando el eje central de un equipo deja de serlo, aunque sea temporalmente? Se depende de personas consideradas claves y se les asigna un peso gigantesco para determinar el rumbo. También se crean ideas que nadie cuestiona porque alguna vez fueron tablas de salvación. “Nosotros somos mucho más que Machu Picchu, pero la mayoría de los turistas no acepta eso”, dijo un cusqueño.
Cuando una dependencia se rompe, aumenta la incertidumbre, pero también la innovación y el reto de crecer para sobreponerse a las dificultades. Los habitantes de Cusco se esmeran por hacer notar otros atractivos que la región posee.
¿Depende su equipo de alguien o de algo? ¿Cómo se vería sin esa dependencia?
Todos tenemos la responsabilidad de no ser esenciales, de crear alternativas y de prepararnos para escenarios diferentes. A lo mejor descubrimos personas y recursos que no apreciábamos, que estaban escondidos por paradigmas que ya era hora de desafiar.
Poseer un “Plan B” previene ante las adversidades, aumenta las opciones para continuar la marcha, si un miembro clave del equipo se ausenta y estimula la creatividad, ese abundante recurso que dejamos dormido cuando dependemos del pasado.
Sin duda, Cusco saldrá adelante, y al reiniciarse el tránsito del tren a Machu Picchu estará mejor preparada para diversificar su vasto potencial. De igual modo, si cada uno de nosotros cuestiona sus dependencias, podrá sentirse exigido a transformar su modo de pensar y a crecer con más opciones y confianza.
German Retana
german.retana@incae.edu
Cusco, Perú. Recorrer esta histórica ciudad es como leer un libro que empezó a ser escrito desde que fue la capital de la cultura inca. De ese pasado se rescatan enseñanzas para comprender el presente. Sin embargo, hay una situación actual con una lección hacia el futuro: el no acceso temporal a Machu Picchu invita a pensar en los riesgos de la dependencia de un recurso, persona o paradigma mental.
El tren que traslada turistas a Machu Pichu no está operando debido a derrumbes que destruyeron secciones de su vía. Esto ha provocado la reducción de un 80% de visitantes a la ciudad. ¿Para qué ir a Cusco si no puedo visitar Machu Pichu?, se preguntan miles de turistas. En consecuencia, la industria turística se desactivó, obligando a los 180 mil cusqueños que dependen de ella a reaccionar con nuevas ideas para diversificarse y generar recursos.
¿No es eso mismo lo que ocurre cuando el eje central de un equipo deja de serlo, aunque sea temporalmente? Se depende de personas consideradas claves y se les asigna un peso gigantesco para determinar el rumbo. También se crean ideas que nadie cuestiona porque alguna vez fueron tablas de salvación. “Nosotros somos mucho más que Machu Picchu, pero la mayoría de los turistas no acepta eso”, dijo un cusqueño.
Cuando una dependencia se rompe, aumenta la incertidumbre, pero también la innovación y el reto de crecer para sobreponerse a las dificultades. Los habitantes de Cusco se esmeran por hacer notar otros atractivos que la región posee.
¿Depende su equipo de alguien o de algo? ¿Cómo se vería sin esa dependencia?
Todos tenemos la responsabilidad de no ser esenciales, de crear alternativas y de prepararnos para escenarios diferentes. A lo mejor descubrimos personas y recursos que no apreciábamos, que estaban escondidos por paradigmas que ya era hora de desafiar.
Poseer un “Plan B” previene ante las adversidades, aumenta las opciones para continuar la marcha, si un miembro clave del equipo se ausenta y estimula la creatividad, ese abundante recurso que dejamos dormido cuando dependemos del pasado.
Sin duda, Cusco saldrá adelante, y al reiniciarse el tránsito del tren a Machu Picchu estará mejor preparada para diversificar su vasto potencial. De igual modo, si cada uno de nosotros cuestiona sus dependencias, podrá sentirse exigido a transformar su modo de pensar y a crecer con más opciones y confianza.
German Retana
german.retana@incae.edu