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Si los malos fueran buenos

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 06 octubre, 2010




Si los malos fueran buenos

“Si los malos supieran qué buen negocio es ser buenos, serían buenos aunque fuera por negocio”. Con estas palabras, el cantautor Facundo Cabral, invita a reflexionar a quienes pudiendo hacer las cosas correctamente, se empeñan en convertirse en un obstáculo para que los demás fluyan al máximo de su potencial.
Hay organizaciones en las que su impedimento para lograr más, no se debe a la falta de recursos. Es más una cuestión de actitudes de algunos de sus miembros, quienes teniendo la capacidad para ser una buena palanca hacia los objetivos colectivos, exhiben reiteradas conductas negativas que son un freno para sus propios equipos de trabajo.
¿Por qué lo hacen? ¿A qué se debe que su discurso no sea coherente con sus conductas? ¿Será que su ego pesa más que las metas de sus entidades? Es difícil entender que estas personas no tengan la inteligencia para darse cuenta de que si el equipo triunfa, ellas también ganan.
¡Soñemos! Imaginemos que los “malos” dejan atrás sus ansias de complicar lo simple y de poseer el monopolio de la verdad para convertirse en facilitadores con buenas intenciones. Añoremos que se dan cuenta de que “los bomberos jamás deben majarse las mangueras entre ellos” porque eso imposibilita apagar los incendios. Aspiremos a que su profundo arrepentimiento por el daño causado les transforma en personas humildes, serviciales y tan comprometidas, que la fuerza con la que hacían el mal es insignificante al compararla con la que ahora emplean para hacer el bien.
El desafío es crear ambientes de trabajo en los que todo “fluya.” Allí, el talento individual crece porque cada cual siente libertad para expresarlo; las relaciones interpersonales son proactivas, pues se ha erradicado la desconfianza sobre las intenciones de los otros. Los objetivos rigen las conductas y los problemas se ven pequeños a la par de la dedicación colectiva para construir el anhelo de todos. Los egos se conservan del tamaño adecuado para que nadie se sienta superior por el simple hecho de tener un puesto con responsabilidades diferentes.
¿Cómo se vería su organización si los “malos” fueran “buenos”? ¿Cómo sería sin las personas que hoy son el mayor obstáculo interno para el éxito? Ahora bien, si usted no tiene el poder para cambiarlas ni para que ellas cambien, entonces sea parte de los buenos, pues como también dice Cabral: “El bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso.”

German Retana
german.retana@incae.edu







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