Se menospreció el recurso humano
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 08 septiembre, 2008
La Contraloría General de la República dio a conocer la situación en que se encuentra la ejecución de los presupuestos en las instituciones del Gobierno Central y en el resto del sector público, al haber llegado a la mitad de 2008. Del extenso informe, LA REPUBLICA dio a conocer lo relacionado especialmente con algunos ministerios (el caso de Vivienda se lleva una de las peores notas), y es realmente desalentador.
La mayoría de las instituciones públicas presenta un atraso en la ejecución de sus presupuestos y se señala que solo tres de ellas van a buen ritmo: Ambiente y Energía, Agricultura y Ganadería y Planificación Nacional.
El problema no es más que el reflejo de lo que está en la base de esta y muchas otras situaciones que mantienen estancado al aparato estatal y lo vuelven disfuncional. Sus jerarcas durante décadas no hicieron la tarea y se acataron y dictaron políticas equivocadas.
Esa tarea consistía en actualizar y preparar al personal para contar con el recurso humano adecuado y, desde luego, remunerarlo bien para conservarlo. Cualquier país en cualquier democracia necesita un aparato estatal de tamaño adecuado pero altamente eficiente.
Esa puesta al día de las instituciones públicas desde la perspectiva de su recurso humano no fue llevada a cabo ni por quienes han tenido siempre la obligación de hacerlo, los jerarcas y mandos medios, ni reclamadas seriamente nunca por las organizaciones de trabajadores.
Ambas instancias, una por cumplimiento de su deber y la otra por reclamo de sus derechos, debieron enfocar su atención en la necesidad de capacitaciones para hacerle frente a la operación de esas entidades en el marco de un mundo de economía globalizada y altamente tecnificada e informatizada.
Lo anterior, sumado a otras cosas como una legislación que padece obesidad y desactualización, la falta de planificación en algunos casos y el amor por “la ley del menor esfuerzo” casi siempre, ha dado como resultado un país que además de pobre, mantiene el dinero “bajo el colchón” porque no sabe cómo invertirlo.
Sin duda, un panorama decepcionante que muchos costarricenses creyeron iba a superarse en la presente administración, sobre todo mediante las mil mentes lúcidas mencionadas por el presidente Arias, a quienes, si hubieran revertido la situación del aparato estatal que hoy nos ocupa, probablemente los costarricenses les habrían pagado con gusto asesorías.