Saprissa dio lección de fortaleza mental
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 17 mayo, 2022
¡Todo o nada!
Este fue el grito de guerra de Jeaustin Campos en el vestuario del Allen Riggioni, en el intermedio del juego entre Grecia y Saprissa.
Perdía el Monstruo 1-0 y había que darle vuelta al resultado, para sobrevivir en la etapa de clasificación del Clausura. Urgía buscar dos anotaciones y solo una receta a mano. Se ordenó repetir la dosis y así fueron al terreno de juego, de una sola vez, los cuatro futbolistas que lograron catapultar al equipo al triunfo ante el Sporting en el juego anterior.
Kendall Waston, Christian Bolaños, Marvin Angulo y Carlos Villegas.
El Monstruo reacomodó su esqueleto, reforzó su delantera y dejó cráteres en su retaguardia.
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La osadía del estratega morado se pagó caro y temprano, cuando Grecia metió el 2-0 en la madrugada del segundo tiempo, pero, errores garrafales del cuerpo técnico griego, desbarataron la zona defensiva del equipo, asustada con la presencia del gigante Waston y ese talento innato de Bolaños.
Variantes apresuradas en procura SOLO de anular a la torre humana, incrustada en zona caliente, rompieron el orden defensivo del equipo azul y pronto, miles de espectadores, vimos, notamos y sentimos, esa diferencia que en ocasiones lastima entre un equipo llamado grande y otro, calificado como pequeño.
En solo ocho minutos, el Monstruo tenía casi resuelto el dilema, con dos anotaciones de “Bola” y con más de veinte minutos de tiempo para afianzar y reforzar la frase inmortal de don Jorge Guillén: “no se repartan nada, mientras Saprissa está vivo”.
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Y sí, Saprissa estaba vivo y jugando.
Grecia se tiró atrás, Saprissa se lanzó al ataque, con sobriedad, calma, fortaleza mental, sin apresurar el ritmo del partido, casi seguro de que el premio mayor tenía que llegar.
Y, “El Gordo” cayó cuando Orlando Sinclair cerró un centro rasante de Bolaños y conectó los cordeles del joven y muy buen portero José David Vega.
Remontada épica, al mejor estilo del Real Madrid, misión cumplida, clasificación histórica lograda con una seguidilla de triunfos impresionante y que parecía fugarse cuando ya el Monstruo había nadado lo suficiente para festejar al otro lado de la orilla.
Por poco y se hunde; Grecia tuvo casi todo para rematarlo, pero lo dejó respirar, le dio espacio y le permitió libertades que Saprissa y el ADN de sus futbolistas no perdonan.
Ahora, sigue la Liga, el rival que “lo escogió” para verse en las semifinales.
Viene un receso: que el morbo espere.
gpandolfo@larepublica.net
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