San José; centro de acopio
Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 28 julio, 2021
Para los que visitan o trabajan en la capital les toca calles y avenidas atascadas, aire contaminado, congestión, y sobre todo una sensación de “mugre.” Un factor importante en la creación de ese ambiente tan desagradable es la presencia de cienes de autobuses grandes estacionados con los motores prendidos, o quizás circulando con pocos o ningunos pasajeros.
La verdad es que San José es la terminal para líneas autobuseras de todo el país incluyendo los puntos más lejanos del territorio nacional hasta los suburbios más cercanos. Miles de personas llegan a esta ciudad todos los días involuntariamente; realmente su destino es otro, pero el autobús los llevó a San José para “cambiar.”
Se necesita un rediseño básico de las rutas; quizás algunas habrá que eliminar y nuevas creadas. Otras tendrán que ser rediseñadas. Esto lo ha sabido todos los que han gobernado en este siglo, pero cuando a Luis Guillermo Solís le llegó la oportunidad, anunció que iba a enfrentar el reto, pero al fin renovó todas las concesiones de línea por siete años más.
El presidente actual está presionando a los autobuseros para que adopten vehículos eléctricos y estos han respondido que aceptarían hacer el cambio siempre y cuando se les renueva las rutas (muchas obsoletas) por 15 años. Es cierto que habría un cambio en la calidad del aire en la ciudad capital si las líneas autobuseras operaran con unidades eléctricas. Pero ¿qué hay con la comodidad de los ciudadanos que usan el servicio?
Actualmente el trabajador costarricense en promedio está pasando más de una hora en cada dirección para viajar de su casa al trabajo—más en autobús y menos en auto particular. Dos horas diarias por 50 semanas suman 500 horas anuales – aproximadamente 21 días de 24 horas en las calles y carreteras transportándose. Si está cambiando de autobús, y se estima que más de la mitad tiene que usar dos en cada dirección, es más. ¿Es calidad de vida?
Una trabajadora en una oficina en la Sabana que reside en Hatillo 4 (dos kilómetros separan la casa de su lugar de trabajo) tiene que usar dos buses y 90 minutos para cubrir la distancia. ¡Ni hablar del costo! Esta persona prefiere llegar caminando.
Hay que preguntar ¿quién o qué les da la osadía a los concesionarios de autobuses de pedir 15 años en las mismas líneas para cambiar a unidades con motor eléctrico? Y cuidado que no amenazan a suspender el servicio que contractualmente están obligados a ofrecer. Escuchar a estos empresarios hablar de que “están perdiendo dinero” por todos los costos de operación le provoca a más de uno preguntar – “¿Si están perdiendo dinero por qué siguen en el negocio?”
No debe el gobierno aceptar pasar las concesiones a 15 años en vez de 7 e incluso no debe renovar las rutas hasta que se haga un rediseño total del sistema. Es salvar a San José, pero también es mejor la calidad de vida de los usuarios; de eso se trata al decir “gobernar.”
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