Roberts, madrastra de altura
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 28 marzo, 2012
Roberts, madrastra de altura
Julia Roberts ha buscado un papel a su medida y lo ha encontrado en una madrastra de Blancanieves que luce en medio de un montaje excesivo y barroco, en el que el cuento tradicional se ha transformado en lo que pretende ser una comedia que se queda a medio camino de todo.
“Mirror, mirror” no llega a ser una comedia, pero está lejos de ser un drama; tampoco es una parodia porque se toma a sí misma demasiado en serio; la ironía con la que adorna sus diálogos se desdibuja para no parecer demasiado hiriente y los personajes resultan tan forzados que los actores parecen meras caricaturas.
En un intento de ofrecer una versión renovada del clásico de los hermanos Grimm, el realizador indio Tarsem Singh (“The Cell”) aporta un excesivo toque bollywoodense a una historia en la que desaparece el envenenamiento por manzana de Blancanieves y en la que el príncipe es objeto de deseo amoroso de la madrastra.
Un triángulo amoroso que se convierte en el centro de la película para así aumentar el protagonismo del personaje de la madrastra, que en esta versión es el centro de toda la historia.
Julia Roberts se convierte así por obra de un guión escrito para su exclusivo lucimiento en la protagonista absoluta de una Blancanieves en la que el resto de los personajes hacen de meros comparsas.
Lily Collins (hija de Phil Collins) pone entusiasmo en su interpretación pero le falta la dulzura que se le supone a Blancanieves y además no tiene química alguna con el príncipe azul, que resulta ser un tanto debilucho y con poco encanto.
Ni siquiera el habitualmente eficaz Nathan Lane logra insuflar algo de gracia a su personaje de bufón de la reina.
Personajes además rodeados por un decorado tan barroco que contribuye a esconder si cabe aún más una historia en la que los enanos han pasado a ser bandidos a lo Robin Hood y en la que el espejo mágico está en una suerte de isla exótica en medio del mar.
Un derroche de color y de vestuario extravagante, con una música que tampoco llega a las cotas alcanzadas por Alan Menken compositor habitual de Disney en “Aladdin”, “The Hunchback of Notre Dame” o “The Beauty and the Beast”.
Una película que llega pronto a pantallas americanas a la espera de que en junio se estrene la segunda versión de este año del clásico de los Grimm, con Kristen Stewart como una guerrera Blancanieves, y Charlize Theron como la malvada madrastra.
Redacción Cultura / EFE
“Mirror, mirror” no llega a ser una comedia, pero está lejos de ser un drama; tampoco es una parodia porque se toma a sí misma demasiado en serio; la ironía con la que adorna sus diálogos se desdibuja para no parecer demasiado hiriente y los personajes resultan tan forzados que los actores parecen meras caricaturas.
En un intento de ofrecer una versión renovada del clásico de los hermanos Grimm, el realizador indio Tarsem Singh (“The Cell”) aporta un excesivo toque bollywoodense a una historia en la que desaparece el envenenamiento por manzana de Blancanieves y en la que el príncipe es objeto de deseo amoroso de la madrastra.
Un triángulo amoroso que se convierte en el centro de la película para así aumentar el protagonismo del personaje de la madrastra, que en esta versión es el centro de toda la historia.
Julia Roberts se convierte así por obra de un guión escrito para su exclusivo lucimiento en la protagonista absoluta de una Blancanieves en la que el resto de los personajes hacen de meros comparsas.
Lily Collins (hija de Phil Collins) pone entusiasmo en su interpretación pero le falta la dulzura que se le supone a Blancanieves y además no tiene química alguna con el príncipe azul, que resulta ser un tanto debilucho y con poco encanto.
Ni siquiera el habitualmente eficaz Nathan Lane logra insuflar algo de gracia a su personaje de bufón de la reina.
Personajes además rodeados por un decorado tan barroco que contribuye a esconder si cabe aún más una historia en la que los enanos han pasado a ser bandidos a lo Robin Hood y en la que el espejo mágico está en una suerte de isla exótica en medio del mar.
Un derroche de color y de vestuario extravagante, con una música que tampoco llega a las cotas alcanzadas por Alan Menken compositor habitual de Disney en “Aladdin”, “The Hunchback of Notre Dame” o “The Beauty and the Beast”.
Una película que llega pronto a pantallas americanas a la espera de que en junio se estrene la segunda versión de este año del clásico de los Grimm, con Kristen Stewart como una guerrera Blancanieves, y Charlize Theron como la malvada madrastra.
Redacción Cultura / EFE