Restringen labor del periodista en Costa Rica
| Lunes 20 julio, 2009
Restringen labor del periodista en Costa Rica
“No se puede repreguntar”. “Debe solicitar permiso al jerarca para acceder a una fuente de consulta que maneja información pública”. “Depende del tema que quiera preguntar, le puedo contestar”. “Disculpe, no le puedo entregar esa información pública porque nos obligaron a firmar una cláusula de confidencialidad”, “Se la doy hasta que la Sala Constitucional nos obligue a revelarla”, “Quiero hablar con fulano de tal… Lo siento, aquí únicamente quien ofrece declaraciones a los periodistas es el jerarca”. “A usted no le doy declaraciones porque trabaja en…”. “Si me envía la pregunta por escrito, se la respondo, de lo contrario no es posible”. Son solo algunos ejemplos de las limitaciones que deben enfrentar los periodistas costarricenses en el ejercicio de su trabajo diario en Costa Rica.
Quizás para algunos periodistas estas prácticas se han vuelto tan cotidianas, que ya hayan pasado a convertirse en algo normal, situación que me preocuparía mucho, porque lo que está en juego, es el tipo de información que recibe el público como material noticioso.
Estos intentos de “controlar” la información, aunque no son nada nuevos en el país, sí vienen en crecimiento en los últimos años en detrimento de la calidad de los hechos que entrega el periodista a su lector, oyente, televidente o cibernauta.
Por ejemplo, soy apasionado en sintonizar la transmisión del Consejo de Gobierno por el Canal 13, pues se tiene la oportunidad de escuchar la pregunta que formulan los periodistas al Presidente de la República y a representantes del gabinete. No obstante, en esa conferencia de prensa semanal, los periodistas no tienen el derecho de hacer una segunda pregunta o de repreguntar, eliminándose con ello, la posibilidad de ampliar o cuestionar esa información. Esta práctica gubernamental atenta contra la libertad que tiene el periodista ya que violenta el instrumento más importante que tiene el comunicador para obtener una información: la pregunta. ¿Por qué los periodistas permiten esa situación? No quiero pensar que los periodistas permitan inconsciente o conscientemente que se abra ese espacio para que en muy poco tiempo, los jerarcas ofrezcan declaraciones y luego se levanten de una actividad pública sin recibir inquietudes. Si el columnista Bosco Valverde, como muchos otros maestros del periodismo estuvieran entre nosotros, este tipo de “protocolo” seguro hace rato se hubiera resquebrajado.
A estas prácticas que, son inadecuadas en un Estado democrático y de derecho, se suman aquellas donde el jerarca de dependencias públicas —que están en tránsito en el cargo— intenta definirle al periodista (como si fuera un acto administrativo) cuáles son las únicas fuentes a las que tiene derecho a consultar, generándose con ello, una concentración monopolística de la información que atenta contra el buen ejercicio público y profesional del comunicador.
Es hora que los periodistas reaccionen, tomen posición sobre estos hechos que violentan el derecho a acceder a la información, a la consulta de fuentes y al derecho a preguntar. Un silencio como respuesta podría ser nuestro peor enemigo.
Ahmed Tabash Blanco
Periodista
“No se puede repreguntar”. “Debe solicitar permiso al jerarca para acceder a una fuente de consulta que maneja información pública”. “Depende del tema que quiera preguntar, le puedo contestar”. “Disculpe, no le puedo entregar esa información pública porque nos obligaron a firmar una cláusula de confidencialidad”, “Se la doy hasta que la Sala Constitucional nos obligue a revelarla”, “Quiero hablar con fulano de tal… Lo siento, aquí únicamente quien ofrece declaraciones a los periodistas es el jerarca”. “A usted no le doy declaraciones porque trabaja en…”. “Si me envía la pregunta por escrito, se la respondo, de lo contrario no es posible”. Son solo algunos ejemplos de las limitaciones que deben enfrentar los periodistas costarricenses en el ejercicio de su trabajo diario en Costa Rica.
Quizás para algunos periodistas estas prácticas se han vuelto tan cotidianas, que ya hayan pasado a convertirse en algo normal, situación que me preocuparía mucho, porque lo que está en juego, es el tipo de información que recibe el público como material noticioso.
Estos intentos de “controlar” la información, aunque no son nada nuevos en el país, sí vienen en crecimiento en los últimos años en detrimento de la calidad de los hechos que entrega el periodista a su lector, oyente, televidente o cibernauta.
Por ejemplo, soy apasionado en sintonizar la transmisión del Consejo de Gobierno por el Canal 13, pues se tiene la oportunidad de escuchar la pregunta que formulan los periodistas al Presidente de la República y a representantes del gabinete. No obstante, en esa conferencia de prensa semanal, los periodistas no tienen el derecho de hacer una segunda pregunta o de repreguntar, eliminándose con ello, la posibilidad de ampliar o cuestionar esa información. Esta práctica gubernamental atenta contra la libertad que tiene el periodista ya que violenta el instrumento más importante que tiene el comunicador para obtener una información: la pregunta. ¿Por qué los periodistas permiten esa situación? No quiero pensar que los periodistas permitan inconsciente o conscientemente que se abra ese espacio para que en muy poco tiempo, los jerarcas ofrezcan declaraciones y luego se levanten de una actividad pública sin recibir inquietudes. Si el columnista Bosco Valverde, como muchos otros maestros del periodismo estuvieran entre nosotros, este tipo de “protocolo” seguro hace rato se hubiera resquebrajado.
A estas prácticas que, son inadecuadas en un Estado democrático y de derecho, se suman aquellas donde el jerarca de dependencias públicas —que están en tránsito en el cargo— intenta definirle al periodista (como si fuera un acto administrativo) cuáles son las únicas fuentes a las que tiene derecho a consultar, generándose con ello, una concentración monopolística de la información que atenta contra el buen ejercicio público y profesional del comunicador.
Es hora que los periodistas reaccionen, tomen posición sobre estos hechos que violentan el derecho a acceder a la información, a la consulta de fuentes y al derecho a preguntar. Un silencio como respuesta podría ser nuestro peor enemigo.
Ahmed Tabash Blanco
Periodista