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Reglas versus discreción

Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 05 noviembre, 2013


Discrepo de generar mayor discrecionalidad de intervención de la autoridad monetaria, dado el alto peligro de captura del regulador o del actor involucrado


Reflexiones

Reglas versus discreción


Algunas veces nuestros tomadores de decisiones en materia de política monetaria y cambiaria se ven tentados al uso de la discreción, es decir, establecer ciertos límites para el comportamiento de los macroprecios, ya sea la tasa de interés o el tipo de cambio, generando comportamientos de intervención en función de ciertos patrones no deseados de comportamiento de los mismos.
Este tema es común cuando tenemos presiones de diversos sectores que pueden verse afectados positivamente o negativamente sobre los posibles cambios. Este comportamiento de intervención de los precios puede o no ser correcto y necesario, sin embargo, la credibilidad de la autoridad monetaria o cambiaria se ve altamente comprometida al actuar en forma discrecional en dichos precios. Es claramente muy tentador el mantener este mecanismo de intervención de cara a resolver los dilemas de corto plazo, desviaciones del precio de su tendencia esperada de largo plazo.
En la práctica, la discreción no es una forma muy correcta de actuar de cara a la política monetaria y cambiaria. Por lo general, las autoridades monetarias tipo junta directiva o regulador tienden a una rápida captura generando consecuencias importantes en cuanto al comportamiento estratégico de los actores del sistema. Empero, la discreción genera importantes pérdidas y ganancias del oportunismo de los actores, al intentar apostar en juegos a la actuación de las autoridades. En síntesis, la discreción no pareciera ser una forma muy apropiada para intervenir los precios en los mercados de divisas y de dinero, elemento ampliamente citado en la literatura económica reciente.
Es por lo anterior que me gustaría discrepar de los actores de política económica que pretenden una liberalización de las bandas cambiarias y una ampliación de las mismas, generando en su discurso un cierto compromiso del Banco Central de intervenir en momentos de salto crítico de los precios. Pero ¿a que llamamos salto crítico?, ¿cuánto debe devaluarse o revaluarse la moneda para tener la presencia del Central con su compra o venta de divisas?, sería un tema discrecional.
Discrepo entonces de generar una mayor discrecionalidad de intervención de la autoridad monetaria, dado el alto peligro de captura del regulador o del actor involucrado. Preferiría entonces que se pudiese tener una regla razonable de movilidad del tipo de cambio.
Ante los posibles avatares cambiarios del futuro, preferiría una banda cambiaria mucho más estrecha, digamos una banda de 500 a 700 como patrón de actualidad. Favorecer una regla de intervención en tanto no se permita al precio subir o bajar por debajo o por encima de dicha banda. Este mecanismo de regulación del precio puede ser movible en el tiempo pero sobre las bases de estabilidad del sistema en el corto plazo, es decir, garantizar cierta consistencia del precio con su tendencia de largo plazo.
En síntesis, debemos repensar el esquema cambiario limitando la discrecionalidad del Banco Central en su actuación y permitiendo una mayor consistencia del precio con su tendencia estructural de largo plazo.

Leiner Vargas

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