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Reflexiones: 12 medidas para atender la crisis económica desde una perspectiva social demócrata (VII propuesta)

Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Jueves 17 diciembre, 2020


Eje 3. Reducción del gasto y mejora de la eficiencia y eficacia de este a futuro. Propuesta 7: Transformar los programas y fondos existentes en materia de atención de la pobreza extrema o indigencia en una transferencia única de renta mínima vital.

El problema del déficit fiscal es integral y la solución a un déficit crónico y los efectos de la pandemia sobre el mismo, no pueden verse exclusivamente del lado de los ingresos. Nunca alcanza si no tenemos consciencia de las limitaciones sociales de los ingresos públicos. No podemos hacer de todo y asumir responsabilidades públicas en cualesquiera de los problemas que enfrenta la sociedad moderna. Existen múltiples formas de afrontar los desafíos de las nuevas demandas y requerimientos de la sociedad. Muchas de estas demandas se generan en fallas del mercado o en condiciones extraordinarias que generan externalidades o efectos colectivos no deseados, tales como la desigualdad económica, el deterioro ambiental o la exclusión de los mercados laborales y financieros.

En costa rica el gasto público se concentra en atender situaciones sociales muy deseables, tales como el acceso universal a la educación, la inclusión en el sistema sanitario, la protección social y más recientemente el atenuar las condiciones de pobreza y exclusión social. Cómo socialdemócrata que soy, me apunto más a enseñar a pescar que a regalarle a los ciudadanos el pescado. Sin embargo, existe un porcentaje de la población que casi suma un 10% que se ha quedado excluida de muchas necesidades y que se podría caracterizar como población en indigencia o extrema pobreza. Para este porcentaje de la población las opciones de capacitación, emprendimiento y de salida laboral resultan poco viables, ya sea por la edad, la condición de salud o el nivel de vulnerabilidad en el que se encuentran. Ante lo anterior, hemos estructurado muchos programas dispersos y llenos de burocracia para atenderlos, llevamos casi 25 años de hacer de todo y la pobreza extrema sigue ahí. Al parecer, estamos alimentando a los que alimentan a los pobres, más que a los pobres en si mismos. Hemos sido mucho más efectivos en crear programas y proyectos para resolver la pobreza extrema, mismos que no resultan para nada efectivos en garantizarle a los pobres un mejor nivel de vida.

Ante lo anterior propongo: Transformar los programas y fondos existentes en materia de atención de la pobreza extrema o indigencia en una transferencia única de renta mínima vital que se acredita a título de la persona o del encargado de esta, en casos personas con habilidades especiales. Esto permitirá reducir sustancialmente la burocracia existente de atención a las familias en extrema pobreza. Dicha reducción en el gasto en pobreza no se traducirá en más pobres, por el contrario, se reducirá la extrema pobreza y se podrá concentrar los recursos en el ascenso social “enseñar a pescar” elemento sustancial de la filosofía socialdemócrata.

La renta mínima vital es una opción mucho más efectiva y podría condicionarse a esquemas de apoyo colectivo privado, tales como los centros de atención a indigencia, los esquemas de cuido de niños y ancianos en indigencia o abandono, así como, la atención de personas con habilidades especiales que no les permiten tener una vida digna. Se trata de una forma alternativa de ver la indigencia y la pobreza extrema y abandonar la ya excesiva y claramente inefectiva forma de atender a los pobres desde la institucionalidad existente.

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