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¿Reelección inmediata de diputados?

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 19 agosto, 2009



¿Reelección inmediata de diputados?


En estos días hay mucho debate entre los habitantes sobre la Ley de Tránsito que entra en vigor el 23 de setiembre, una legislación aprobada con muy buenas intenciones, pero que tiene todo tipo de problemas de redacción y de sentido común. Puede haber algunos aspectos que rocen con la Constitución Política, pero estos quedan por verse. Lo que sí es definitivo es que está aprobada con números equivocados y todo tipo de reglamentos que rozan con lo que es práctico en la vida cotidiana. Si esta situación fuera atípica, menos mal; pero lamentablemente mucha de la legislación que emerge de la Asamblea debidamente aprobada, después requiere “ajustes.”
Se puede percibir un servicio de cuatro años en la Asamblea Legislativa como una especie de enseñanza superior. Llega la gran mayoría de los 57, debidamente elegida por el pueblo pero sin experiencia en lo que es servir en este tipo de puesto, y cuando apenas completa su periodo constitucional, regresa a su vida cotidiana. Toda la experiencia, la madurez, la perspectiva y el conocimiento se pierden apenas cuando podría comenzar a funcionar con máxima efectividad.
Una reelección inmediata permitiría que un grupo de personas elegidas por el voto popular se convirtieran en la memoria institucional, y que tuvieran una perspectiva más profesional y amplia que los recién llegados en lo que es el tejemaneje del debate en comisiones y en el plenario. No serían necesarias las consultas constantes a la Sala IV sobre los procedimientos seguidos, y probablemente habría más cuidado en la redacción misma. Además se establecerían “especialidades” entre los diputados en campos distintos como medio ambiente, delincuencia, obras públicas, comercio exterior y otros. Los especialistas y experimentados ayudarían a los novatos en las comisiones cuando llegara el momento de redactar legislación.
Algunos dirán que hay peligro de que un grupo se apodere de la legislatura y que la “sangre nueva” no obtendría voz y resonancia si se permitiera la reelección, pero es dudoso que esto fuera así. Después de cada periodo de cuatro años habrá los que no quieren repetir y otros que no serían postulados por sus propios partidos políticos por no seguir la disciplina de las agrupaciones que los llevaron al poder. Y, si hay especial preocupación por esto, se podrían imponer límites en el número de veces que una persona pudiera presentarse a la reelección.
Si en las encuestas se pregunta a los costarricenses sobre cuál es el primer poder de la República, la mayoría dice no saber o cita a la presidencia. Si se preguntan los nombres de los diputados, son pocos los que pueden citar más de dos o tres. Esto es porque no tienen tiempo para establecerse, para hacer nombre los que sirven en la legislatura.
Se dice que la presidencia de un país es “aspiracional,” mientras que la Asamblea Legislativa es “espejo.” El pueblo elige para su primer mandatario a alguien que ve que es mejor que ellos, un líder, pero para diputado buscan una persona igual que ellos en capacidad y desenvolvimiento. El pueblo generalmente es ignorante en cuanto a los procedimientos y los conocimientos requeridos para redactar legislación buena —¿se quiere que todos los diputados estén en iguales condiciones en ese sentido?

cdenton@cidgallup.com

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