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FORO DE LECTORES


Que en esta hora tan oscura ¡nadie nos robe nuestros sueños!

Andrzej Baranski-Madrigal a.baranski@nyu.edu | Lunes 28 septiembre, 2020

Andrzej Baranski

Todos tenemos algún sueño o algún anhelo en nuestro corazón que deseamos ver cumplido en el curso de nuestra vida. Y no hay escalas de valor sobre cuales sueños son mejores: algunos querrán poder terminar sus estudios, otros comprar una casa, empezar una empresa o ver a sus padres felices con una vejez digna. Lo bello de soñar es que la mente nos lleva a ver lo que hoy no es como si ya fuera, y esa experiencia imaginaria se transforma en el motor de nuestro diario vivir. A mí me motiva cada mañana el prospecto de ver a mis hijos transformarse en adultos independientes, felices, y ciudadanos ejemplares. Y usted, estimado lector, ¿con qué sueña?

La trayectoria entre el presente y el cumplimiento de un sueño nunca es un camino recto; las vicisitudes de la vida y los errores que cometemos a veces nos descarrilan. En ocasiones también llegan golpes de suerte que nos enrumban hacia nuestros objetivos y hay que estar preparados para esos días. ¨A cada quien le llega un momento especial, cuando la vida los toca en el hombro y les ofrece una oportunidad para hacer algo muy especial, hecho a la medida de sus talentos¨, dijo una vez Winston Churchill.

Los economistas han estudiado por mucho tiempo las variables que afectan el resultado de vida de una persona por medio de estudios muy rigurosos que siguen a las personas en su trayectoria durante varias décadas. Si algo pareciera estar claro es que el entorno es determinante. La nutrición en el vientre de la madre afecta el desarrollo cognitivo de los niños lo cual desemboca en grandes diferencias en la edad adulta. El cuido y la estimulación temprana también son fundamentales para la adecuada socialización. ¿Será que nuestros sueños también son función de nuestras circunstancias?

El ser humano piensa y razona en función de su entorno. Sus puntos de referencias sociales y normas de conducta provienen del mundo que conoce. Su cultura determina en gran parte sus metas de vida: qué es digno de perseguir y alcanzar; qué rol juegan los hombres en contraste con las mujeres; quien merece admiración y honra y quien no. Lo interesante es que nos gusta creer que nuestros sueños son propios, únicos, y producto de nuestra voluntad individual. Toma una gran dosis de introspección y perspectiva conocer el origen de nuestros deseos. No niego que tengan un componente individual y auténtico, pero afirmo con certeza las palabras de Ortega y Gasset: ¨Yo soy yo y mi circunstancia¨.

Hoy nuestra circunstancia como país es lúgubre. Mi generación vive en este momento la hora más oscura de su existencia. Desempleo, baja productividad, mala infraestructura, hacinamiento en la capital, exceso de burocracia, migración sin control, gobierno sin rumbo y sin propuestas alentadoras, con inexpertos al mando. La caída sostenida en la calidad de vida de los costarricenses en los últimos 7 años, reflejada en la baja en la calidad de la educación, creciente desigualdad, aumento en el costo de la vida y la pobreza, así como disminución en la confianza de los inversionistas locales y extranjeros, viene a destruir los sueños.

Quienes ayer soñaban con terminar sus estudios, quizá hoy tan solo sueñan con poder comer mañana. Quienes soñaban con expandir su empresa y aumentar el empleo, hoy talvez sueñan con no terminar en la quiebra. Quien soñaba con una vejez digna para sus padres o para sí mismo, hoy sueña con no perder su pequeña pensión y que esta llegue a representar un monto justo en los años por venir. Muchos sueñan con irse a perseguir nuevos horizontes, y quienes añoraban volver a su patria quizá hoy lo ven imposible.

Un grupo con poca sensibilidad humana ha llegado al poder de nuestro país. Con su desorientada política elitista arrasa en el camino con los sueños de los costarricenses de a pie. No me sorprendería si pronto nos ponen un impuesto por soñar, o si nos exigen ganarnos el derecho a hacerlo. Pero debemos resistir con toda la fortaleza interna que nos quede y no caer de rodillas ante quienes buscan convertirse en nuestros redentores a punta de matar nuestras ambiciones.

De noche y de día debemos entonar nuestros himnos de esperanza y fe que nos recuerdan el anhelo de nuestro corazón. Me refiero a ese anhelo que no depende de las circunstancias que este gobierno ha creado, sino del futuro que añoramos desde lo profundo de nuestro ser. Sin importar las diferencias entre nosotros, nuestro pasado, nuestro origen, nuestro credo, o nuestro nivel económico: debemos animarnos unos a otros a seguir luchando por nuestro futuro. ¨Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella, no me salvo yo¨. ¡Qué en esta hora tan oscura no nos roben la capacidad de soñar con un mejor mañana!

Andrzej Baranski

Assistant Professor

NYU Abu Dhabi







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