Puntos débiles del Saprissa
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 29 diciembre, 2008
Puntos débiles del Saprissa
Hay que comprar lupa para hallarlos en el equipo pentacampeón
Gaetano Pandolfo
gpandolfo@larepublica.net
De pronto se encuentran debajo de la rodilla maltratada de José Francisco Porras al mejor portero del país y del campeonato: Keylor Navas.
Como si nada, le quitan a Hernán Medford y a Jeaustin Campos la corbata y el vestido de traje; los uniforman de directores técnicos; los trasladan de sus escritorios de gerentes deportivos al zacate para que dirijan, y no pasa nada…o más bien, sucede mucho; los dos llenan de títulos al equipo.
¿En dónde estriba la fortaleza del campeón?
Me encanta cuando escucho a los líderes del equipo hablar de actitud: Porritas, Jervis, Víctor, Paté, la Bala nos hablan de actitud; de mentalidad; de triunfo.
Arriban al primer equipo los fichajes y los relevos de las nuevas generaciones moradas y los viejos les inculcan la mentalidad de campeón; de ganar; de título.
¡Hambre de título!
Entonces, futbolistas como Andrés Núñez, Armando Alonso, Michael Barrantes, Jairo Arrieta, de poco comer a su paso por Santa Bárbara, Cartaginés, Puntarenas, Brujas, llegan al Saprissa y se hartan…se hartan de títulos.
Y jamás olvidemos que varias de las estrellas moradas no hace muchos años, pasaron Navidades de hambre; millonarios hoy, sin tamal ayer; sin premios ni aguinaldos.
Lección de vida, resistida, asimilada, aprendida.
A punta de dolor, de escasez, de sufrimiento, se forjan esas personalidades de los líderes del Saprissa campeón, baluartes de la nómina, cuestionados algunos de ellos por “lentos y viejos”, sin que el fanático tome su tiempo para reflexionar qué haría ese equipo sin ellos…¿ o es que no aprendieron la lección de la Liga sin Luis Antonio Marín?
Los viejos, los maduros, los jóvenes, los nuevos; el Saprissa pentacampeón.
¿Dónde están sus huecos?
¿Por dónde hundir la nave?
¡Arriesguémonos!
No cuentan con un buen defensor derecho; no tienen un buen defensor izquierdo; no tienen un volante de marca nato o neto; les falta un segundo buen delantero.
Vendieron a Try Bennett.
Trajeron de vuelta a Yader Valladares.
Al final de cuentas, el polifuncional Andrés Núñez se echó el equipo al hombro por los dos carriles defensivos con enorme suceso y tuvo por la izquierda, un socio ideal: Michael Barrantes.
Solucionado el asunto.
Jeaustin Campos decide continuar el planteamiento de Medford: Saprissa juega con líbero y dos centrales: Cordero y Jervis, intocables; venden a Gabriel Badilla y emerge el jovencito Alexánder Robinson de pura porcelana y de la fina.
Proceso se llama esta figura, pero no es un proceso emocional, de rato, de momento, de instinto; no, es un proceso planificado.
¡Qué ganas de escribir esto con mayúscula!
PLANIFICADO.
Saprissa sabe trabajar sus fuerzas básicas; sus cambios generacionales no son violentos ni drásticos, como el que vive hoy Alajuelense: ya en el país los del campeonato sabemos que andan por ahí los Bryan Jiménez, Esteban Ramírez, José Luis Cordero, Manfred Russel, César Elizondo y otro “Robinson” que emergió por ahí, de nombre Fernando Paniagua, con empaque de crack y que será un suceso en el Verano.
Paniagua está citado a llenar ese otro punto débil del Saprissa; el típico medio de contención; ese Randall Azofeifa tan pausado que se fue: ese José Luis “Pupy” López tan completo, que se fue; ese Celso Borges que se podría ir.
Saprissa llena la fuga de sus medios de marca con dos volantes mixtos y gana por partida triple: Celso y Armando Alonso tienen mucho más fútbol que Azofeifa y López y entonces el pentacampeón se dispara hacia la ofensiva empujados por el arte de Centeno, la magia de Alonso Solís y la inteligencia de Alejandro Alpízar, recostada en el cachete izquierdo del campo y arriban como golosinas goles y títulos.
Falta otro punto débil: el segundo atacante.
Alpízar o el mismo Solís cumplen el rol de delantero titular en ese acordeón de piernas y talento que es el mediocampo morado. Ya no está Alvaro Saborío, el goleador.
Pero está Jairo Arrieta y con este se la juega Campos y sobra y basta.
Depende del rival se monta el equipo: contra la Liga siempre se juntan los cinco: Armando, Centeno, Alonso, Celso y Alpízar; uno va al ataque. En otros juegos, sientan a Solís; juega Arrieta, o sube Alpízar, o los noveles Elizondo y Ariel Santana pescan algunos minutos.
No hay prisa; la máquina morada camina; el taller está repleto de repuestos; los inventarios de cada periodo fiscal son generosos; la nómina se renueva y en cada temporada luce más completa.
¿Cuáles son los huecos del Saprissa?
Hay que comprar lupa para hallarlos en el equipo pentacampeón
Gaetano Pandolfo
gpandolfo@larepublica.net
De pronto se encuentran debajo de la rodilla maltratada de José Francisco Porras al mejor portero del país y del campeonato: Keylor Navas.
Como si nada, le quitan a Hernán Medford y a Jeaustin Campos la corbata y el vestido de traje; los uniforman de directores técnicos; los trasladan de sus escritorios de gerentes deportivos al zacate para que dirijan, y no pasa nada…o más bien, sucede mucho; los dos llenan de títulos al equipo.
¿En dónde estriba la fortaleza del campeón?
Me encanta cuando escucho a los líderes del equipo hablar de actitud: Porritas, Jervis, Víctor, Paté, la Bala nos hablan de actitud; de mentalidad; de triunfo.
Arriban al primer equipo los fichajes y los relevos de las nuevas generaciones moradas y los viejos les inculcan la mentalidad de campeón; de ganar; de título.
¡Hambre de título!
Entonces, futbolistas como Andrés Núñez, Armando Alonso, Michael Barrantes, Jairo Arrieta, de poco comer a su paso por Santa Bárbara, Cartaginés, Puntarenas, Brujas, llegan al Saprissa y se hartan…se hartan de títulos.
Y jamás olvidemos que varias de las estrellas moradas no hace muchos años, pasaron Navidades de hambre; millonarios hoy, sin tamal ayer; sin premios ni aguinaldos.
Lección de vida, resistida, asimilada, aprendida.
A punta de dolor, de escasez, de sufrimiento, se forjan esas personalidades de los líderes del Saprissa campeón, baluartes de la nómina, cuestionados algunos de ellos por “lentos y viejos”, sin que el fanático tome su tiempo para reflexionar qué haría ese equipo sin ellos…¿ o es que no aprendieron la lección de la Liga sin Luis Antonio Marín?
Los viejos, los maduros, los jóvenes, los nuevos; el Saprissa pentacampeón.
¿Dónde están sus huecos?
¿Por dónde hundir la nave?
¡Arriesguémonos!
No cuentan con un buen defensor derecho; no tienen un buen defensor izquierdo; no tienen un volante de marca nato o neto; les falta un segundo buen delantero.
Vendieron a Try Bennett.
Trajeron de vuelta a Yader Valladares.
Al final de cuentas, el polifuncional Andrés Núñez se echó el equipo al hombro por los dos carriles defensivos con enorme suceso y tuvo por la izquierda, un socio ideal: Michael Barrantes.
Solucionado el asunto.
Jeaustin Campos decide continuar el planteamiento de Medford: Saprissa juega con líbero y dos centrales: Cordero y Jervis, intocables; venden a Gabriel Badilla y emerge el jovencito Alexánder Robinson de pura porcelana y de la fina.
Proceso se llama esta figura, pero no es un proceso emocional, de rato, de momento, de instinto; no, es un proceso planificado.
¡Qué ganas de escribir esto con mayúscula!
PLANIFICADO.
Saprissa sabe trabajar sus fuerzas básicas; sus cambios generacionales no son violentos ni drásticos, como el que vive hoy Alajuelense: ya en el país los del campeonato sabemos que andan por ahí los Bryan Jiménez, Esteban Ramírez, José Luis Cordero, Manfred Russel, César Elizondo y otro “Robinson” que emergió por ahí, de nombre Fernando Paniagua, con empaque de crack y que será un suceso en el Verano.
Paniagua está citado a llenar ese otro punto débil del Saprissa; el típico medio de contención; ese Randall Azofeifa tan pausado que se fue: ese José Luis “Pupy” López tan completo, que se fue; ese Celso Borges que se podría ir.
Saprissa llena la fuga de sus medios de marca con dos volantes mixtos y gana por partida triple: Celso y Armando Alonso tienen mucho más fútbol que Azofeifa y López y entonces el pentacampeón se dispara hacia la ofensiva empujados por el arte de Centeno, la magia de Alonso Solís y la inteligencia de Alejandro Alpízar, recostada en el cachete izquierdo del campo y arriban como golosinas goles y títulos.
Falta otro punto débil: el segundo atacante.
Alpízar o el mismo Solís cumplen el rol de delantero titular en ese acordeón de piernas y talento que es el mediocampo morado. Ya no está Alvaro Saborío, el goleador.
Pero está Jairo Arrieta y con este se la juega Campos y sobra y basta.
Depende del rival se monta el equipo: contra la Liga siempre se juntan los cinco: Armando, Centeno, Alonso, Celso y Alpízar; uno va al ataque. En otros juegos, sientan a Solís; juega Arrieta, o sube Alpízar, o los noveles Elizondo y Ariel Santana pescan algunos minutos.
No hay prisa; la máquina morada camina; el taller está repleto de repuestos; los inventarios de cada periodo fiscal son generosos; la nómina se renueva y en cada temporada luce más completa.
¿Cuáles son los huecos del Saprissa?