Pros y contras de Copenhague
| Martes 29 diciembre, 2009
Pros y contras de Copenhague
Desde la firma del Protocolo de Kioto (PK) se ha aceptado que el problema del Cambio Climático (CC) es una responsabilidad común pero diferenciada. El calentamiento global por los gases efecto invernadero que se ha planteado podría llegar a 6 grados, está siendo provocado principalmente por las emisiones de los países desarrollados desde hace siglos y ahora más recientemente, particularmente después de 1992, por los países en desarrollo emergentes, tales como China, India, África del Sur y Brasil.
Ante el próximo vencimiento del PK en 2012 se decidió hace dos años en la reunión de Bali, que se deberían hacer todos los esfuerzos posibles para llegar a un nuevo acuerdo en 2010 en la COP-15 en Copenhague, Dinamarca. En esta reunión se discutían muchos detalles de dos grandes documentos, 1) las enmiendas necesarias para que continuara vigente el PK y 2) el de las acciones cooperativas de largo plazo (Long Term Cooperative Action, LCA) de la Convención. En síntesis, se necesitaba llegar a un nuevo Acuerdo y dejar claro cómo se podría implementar, con qué recursos, por cuánto tiempo, con qué nivel de compromisos e igualmente los elementos jurídicos de verificación de los esfuerzos de mitigación de gases implementados en los diferentes países.
Sobre los resultados al final de la Cumbre en Copenhague podemos apuntar temas negativos y positivos. En breve, apuntemos algunos negativos. Primero, las noticias no llenan las expectativas del mundo en general. Los negociadores que estuvieron dos semanas —o más bien dos años— discutiendo detalles de los documentos no pudieron llegar a resolver y cuando elevaron los borradores al nivel superior de los ministros y los jefes de Estado, con la esperanza de un acuerdo político, este nunca llegó. Segundo, para los organizadores de la COP, tanto las Naciones Unidas como el anfitrión Dinamarca, la Cumbre termina con prácticamente un fracaso, lo que deja en tela de duda tanto el liderazgo de los conductores de la COP, como el mismo sistema multilateral que exige “consenso” en acuerdos como este. Tercero, en el caso de la Delegación Costarricense, que fue muy pequeña en comparación con la de la mayoría de los países participantes, y que tuvo que duplicarse y triplicarse en esfuerzos, correr y moverse de una sala a la otra para discutir sobre cada uno de los temas y que además trabajó hasta deshoras de la madrugada en la redacción de los textos, debe ser frustrante tanto esfuerzo para que al final no se pueda firmar el acuerdo; pero igualmente deben sentir las 194 delegaciones de todos los países participantes en la Cumbre. Cuarto, las manifestaciones de los cientos de miles de jóvenes que marcharon en Dinamarca y otros países no fueron escuchadas; ni tampoco se leyeron con cuidado los carteles de los que se abarrotaban cada día fuera del “Bella” Centro de Convenciones, sin importar las temperaturas debajo de cero, entre los cuales uno en particular apuntaba que “si el clima fuera un banco, ya lo habrían salvado” aludiendo a los billones de dólares que se invirtieron salvando de la crisis al sistema financiero internacional. Quinto, queda claro que cuando se está discutiendo el futuro del planeta, de la humanidad y de las y los que no han nacido todavía, se necesita algo más que poses para la prensa, frases estridentes, confrontación y polarización; es necesario el respeto a la diversidad, a la soberanía de los países, el diálogo sereno, la búsqueda de acuerdos y la toma de decisiones.
Apuntemos ahora algunos aspectos positivos de la Cumbre. Lo primero es que como el CC es un problema complejo, único y de difícil formulación, la solución está en desarrollar diversos procesos paralelos. Si entre las causas del CC se mencionan el uso del petróleo y sus derivados, la deforestación, la producción material sin controles y el consumo excesivo, entre otros, entonces las soluciones tendrán que ser también múltiples. La firma de un protocolo de política común es importante, pero igualmente lo será el acuerdo sobre un nivel de temperatura objetivo, la forma de funcionamiento de un mercado de carbono, el proceso de mitigación de las emisiones, la forma de verificación de dichos esfuerzos, etc. Si bien es cierto se necesita un compromiso serio y diferenciado de parte de los países desarrollados, también lo es que se necesitan compromisos y esfuerzos de cada país individualmente. Segundo, dado que el CC se ha vuelto un tema de importancia global, todo gobernante responsable deberá desarrollar políticas de atención al CC en su país. Tercero, la delegación de Costa Rica, conjuntamente con las de otros países con importante cobertura forestal, logró posicionar la idea de que se debe compensar financieramente por reducir las emisiones producto de la deforestación y la degradación forestal (REDD) e incluso por los servicios ambientales de la biodiversidad (REDD+). Cuarto, Estados Unidos con varios ministros en diferentes momentos en la Cumbre y la presencia del presidente Barack Obama, que a pesar de las especulaciones de que no asistiría a una Cumbre fracasada, mostrando un claro liderazgo a nivel global, dio la cara y asistió con una posición. Aunque a muchos no agradó, fue clara y contundente: aportaba al compromiso de reducir las emisiones, aportaba al financiamiento para los países en desarrollo y los más vulnerables, pero pedía a cambio la verificación (accountability) de dichas inversiones. Al menos no cometió el error de ir a firmar algo que luego no podía cumplir, como sí lo hizo el presidente Bill Clinton con el PK, y que luego el Senado se lo rechazó. Quinto, los líderes de los países más grandes en población y en crecimiento económico del mundo, como son China, India, Brasil, Sudáfrica y Estados Unidos llegaron a un acuerdo separado al de la Cumbre, comprometiéndose a una meta de temperatura global no mayor de los dos grados centígrados para 2050, lo que implica recortes importantes de emisiones para las próximas cuatro décadas y la inversión de $30 billones para 2010-12 y la meta de movilizar $100 billones hasta 2020 hacia los países menos desarrollados. El acuerdo, insisto, no es satisfactorio para las expectativas de la Cumbre, ni para las necesidades del planeta; sin embargo, es un primer paso en la dirección correcta como lo afirman los signatarios.
Al final de todo este proceso, debemos meditar sobre lo que realmente podemos hacer cada uno para detener el cambio climático. Si pensamos bien, el CC está ocurriendo por los patrones de comportamiento humano. Entonces, no importa qué tipo de acuerdo político firmemos, si no cambiamos los patrones de comportamiento humano, no cambiaremos el CC. Desde luego que necesitamos más ciencia, más tecnologías limpias, más innovación, más alianzas y más recursos financieros; pero cada uno de nosotros y cada institución debe comprometerse consigo misma a reducir y compensar sus emisiones. Un ejemplo concreto es la Universidad Nacional, que este año logró certificarse como la primera universidad pública carbono neutral en Centroamérica y probablemente en toda América Latina.
Olman Segura Bonilla, Ph.D.
Rector Universidad Nacional
Desde la firma del Protocolo de Kioto (PK) se ha aceptado que el problema del Cambio Climático (CC) es una responsabilidad común pero diferenciada. El calentamiento global por los gases efecto invernadero que se ha planteado podría llegar a 6 grados, está siendo provocado principalmente por las emisiones de los países desarrollados desde hace siglos y ahora más recientemente, particularmente después de 1992, por los países en desarrollo emergentes, tales como China, India, África del Sur y Brasil.
Ante el próximo vencimiento del PK en 2012 se decidió hace dos años en la reunión de Bali, que se deberían hacer todos los esfuerzos posibles para llegar a un nuevo acuerdo en 2010 en la COP-15 en Copenhague, Dinamarca. En esta reunión se discutían muchos detalles de dos grandes documentos, 1) las enmiendas necesarias para que continuara vigente el PK y 2) el de las acciones cooperativas de largo plazo (Long Term Cooperative Action, LCA) de la Convención. En síntesis, se necesitaba llegar a un nuevo Acuerdo y dejar claro cómo se podría implementar, con qué recursos, por cuánto tiempo, con qué nivel de compromisos e igualmente los elementos jurídicos de verificación de los esfuerzos de mitigación de gases implementados en los diferentes países.
Sobre los resultados al final de la Cumbre en Copenhague podemos apuntar temas negativos y positivos. En breve, apuntemos algunos negativos. Primero, las noticias no llenan las expectativas del mundo en general. Los negociadores que estuvieron dos semanas —o más bien dos años— discutiendo detalles de los documentos no pudieron llegar a resolver y cuando elevaron los borradores al nivel superior de los ministros y los jefes de Estado, con la esperanza de un acuerdo político, este nunca llegó. Segundo, para los organizadores de la COP, tanto las Naciones Unidas como el anfitrión Dinamarca, la Cumbre termina con prácticamente un fracaso, lo que deja en tela de duda tanto el liderazgo de los conductores de la COP, como el mismo sistema multilateral que exige “consenso” en acuerdos como este. Tercero, en el caso de la Delegación Costarricense, que fue muy pequeña en comparación con la de la mayoría de los países participantes, y que tuvo que duplicarse y triplicarse en esfuerzos, correr y moverse de una sala a la otra para discutir sobre cada uno de los temas y que además trabajó hasta deshoras de la madrugada en la redacción de los textos, debe ser frustrante tanto esfuerzo para que al final no se pueda firmar el acuerdo; pero igualmente deben sentir las 194 delegaciones de todos los países participantes en la Cumbre. Cuarto, las manifestaciones de los cientos de miles de jóvenes que marcharon en Dinamarca y otros países no fueron escuchadas; ni tampoco se leyeron con cuidado los carteles de los que se abarrotaban cada día fuera del “Bella” Centro de Convenciones, sin importar las temperaturas debajo de cero, entre los cuales uno en particular apuntaba que “si el clima fuera un banco, ya lo habrían salvado” aludiendo a los billones de dólares que se invirtieron salvando de la crisis al sistema financiero internacional. Quinto, queda claro que cuando se está discutiendo el futuro del planeta, de la humanidad y de las y los que no han nacido todavía, se necesita algo más que poses para la prensa, frases estridentes, confrontación y polarización; es necesario el respeto a la diversidad, a la soberanía de los países, el diálogo sereno, la búsqueda de acuerdos y la toma de decisiones.
Apuntemos ahora algunos aspectos positivos de la Cumbre. Lo primero es que como el CC es un problema complejo, único y de difícil formulación, la solución está en desarrollar diversos procesos paralelos. Si entre las causas del CC se mencionan el uso del petróleo y sus derivados, la deforestación, la producción material sin controles y el consumo excesivo, entre otros, entonces las soluciones tendrán que ser también múltiples. La firma de un protocolo de política común es importante, pero igualmente lo será el acuerdo sobre un nivel de temperatura objetivo, la forma de funcionamiento de un mercado de carbono, el proceso de mitigación de las emisiones, la forma de verificación de dichos esfuerzos, etc. Si bien es cierto se necesita un compromiso serio y diferenciado de parte de los países desarrollados, también lo es que se necesitan compromisos y esfuerzos de cada país individualmente. Segundo, dado que el CC se ha vuelto un tema de importancia global, todo gobernante responsable deberá desarrollar políticas de atención al CC en su país. Tercero, la delegación de Costa Rica, conjuntamente con las de otros países con importante cobertura forestal, logró posicionar la idea de que se debe compensar financieramente por reducir las emisiones producto de la deforestación y la degradación forestal (REDD) e incluso por los servicios ambientales de la biodiversidad (REDD+). Cuarto, Estados Unidos con varios ministros en diferentes momentos en la Cumbre y la presencia del presidente Barack Obama, que a pesar de las especulaciones de que no asistiría a una Cumbre fracasada, mostrando un claro liderazgo a nivel global, dio la cara y asistió con una posición. Aunque a muchos no agradó, fue clara y contundente: aportaba al compromiso de reducir las emisiones, aportaba al financiamiento para los países en desarrollo y los más vulnerables, pero pedía a cambio la verificación (accountability) de dichas inversiones. Al menos no cometió el error de ir a firmar algo que luego no podía cumplir, como sí lo hizo el presidente Bill Clinton con el PK, y que luego el Senado se lo rechazó. Quinto, los líderes de los países más grandes en población y en crecimiento económico del mundo, como son China, India, Brasil, Sudáfrica y Estados Unidos llegaron a un acuerdo separado al de la Cumbre, comprometiéndose a una meta de temperatura global no mayor de los dos grados centígrados para 2050, lo que implica recortes importantes de emisiones para las próximas cuatro décadas y la inversión de $30 billones para 2010-12 y la meta de movilizar $100 billones hasta 2020 hacia los países menos desarrollados. El acuerdo, insisto, no es satisfactorio para las expectativas de la Cumbre, ni para las necesidades del planeta; sin embargo, es un primer paso en la dirección correcta como lo afirman los signatarios.
Al final de todo este proceso, debemos meditar sobre lo que realmente podemos hacer cada uno para detener el cambio climático. Si pensamos bien, el CC está ocurriendo por los patrones de comportamiento humano. Entonces, no importa qué tipo de acuerdo político firmemos, si no cambiamos los patrones de comportamiento humano, no cambiaremos el CC. Desde luego que necesitamos más ciencia, más tecnologías limpias, más innovación, más alianzas y más recursos financieros; pero cada uno de nosotros y cada institución debe comprometerse consigo misma a reducir y compensar sus emisiones. Un ejemplo concreto es la Universidad Nacional, que este año logró certificarse como la primera universidad pública carbono neutral en Centroamérica y probablemente en toda América Latina.
Olman Segura Bonilla, Ph.D.
Rector Universidad Nacional