Prisioneros en la mente
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 06 marzo, 2012
Prisioneros en la mente
“¡Aquí complicamos lo simple! ¡Tenemos techo mental! ¡Ante problemas nuevos nos devolvemos al viejo modo de reaccionar!” ¿Qué debe cambiar para que todo esto cambie? Según la sabiduría popular: Si queremos transformar el modo de actuar tendremos que modificar el modo de pensar. En lugar de argumentar que el equipo es “prisioneros” de lo que ocurre en su ambiente, debe determinar si acaso no es preso de su propia mentalidad.
Identifique un problema serio que su equipo confronta. Ahora verifique con profundidad: ¿Cree que esa identificación es realmente rigurosa? ¿Es ese un verdadero problema? ¿Qué méritos tiene la situación para ser calificada como seria? ¿Seguro que es el equipo quien confronta el asunto? Aunque esté conforme con las respuestas, pregúntese de nuevo: ¿Es esta la única forma de responder estas preguntas? ¿Hay otra mejor? Y repita este ciclo hasta constatar algo curioso: llegará a una nueva definición “del tal problema”, de su magnitud y hasta de quién está vinculado con el asunto.
Sin embargo, el cambio más asombroso no ocurrió en “la situación”, sino en usted. Al observar críticamente cómo estaba definiendo la situación hubo un cambio en el enfoque, en la valoración de las cosas, en los criterios para juzgar y en la intensidad para pensar. O sea, usted se transformó en un observador diferente, agudo, pragmático y sensato. A lo mejor concluyó que no hay un problema de fondo sino algo temporal.
Algunas personas suelen ser reactivas, actúan sin premeditación, o son controladas desde afuera por terceros. Así es como afectan relaciones y dejan de convivir en armonía. Si se concentraran en “observar al observador”, evitarían repetir los mismos errores.
Ver las cosas en un modo diferente activa un círculo virtuoso que conduce a la madurez del equipo y se previene la proliferación de padecimientos en relaciones, actitudes negativas y estancamientos. El premio será una nueva capacidad para descubrir lo que estaba oculto y hacer lo que antes parecía imposible.
La productividad creciente y la habilidad de un equipo para resolver barreras evidencian que sus miembros son capaces de innovar su modo de pensar. Entonces evitan la esclavitud en paradigmas. Pero esto solo es posible si aprenden a observarse a sí mismos, a conversar con profundidad para transformar sus interpretaciones de la realidad con más sabiduría, la llave para abrir la celda mental en que a veces se enclaustran.
“¡Aquí complicamos lo simple! ¡Tenemos techo mental! ¡Ante problemas nuevos nos devolvemos al viejo modo de reaccionar!” ¿Qué debe cambiar para que todo esto cambie? Según la sabiduría popular: Si queremos transformar el modo de actuar tendremos que modificar el modo de pensar. En lugar de argumentar que el equipo es “prisioneros” de lo que ocurre en su ambiente, debe determinar si acaso no es preso de su propia mentalidad.
Identifique un problema serio que su equipo confronta. Ahora verifique con profundidad: ¿Cree que esa identificación es realmente rigurosa? ¿Es ese un verdadero problema? ¿Qué méritos tiene la situación para ser calificada como seria? ¿Seguro que es el equipo quien confronta el asunto? Aunque esté conforme con las respuestas, pregúntese de nuevo: ¿Es esta la única forma de responder estas preguntas? ¿Hay otra mejor? Y repita este ciclo hasta constatar algo curioso: llegará a una nueva definición “del tal problema”, de su magnitud y hasta de quién está vinculado con el asunto.
Sin embargo, el cambio más asombroso no ocurrió en “la situación”, sino en usted. Al observar críticamente cómo estaba definiendo la situación hubo un cambio en el enfoque, en la valoración de las cosas, en los criterios para juzgar y en la intensidad para pensar. O sea, usted se transformó en un observador diferente, agudo, pragmático y sensato. A lo mejor concluyó que no hay un problema de fondo sino algo temporal.
Algunas personas suelen ser reactivas, actúan sin premeditación, o son controladas desde afuera por terceros. Así es como afectan relaciones y dejan de convivir en armonía. Si se concentraran en “observar al observador”, evitarían repetir los mismos errores.
Ver las cosas en un modo diferente activa un círculo virtuoso que conduce a la madurez del equipo y se previene la proliferación de padecimientos en relaciones, actitudes negativas y estancamientos. El premio será una nueva capacidad para descubrir lo que estaba oculto y hacer lo que antes parecía imposible.
La productividad creciente y la habilidad de un equipo para resolver barreras evidencian que sus miembros son capaces de innovar su modo de pensar. Entonces evitan la esclavitud en paradigmas. Pero esto solo es posible si aprenden a observarse a sí mismos, a conversar con profundidad para transformar sus interpretaciones de la realidad con más sabiduría, la llave para abrir la celda mental en que a veces se enclaustran.