"Presas" sin sentido
| Martes 04 marzo, 2008
“Presas” sin sentido
Los embotellamientos producto de la insuficiente infraestructura vial, son menos preocupantes que los ocasionados por los accidentes, ya que estos últimos son reflejo de nuestra idiosincrasia, al ser ocasionados más por quienes bajan la velocidad para mirar, que por el accidente en sí mismo.
La conducta típica es quejarse de los conductores que circulan lentamente, solo para disminuir nosotros mismos la velocidad al llegar al lugar del accidente, para apreciar la escena con el mayor detalle posible. Dos causas de este actuar pueden ser lo que llamamos comúnmente el morbo y lo que Viktor Frankl llamó el Vacío Existencial.
Con respecto al morbo, Hobbes afirmaba que el ser humano es malo por naturaleza, por lo que esto justificaría nuestra fascinación por lo trágico. Freud por su parte, concluyó que nos movemos entre dos fuerzas: la vida (Eros) y la muerte (Tánatos), lo que representa una posición de mayor equilibrio.
La segunda causa posible es el Vacío Existencial, que corresponde a la dificultad de encontrar un sentido a nuestra vida. El ritmo acelerado de estos tiempos y la sociedad de consumo han generalizado esta condición en las personas, quienes no disponemos del tiempo reflexivo necesario para encontrarle una razón al diario vivir, y ese vacío procuramos llenarlo con la emociones de eventos salidos de lo cotidiano, como ser testigos de un accidente de tránsito.
Entre estas dos explicaciones, prefiero creer que en ocasiones nuestra vida necesita de más emoción y sentido, a creer que somos malvados por naturaleza, pues es más fácil solucionar una carencia que cambiar la esencia humana. La clave de la resiliencia en este caso, anida en la capacidad de cada uno, quizá no de encontrar, pero sí de seguir buscando ese algo que le dé sentido a nuestra propia existencia: las razones de nuestra vida.
Rafael León Hernández
Psicólogo
Los embotellamientos producto de la insuficiente infraestructura vial, son menos preocupantes que los ocasionados por los accidentes, ya que estos últimos son reflejo de nuestra idiosincrasia, al ser ocasionados más por quienes bajan la velocidad para mirar, que por el accidente en sí mismo.
La conducta típica es quejarse de los conductores que circulan lentamente, solo para disminuir nosotros mismos la velocidad al llegar al lugar del accidente, para apreciar la escena con el mayor detalle posible. Dos causas de este actuar pueden ser lo que llamamos comúnmente el morbo y lo que Viktor Frankl llamó el Vacío Existencial.
Con respecto al morbo, Hobbes afirmaba que el ser humano es malo por naturaleza, por lo que esto justificaría nuestra fascinación por lo trágico. Freud por su parte, concluyó que nos movemos entre dos fuerzas: la vida (Eros) y la muerte (Tánatos), lo que representa una posición de mayor equilibrio.
La segunda causa posible es el Vacío Existencial, que corresponde a la dificultad de encontrar un sentido a nuestra vida. El ritmo acelerado de estos tiempos y la sociedad de consumo han generalizado esta condición en las personas, quienes no disponemos del tiempo reflexivo necesario para encontrarle una razón al diario vivir, y ese vacío procuramos llenarlo con la emociones de eventos salidos de lo cotidiano, como ser testigos de un accidente de tránsito.
Entre estas dos explicaciones, prefiero creer que en ocasiones nuestra vida necesita de más emoción y sentido, a creer que somos malvados por naturaleza, pues es más fácil solucionar una carencia que cambiar la esencia humana. La clave de la resiliencia en este caso, anida en la capacidad de cada uno, quizá no de encontrar, pero sí de seguir buscando ese algo que le dé sentido a nuestra propia existencia: las razones de nuestra vida.
Rafael León Hernández
Psicólogo