Premio Goldman: Alessandra Korap, la mujer que le ganó la batalla al gigante minero Anglo American
Redacción - BBC News Mundo | Lunes 24 abril, 2023
Alessandra Korap Munduruku, líder de la comunidad indígena mundurukú de Brasil, fue galardonada con el Premio Goldman por su exitosa lucha contra la minería en la selva amazónica.
El premio, conocido como "el Nobel verde", reconoce el activismo de base para la protección del medio ambiente y la conservación de los recursos naturales.
Gracias al trabajo de Korap y al de otros grupos, grandes empresas mineras —como Anglo American y Vale— han renunciado a proyectos de exploración en el territorio indígena, que aún no está oficialmente demarcado y reconocido por las autoridades brasileñas.
Korap, de 39 años, es presidenta de la Asociación Indígena Pairi, que apoya a las comunidades que habitan en la región que comprende la cuenca del río Tapajós, en Pará, en el norte de Brasil.
Su campaña vocal para proteger el territorio mundurukú la llevó a enfrentarse al gigante minero Anglo American.
Como resultado, Anglo American retiró 27 solicitudes de investigación para minar dentro de las tierras indígenas.
La medida de la empresa representa una rara victoria de una comunidad indígena sobre una de las compañías mineras más grandes del mundo.
Cuando la BBC le preguntó si encontraba desalentadora la perspectiva de enfrentarse al gigante minero, Alessandra Korap Mundurukú dijo que había sacado fuerza del territorio que pretendía proteger.
"Puede que [Anglo American] sea poderoso para ustedes, pero para mí, los poderosos son el río, la fuerza de nuestro territorio y nuestra gente, la hormiga haciendo su trabajo y la resistencia de nuestro pueblo de luchar por nuestra tierra durante más de 500 años".
Korap, quien se desempeñaba como maestra, dice que la destrucción de ríos y bosques comenzó a incomodarla con mayor intensidad a partir de 2014 y 2015.
"El principal impacto se dio con la llegada de las grandes empresas a la región donde vivimos. Ahí empezó la urbanización y la deforestación", cuenta.
"Muchas veces íbamos a un lugar donde solíamos cazar o recolectar frutas y, de repente, todo el terreno había sido limpiado por máquinas. Entonces nos preguntábamos: ¿dónde está el lago donde solíamos pescar y jugar? Simplemente ya no existía".
Entonces fue cuando decidió involucrarse en la defensa de los territorios indígenas después de haber presenciado cómo la minería de oro estaba afectando a su comunidad.
"Donde vivo [en el estado brasileño de Pará, a lo largo del río Tapajós], están surgiendo cada vez más asentamientos. Mi gente depende de la pesca para alimentarse. Pero ya hay lugares donde la extracción de oro ha contaminado el agua y ha acabado con el pescado", explica.
"Cuando era niña, tenía una libertad inmensa. Pescábamos en los ríos y lagos, recogíamos frutas y las semillas que usamos para hacer nuestras artesanías. Pero a partir de 2014, vi estas áreas convertidas en desiertos por excavadoras y otras grandes máquinas".
Fueron estos cambios, dice, los que la convirtieron en una activista. Pero agrega que al principio no fue fácil asumir un papel de liderazgo en su comunidad.
"En nuestra cultura, tradicionalmente son los hombres los que toman las decisiones, son los hombres los que van de caza y pesca. Se supone que las mujeres debemos quedarnos en nuestra parcela, cuidando del esposo, los hijos y el hogar".
Korap fue alentada por otra mujer mundurukú, Maria Leusa Kaba Mundurukú, a desafiar estos rígidos roles de género.
Yo ya estaba ayudando a los caciques (líderes indígenas) y ella me vio y me dijo: "Alessandra, sigue, no te rindas, vas a recibir mucho palo de los hombres, de los caciques, pero las mujeres no podemos ceder".
Afirma que siempre creyó que era importante que se escucharan todas las voces, incluidas las de las mujeres y los niños, pero que al principio se encontró resistencia.
"'¿Por qué quieren hablar las mujeres? Las mujeres deben cuidar a sus maridos, no hacer discursos', me decían algunos jefes", recuerda.
Cuando los mundurukú fueron atacados por mineros ilegales de oro hace algunos años, la propia madre de Korap le rogó que diera un paso atrás, pero ella insistió en que tenía que seguir luchando.
"Le dije: mamá, mientras exista nuestra comunidad y nuestro territorio, seguiré en la lucha [para defenderlos]".
Con la ayuda de la Coalición de Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) y los grupos de presión Amazon Watch y Greenpeace, Korap redactó una carta abierta en la que pedía a Anglo American que retirara los permisos para realizar investigaciones mineras dentro de los territorios indígenas de la Amazonía brasileña.
Los permisos habían sido emitidos sin el consentimiento informado de las comunidades indígenas requerido por la Constitución de Brasil.
Al principio, la empresa negó tener dichos permisos, pero luego de una intensa campaña mediática liderada por Korap, Anglo American dijo que las preocupaciones planteadas por ella les convencieron para retirar formalmente las más de dos decenas de solicitudes de investigación que ya les habían sido otorgadas.
La medida de Anglo American, de origen británico, llevó a la minera brasileña Vale a hacer lo mismo, y la minera reconoció que la prospección en territorios indígenas requería el consentimiento de las comunidades.
Korap dice que durante la última década, cada vez más mujeres se han sumado a la lucha para defender sus territorios y ahora juegan un papel clave.
Sin embargo, está convencida de que la clave para victorias como la que logró contra Anglo American se basa en unir a toda la comunidad.
La carta abierta que envió a la empresa en 2020 se basó en una declaración oficial redactada en una asamblea a la que asistieron 45 jefes y 200 participantes.
"Las mujeres no queremos anular a los caciques, pero sí queremos estar junto a ellos, decidiendo con ellos; nuestro papel como mujeres no es dividir a la comunidad, sino unir a todos".
Entre los otros ganadores del premio Goldman este año también está la estadounidense Diane Wilson, quien ganó una demanda histórica contra Formosa Plastics, una de las compañías petroquímicas más grandes del mundo, por arrojar grandes cantidades de desechos plásticos tóxicos en la costa del Golfo de Texas.
El premio Goldman además reconoce al africano Chilekwa Mumba, quien enfrentó otra batalla ambiental histórica, esta vez contra la empresa minera de cobre Konkola Copper Mines.
Alarmado por la contaminación producida por las operaciones de la minera en Zambia, Mumba organizó una demanda para responsabilizar a la empresa matriz de la mina, Vedanta Resources.
La victoria del activista africano en la Corte Suprema de Reino Unido sentó un precedente legal: fue la primera vez que un tribunal inglés dictaminó que una empresa británica podría ser responsable por el daño ambiental causado por las operaciones de una subsidiaria en otro país.
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