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POR FAVOR...SILENCIO

| Lunes 06 agosto, 2012




POR FAVOR...SILENCIO
GAPARI

Del Potro iluminado

La medalla de bronce de Londres iluminó por fin el rostro de Juan Martín del Potro, ensombrecido y desolado por el gasto, sin premio, que generó el viernes, en la semifinal contra Roger Federer y que le apartó de un premio mayor en su primera experiencia olímpica.
El tenista de Tandil, de 24 años, parece haber renacido definitivamente. El comienzo más que prometedor y la consolidación como gran esperanza del tenis argentino, se desplomó a causa del acoso físico, de la persecución de las lesiones.
Del Potro se ha acostumbrado a revivir. A levantarse. Ha vuelto a situarse entre los diez mejores del mundo y ha logrado en el All England Club el triunfo más importante desde su retorno a las pistas.

Premio merecido

Sin éxitos sobre hierba y con resultados discretos en sus andaduras previas por el All England Club, el Wimbledon, olímpico, terminó por darle un premio del que fue merecedor.
Del Potro formó parte de uno de los partidos más intensos de los tiempos recientes del tenis. De los olímpicos, seguro. Mantuvo una pelea dura con Federer en semifinales, durante más de cuatro horas.
Salió damnificado de aquel revés, que le privó de la lucha por el triunfo. El bronce le ha compensado.

Tenista precoz

Los golpes han forzado a la madurez a este tenista. Un niño aventajado con la raqueta que se hizo profesional a los 17, impulsado por un rápido ascenso en la clasificación mundial que le llevó a situarse entre los diez mejores con 20 años.
Y logró su mejor premio, el Abierto de Estados Unidos en Nueva York, que le convirtió en el tercer argentino en ganarlo tras Vilas y Gabriela Sabatini.
Pero el fulgurante transitar de este argentino, que comenzó a jugar a los siete años, se adentró en los sótanos del deporte cuando se lesionó de gravedad en la muñeca derecha.
Se retiró en un partido frente a Jurgen Melzer y aunque lo intentó no esquivó el quirófano.

Lento regreso

Pasó 2010 en blanco. No regresó hasta 2011 en busca de su mejor nivel. Poco a poco fue ensanchando otra vez su lista de éxitos. Ganó en Estoril y en Delray Beach y disputó la final en Viena. Su ranking creció.
Ahora, asentado de nuevo entre los diez mejores del mundo, encontró su recompensa. Bajo el recuerdo de Nueva York fue parte de uno de los partidos más memorables de la historia reciente. Un choque que le volvió a golpear. Para recuperarse de nuevo y conquistar, para Argentina, el primer bronce individual masculino de su historia olímpica.






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