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Por favor... silencio

| Viernes 25 enero, 2008




Por favor… silencio
GAPARI


La hazaña de Jo-Wilfried Tsonga viene como anillo al dedo a un tenis francés ausente de referentes en los últimos años, cansado de ver como su torneo estrella, Roland Garros, se le escapa desde que hace más de 25 años sus mejores raquetas se estrellan contra la impotencia.
Tsonga será el primer finalista francés de un Grand Slam desde que en 2001, Arnaud Clément se coló en el último partido de Australia, un mero fogonazo sin continuidad pues no desembocó en el surgir de tenistas de talla.

Cedrid Pioline perdió la final del Abierto de Estados Unidos en 1993 contra Pete Sampras y en Wimbledon hay que remontarse a los años de la inmediata posguerra para ver la bandera francesa ondear en la final.
Por eso la victoria de Tsonga recibió el aplauso general, deseosos los franceses —incluyendo a su presidente, Nicolás Sarkozy—, de ver repetido el triunfo en la final de Australia para elevar a Jo-Wilfried al pedestal de la gloria, vacío en Francia desde que lo dejó vacante Yannick Noah.

Como Noah, Tsonga hunde sus raíces en Africa; el ganador de Roland Garros de 1983 procedía de Camerún y el padre de Tsonga llegó a Francia desde el Congo y se instaló en un barrio de las afueras de Le Mans, donde nacieron Jo-Wilfried y sus dos hermanos.
Amante de la pesca y de los deportes colectivos, Tsonga destaca por su amabilidad y su humildad, según señalan sus amigos.
Dueño de un tenis potente, atesora características que le permiten depositar las esperanzas de los aficionados galos, tales como un servicio poderoso, una derecha peligrosa, una volea espectacular y mentalidad de ganador.

Por el momento, Tsonga no ha ganado nada que justifique la expectación que se crea en su entorno, pero la sed y necesidad de héroes que tiene Francia, convierte en un manjar de dioses la mínima gota de gloria que pueda emanar de su deporte.
Tsonga es ya un héroe nacional y solo el tiempo dirá —yo más bien diría que solo Federer o Djokovic dirán—, si su mito nació para durar o es flor de un día, sobre todo en una disciplina deportiva que como el tenis, viste de héroes a muchos, solo por un día.






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