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Plan de Strauss-Kahn para reformar el FMI encara oposición

| Jueves 08 octubre, 2009




Plan de Strauss-Kahn para reformar el FMI encara oposición

Estambul -- Dominique Strauss-Kahn está intentando mantener los reflectores sobre el Fondo Monetario Internacional al tiempo que el mundo pasa de la crisis financiera a la recuperación económica.
Ahora que los miembros del FMI se encuentran reunidos en Estambul, su director gerente quiere convertir a la institución de préstamos en un fondo de seguro que los países puedan utilizar en épocas difíciles. Esto expandiría su papel más allá de otorgar préstamos a economías en problemas. El inconveniente es que algunos de los 186 miembros no están dispuestos a dar más poderes al FMI, porque consideran que está demasiado controlado por los países ricos.
“Está muy bien que él argumente que este es el papel que el fondo debería desempeñar”, dijo en una entrevista Ngaire Woods, profesor de Economía Política Internacional en la Universidad de Oxford. “Pero el problema de legitimidad que el fondo tiene que superar para ser una fuente de reservas fiable es masivo”.
Debido a la crisis financiera, el FMI ha tenido que rescatar economías desde Hungría a Ucrania, lo que lo ha vuelto a colocar en la línea frontal de la elaboración de la política económica mundial. Al tiempo que el mundo se recupera, Strauss- Kahn, de 60 años, dice que un fondo central dotado de hasta $1 billón ayudaría a evitar los desequilibrios mundiales que llevaron a la crisis. Esto se debe a que los países sentirían una menor necesidad de acumular reservas internacionales en épocas de crecimiento para protegerse de crisis futuras, dice.
Si da resultado, es posible que la estrategia de Strauss- Kahn tenga el efecto de disminuir la compra de valores denominados en dólares como los bonos del Tesoro de Estados Unidos que mantuvieron los tipos de interés mundiales bajos antes de la crisis.
Funcionarios de los países emergentes quieren garantías de que un cambio en el poder de voto en el FMI, con sede en Washington, continuaría a su favor. Alemania tiene el 5,9% de los votos en el FMI, y China sólo el 3,7%, pese a que ahora la economía china es más grande que la alemana.
El gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, dijo en Estambul el 5 de octubre que le preocupa que “la legitimidad no se materialice pronto”. Su homólogo brasileño, Henrique Meirelles, dijo la víspera que el “autoaseguramiento funciona mejor”.
“El FMI se debe a sus accionistas y eso va a ser un problema” para Strauss-Kahn, dijo el nobel de economía Joseph Stiglitz en una entrevista en Estambul. “Algunos países querrían regresar a sus hábitos una vez pase la crisis”. Si bien Strauss-Kahn está haciendo un “fantástico” trabajo, “es muy difícil encargarse de una institución tan compleja y dirigirla en un momento de cambio”.
Para triunfar, Strauss-Kahn necesita convencer a países con los que el FMI se enemistó a fines de los años noventa, durante la crisis asiática, cuando el FMI obligó a Gobiernos desde Indonesia hasta Corea del Sur a reducir el gasto, subir los tipos de interés y vender empresas estatales a cambio de préstamos. Algunos creen que esto prolongó la crisis económica.
Aunque el FMI ha dejado de poner tantas condiciones a los préstamos, el ministro de Finanzas de Tailandia, Korn Chatikavanij, dijo en mayo que pedir ayuda al FMI todavía conlleva un estigma en Asia. Los países asiáticos han creado su propia reserva, y ninguna economía de la región ha necesitado pedir ayuda al FMI en la crisis actual.
Strauss-Kahn ya tiene un sistema de aseguramiento con la llamada línea de crédito flexible que ha atraído a México, Polonia y Colombia. Si bien está reservada para economías que el FMI considera sólidas, no conlleva condición alguna.
El FMI necesitaría un “aumento considerable” de los recursos para ser global, según Strauss-Kahn. Si bien las finanzas del FMI mejoraron en abril cuando los líderes del G-20 acordaron triplicar sus recursos a $750 mil millones, los $500 mil millones adicionales no son permanentes necesariamente.
Para Strauss-Kahn, el riesgo es que el FMI pierda la oportunidad que le brinda la crisis de asumir un papel central en la prevención de crisis futuras, dijo Jim O’Neill, economista jefe de Goldman Sachs Group Inc.






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