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Pesca a punto del coma

Ernesto Villalobos evillalobos@larepublica.net | Sábado 25 febrero, 2012




País irrespeta código internacional
Pesca a punto del coma

Leyes añejas y mala gestión del Incopesca serían culpables

Una reducción del 50% en la producción pesquera del país, activó una alarma general en esa actividad.
Este casi agotamiento sería producto del abuso de los grandes barcos, y del aparente conflicto de intereses a lo interno de la junta directiva del Instituto Nacional de Pesca y Acuicultura (Incopesca), así como de la carencia de leyes eficientes para su regulación.
Cifras proyectadas de Incopesca señalan que en los últimos cinco años la producción pesquera ha disminuido hasta un 50%, lo cual enturbia el panorama alimentario y el de quienes viven de la pesca.
Ejemplo de ello es la marcada escasez de recursos marítimos que son básicos para la reproducción de otras especies.
“Los grandes barcos ya están pescando en áreas que deberían estar ocupando solamente los pescadores artesanales y eso simplemente arrasa este recurso”, argumentó Enrique Ramírez, presidente de la Federación Costarricense de Pesca Turística (Fecopt).
En la misma dirección, peces como el vela, el marlin y el dorado son de especial interés para la actividad turística y artesanal, y han disminuido sus poblaciones hasta en un 85%, determinaron estudios de la Universidad de Costa Rica.
Diversos actores del gremio pesquero levantaron la voz al señalar como principal responsable al propio Incopesca.
Más que asumir una posición defensiva, en la institución reconocieron la urgencia de renovar la legislación que regula el uso de los recursos marítimos.
“A la ley hay que modificarle algunos artículos, sobre todo para tipificar delitos cometidos en el ejercicio de la pesca”, reconoció Luis Dobles, presidente ejecutivo de Incopesca.
Las voces de los pescadores artesanales, quienes demandan una representación real, en Incopesca, también se hicieron sentir.
“En Incopesca están muy bien representados los pescadores industriales pero nosotros somos dejados de lado”, declaró Juan Bastos, miembro del Sindicato Unido de Pescadores Artesanales de Puntarenas.
La carencia de leyes capaces de frenar los abusos en el mar, se sumaría a esta delicada situación.
No poder cumplir con el Código de Pesca Responsable de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, y del cual el país es signatario, es parte del problema.
Un análisis llevado a cabo en 2011, por expertos en legislación proteccionista, advirtió que en Costa Rica solamente hay tres leyes y un decreto, para cuidar los recursos marítimos.
En contraposición, la base legal que norma los recursos terrestres cuenta con más de 30 leyes.
Esa desprotección es la que ha provocado una posible sobreexplotación, y que podría derivar en la escasez de alimentos del mar.
El precio de la corvina reina pasó de ¢8.300 en 2007, a ¢11.900 en la actualidad.
Asimismo, los camarones pinky aumentaron de ¢5 mil hace cinco años, a costar hoy ¢9.500.
Otro efecto importante que está golpeando al país, es la afectación de los ingresos por turismo ligado a la pesca.
Hasta 2010 esta actividad generó unas 100 mil visitas de turistas al año, quienes dejaron en el país unos $600 millones.
Sin embargo la baja presencia de presas atractivas para los turistas aficionados a la pesca ha comenzado a empujarlos hacia otros destinos.
“Hace cinco años uno salía en una lancha para pesca turística, y en promedio cada cliente recibía unos siete o diez piques; hoy, en un día de suerte habrá tres o cuatro piques”, confirmó Ramírez.

Ernesto Villalobos
evillalobos@larepublica.net






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