Pero sigo siendo el rey...
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 16 mayo, 2011
Pero sigo siendo el rey…
El remate picado de Kevin Sancho que besó la red fue la cereza al pastel; entonces, los cánticos de campeón se transformaron en alaridos
Si Jonathan McDonald concreta una de las tres opciones que dejó escapar en la madrugada del partido; el juego de vuelta de la final por el título pudo ser una copia al carbón del reciente Liga, Herediano.
Sin embargo, no hubo gol tempranero y San Carlos pudo acomodar el partido al ritmo que lo ordenó su estratega Daniel Casas; jugar con paciencia, sin precipitación; marcar el territorio; quebrar el vértigo del rival con faltas; cortar la acción y esperar un contraataque o una acción de balón parado para igualar la confrontación.
Los toros llegaron al Morera Soto con menos prisa que el Alajuelense.
No presentaron ningún apuro en procura de un gol tempranero y apostaron mejor a cortarle las alas al anfitrión y sumergirlo en un partido complicado y cortado.
Muy temprano Mario Bello midió el comportamiento del árbitro central Hugo Cruz, levantó a Jonathan McDonald pegándole duro al tobillo; al rato lo codeó sin misericordia y como no hubo amonestación, los 22 futbolistas fueron advertidos por “el central” de que había campo libre para la agresión y los dos equipos se dieron gusto.
Pésimo fue el trabajo del silbatero.
Si repasamos el trabajo de los porteros Donny Grant y Patrick Pemberton, llegamos a la fácil conclusión de que no trabajaron y eso retrata mejor que mil palabras lo que fue el partido.
Las oportunidades iniciales de McDonald se dieron en situaciones de confusión de la retaguardia norteña y nunca por virtudes rojinegras; en la más clara, Michael Mora salvó el gol de la raya. Por ahí Grant taponeó un par de remates secos de Salvatierra y Guevara, mientras Luis Miguel Valle se lució “robándole” a Cunninghan un agresivo contraataque.
Fue entrando la media hora final que Casas inició su tiempo de riesgo metiendo a Juan Vicente Solís por Scott para empezar a pivotear, cuando ya la tribuna repleta del color rojo y negro iniciaba los cánticos de título. Fue muy hermoso; muy al estilo inglés escuchar a todo el estadio cantar en apoyo de su equipo.
En el marco de esa algarabía, el Alajuelense montó una descarga ofensiva por el carril derecho; Leandrinho se subió a la bicicleta y buscó la raya final para centrar; se dio un despeje corto de Portuguez y la bola le cayó de perlas a Kevin Sancho, quien al min. 81 soltó el remate picante que dobló la larga estirada de Donny Grant y se acomodó en los cordeles.
¡Locura en el Morera Soto!
Instantáneamente surgió por todo el coliseo un grito de honor; de honor a quien solo honor merece.
¡Marín, Marín, Marín, Marín, Marín!
Y entró el capitán a levantar la Copa.
Cuando la alzó; se le subió el volumen al himno triunfalista de los rojinegros.
…yo hago siempre lo que quiero, y mi palabra es la ley…
no tengo trono, ni reina, ni nadie que me comprenda…
¡pero sigo siendo el reyyyyyyyyy!
Gaetano Pandolfo
gpandolfo@larepublica.net
El remate picado de Kevin Sancho que besó la red fue la cereza al pastel; entonces, los cánticos de campeón se transformaron en alaridos
Sin embargo, no hubo gol tempranero y San Carlos pudo acomodar el partido al ritmo que lo ordenó su estratega Daniel Casas; jugar con paciencia, sin precipitación; marcar el territorio; quebrar el vértigo del rival con faltas; cortar la acción y esperar un contraataque o una acción de balón parado para igualar la confrontación.
Los toros llegaron al Morera Soto con menos prisa que el Alajuelense.
No presentaron ningún apuro en procura de un gol tempranero y apostaron mejor a cortarle las alas al anfitrión y sumergirlo en un partido complicado y cortado.
Muy temprano Mario Bello midió el comportamiento del árbitro central Hugo Cruz, levantó a Jonathan McDonald pegándole duro al tobillo; al rato lo codeó sin misericordia y como no hubo amonestación, los 22 futbolistas fueron advertidos por “el central” de que había campo libre para la agresión y los dos equipos se dieron gusto.
Pésimo fue el trabajo del silbatero.
Si repasamos el trabajo de los porteros Donny Grant y Patrick Pemberton, llegamos a la fácil conclusión de que no trabajaron y eso retrata mejor que mil palabras lo que fue el partido.
Las oportunidades iniciales de McDonald se dieron en situaciones de confusión de la retaguardia norteña y nunca por virtudes rojinegras; en la más clara, Michael Mora salvó el gol de la raya. Por ahí Grant taponeó un par de remates secos de Salvatierra y Guevara, mientras Luis Miguel Valle se lució “robándole” a Cunninghan un agresivo contraataque.
Fue entrando la media hora final que Casas inició su tiempo de riesgo metiendo a Juan Vicente Solís por Scott para empezar a pivotear, cuando ya la tribuna repleta del color rojo y negro iniciaba los cánticos de título. Fue muy hermoso; muy al estilo inglés escuchar a todo el estadio cantar en apoyo de su equipo.
En el marco de esa algarabía, el Alajuelense montó una descarga ofensiva por el carril derecho; Leandrinho se subió a la bicicleta y buscó la raya final para centrar; se dio un despeje corto de Portuguez y la bola le cayó de perlas a Kevin Sancho, quien al min. 81 soltó el remate picante que dobló la larga estirada de Donny Grant y se acomodó en los cordeles.
¡Locura en el Morera Soto!
Instantáneamente surgió por todo el coliseo un grito de honor; de honor a quien solo honor merece.
¡Marín, Marín, Marín, Marín, Marín!
Y entró el capitán a levantar la Copa.
Cuando la alzó; se le subió el volumen al himno triunfalista de los rojinegros.
…yo hago siempre lo que quiero, y mi palabra es la ley…
no tengo trono, ni reina, ni nadie que me comprenda…
¡pero sigo siendo el reyyyyyyyyy!
Gaetano Pandolfo
gpandolfo@larepublica.net