Pensando en el multipartidismo
Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 02 septiembre, 2015
¿Será posible una agenda en común entre el sí y el no?
Pensando en el multipartidismo
¿Vivimos mejor los habitantes de Costa Rica ahora que tenemos un sistema político multipartidista? ¿Funciona mejor el gobierno ahora que son seis o siete partidos políticos compartiendo el poder? ¿Hay mayor o menor probabilidad de que se aprueben proyectos importantes con esta división del poder?
Es cierto que hay otros factores que inciden en la incapacidad creciente del gobierno de cumplir con la ciudadanía y de satisfacer las expectativas que tienen los votantes con los elegidos a los puestos. Pero la necesidad de negociar cualquier iniciativa con tres o más agrupaciones complica la acción y hace más probable el fracaso.
Se puede criticar la manera en que se desenvolvió la nación en los 30 años (1975-2005) cuando fue gobernado por dos partidos grandes y heterogéneos, pero la verdad es que se ponían de acuerdo en agendas de importancia y el país prosperó como nunca lo había hecho; el desempleo fue mínimo y el crecimiento de la economía familiar fue insólito.
Las democracias maduras lucen ser gobernadas por dos partidos grandes, con un tercero que suma los que no logran acomodarse entre los mayoritarios.
Para lograr el progreso, la norma es que tiene que haber una visión consensuada entre la mayoría que se extiende por más de una administración presidencial. En Cuesta de Moras es difícil lograr un acuerdo para aprobar programas que se extienden más allá de un año.
Claro que tener dos partidos heterogéneos no implica que se limite el pluralismo en el manejo del poder. Hay todo tipo de gremio y organización que posee algún módico de poder; las cámaras empresariales, las asociaciones solidaristas, los sindicatos, la Federación de Fútbol, los colegios profesionales, la Cruz Roja, los medios de comunicación, las iglesias, las universidades, los agricultores y otros también participan en la toma de decisiones.
Pero cuando hay partidos competentes heterogéneos, los gremios y organizaciones canalizan sus demandas al sistema político a través de esas agrupaciones partidarias.
Ahora, con el multipartidismo, grupos forman sus propios partidos políticos; un ejemplo lo constituyen los partidos representando a los evangélicos en la Asamblea Legislativa.
Algunos de los partidos pequeños ostentan mucho caudillismo y poca ideología; otros, lo contrario. Lo que tienen en común es su capacidad limitada de negociar con otros porque ostentan tener una visión del mundo en “blanco y negro”.
La primera experiencia con un gobierno liderado por un partido minoritario es la actual del Partido Acción Ciudadana PAC. Ha logrado una alianza incómoda para ambos con otro minoritario —el Frente Amplio.
Es dudoso que esta alianza sobreviva para un tercer año, en parte porque los miembros de los partidos se están dando cuenta de los resultados escuálidos que su convivencia les ha producido.
Algunos dirán que la política costarricense sigue siendo bifurcada, pero ahora, en vez de ser el PLN y el PUSC que representan los dos lados son los grupos del “no” y los del “sí.” ¿Será posible una agenda en común entre el sí y el no?
Carlos Denton
cdenton@cidgallup.com
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